No quería darte mi teléfono, ¡carajo! porque sabría que estaría esperando tu llamada, por eso no quise pedir el tuyo, ahorita te estaría llamando como desesperada y buscando un refugio, para mitigar estos momentos de ocio en los que deseo estar con alguien.
Si no te lo hubiera dado me resignaría a la idea de que nunca llamarás.
Está bien, en esta tarde de lluvia, mi mano, mi cama, las sabanas, la almohada y mis piernas tendrán que trabajar solas, mejor dicho solo conmigo.
Me ahorraré los remordimientos, los riesgos, los preservativos, los nervios y mis gritos…
Geisha
3 comentarios:
fALTA DE CONFIANZA..JAJA...NO SE CREA,MI PRIMERA VEZ EN SU BLOG...ME LATE..OK...CUIDESE SALUDOS---
Guárdalos.
Vístelos de gala para cuando la ocasión como la persona realmente valgan la imprudencia del riesgo.
Simplemente lo sabes...
me encanta como termino esta historia, muchos saludos geisha adorada
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