miércoles, mayo 25, 2011

Means

Ella con más razón se le pegó al cuerpo de Jimmy, los intentos por bailar salsa se convirtieron en un ofrecimiento literal de las nalgas de Amelia, al sexo apretado por los calzoncillos de él.
La salsa se volvió reggaetón y Amelia se movió como culebra para sentir a la otra culebra atrapada.
Jimmy sólo pudo susurrarle 'I love your ass', pero Amelia no sabía que significaba 'ass', pensó en el albur mexicano: as, ass, ¿asno? ¿burro?, le sonaba a que él se ofrecía como amante prominente y de grandes longitudes.
A ella no le gustaban las grandes 'vergas', porque esa palabra suena grosera, para que se les imagine grandes y desgarren incluso con el lenguaje... Amelia le explicó a Jimmy en español que así se le llama al pene en México, él no entendió una palabra hasta que Amelia puso su mano diminuta encima de la snake de Jimmy.
-Verga- dijo Amelia.
Jimmy de nuevo no entendió una palabra, sólo quería que ese momento, que esa manita femenina se quedara ahí, que lo apretara, que le bajara la bragueta...
-Verga, esto es verga- repitió Amelia.
Jimmy entendió: snake means verga.



domingo, mayo 15, 2011

Preparativos

Salgo de la montaña Tibet en tres días, fui a festejar a un bar en soho con otra amiga colombiana que también regresa a casa en tres semanas.
Me preparo para el regreso, he comenzado a ver videos, me instruyo en lo que hay que saber, como por ejemplo ¿quién chingaos es Lady Gaga?, ustedes no lo van a creer, pero hace apenas unas semanas vi un video de dicha cantante.
Hace un mes que pasé a la ciudad de México, mientras esperaba en el aeropuerto me metí a una librería, compré unas cuantas revistas de 'Etcetera', que a mi parecer es una de las fuentes más confliables que conozco para explicarme qué pasa en el país y el mundo.
Me gasté un barote en unos cuantos libros sobre cine, uno sobre guionismo, un tomo de colección de la revista Algarabía, otra chingonería de revista para enterarse de los datos más absurdos e inecesarios, sobre arte y uso del lenguaje.
En año y medio, me pregunto ¿Cuántas marchas me he perdido en Oaxaca? ¿Cuántas bailadas en el central? ¿Cuántos desiluciones amorosas hubiera tenido ahí? ¿Cuántas personas conocidas se murieron? ¿Cuántos pleitos de la generala y su marido me perdí? ¿Cuántas peleas me ahorré con mi hermana? ¿Cuántos miles de exámenes mal contestados me ahorré en calificar? ¿Cuántas películas dejé de ver en Pochote (un cineclub ahora extinto)? ¿Cuántas memelitas, tlayudas, nieves, y tortillas recién hechas me perdí?
Hay un sin número de cosas que me perdí, en definitiva. No lo niego, extraño horrores a mi gente, a mis maestros, incluso mi trabajo, a mis amigas... ash todo. ¿Lo volvería a hacer? Sí, lo volvería a hacer. Empecé a empacar hace unas semanas, comenzando por las cosas de las que me tengo que deshacer, todos los papeles que he coleccionado, folletos de museos, planos, mapas, boletos y el sin fin de basuritas que uno guarda porque son pruebas de nuestros momentos más caros.
Entre mis cosas encontré una varita que increíblemente sobrevivió y me regaló Guille, quezque para acordarme del lugar de dónde me iba. Cuando la encontré reconocí mi fracaso, lo acepté ¿qué fracaso? El de haber limitado mi visión a objetivos mal enfocados. Justo de eso hablaba con mi amiga la colombiana, cuya historia es parecida a la mía, dejamos todo por una ciudad luminosa, por gente esclavista, por un lenguaje que mascamos con un poco desdén, pero saben algo, después de todo, amamos esta ciudad de sueños, de miradas indiferentes, de aparadores de moda, de arte, del show humano de arrogancia gringa, de un multiculturalismo rudo y absurdo.
Ni yo misma lo creo, pero debo aceptarlo: Estados Unidos como país me trató bien, logré algo importante, algo que no es dinero, ni fama, ni éxito.
Aprendí a fracasar, a aceptar, a decir no, a decir 'me he equivocado muchas veces y no quiero volver a equivocarme'.
En mi desesperada soledad, creí enamorarme de algunos hombres. Pareciera que me he vuelto mujer de bien, las cosas sencillas las valoro más que antes, como cocinar y sentarme a comer con mi novio. Me he vuelto monógama, y aúnque sigo siendo la misma, en este país he aprendido a cumplir con los deberes religiosos como nunca antes, empezando porque las prácticas y las instituicones religiosas son totalmente distintas a las latinoamericanas.
He aprendido a decir 'te amo', siendo sincera, a perder, a ya no recordar de lo que me causa daño, a llenarme de esperanzas, a tener la seguridad que este momento es el mejor que me ha tocado vivir, ligera, libre, con mucha simpleza, con pocas palabras, hablando otro idioma y creando mi medio para expresarme sin sentirme estúpida, ni arrogante, ni insegura.
Nada aún parece definitivo, me emociona y me entristece hacer maletas, no sé qué siga y ya no me importa, por qué sé que hay un camino que quiero.
Curioso, pero en una revista de Etcétera hablaban de Lady Gaga, estudiaba arte en una escuela de NY, hizo hasta lo imposible porque alguien la escuchara, aprendió de los errores de las otras reinas del pop.

miércoles, mayo 11, 2011

Disputa por comida

-¿Oye jonito te tragaste las papas fritas y las galletas de la semana pasada?
-what? what do you mean honey?

Jeny no pudo contener sus palabras en español reclamando a su esposo que apenas entendía unas cuantas palabras del idioma de su mujer.

-I mean culero, you already ate whole food ¡No chingues! No me dejaste nada.
- Sorry Jen, I'm so sorry, but I love potato chips and cookies.
- ¡Puta madre güey! Amas más a las putas papas y a las galletas que a mí, porque no me dejaste ninguna.

John, sabía entender los dramas de su mujer, sabía que cuándo ella hablaba en español y algo sonaba como 'pu-ta', era porque ella estaba gravemente enojada.
El punto que la mujer reclamaba no era el que John se hubiese comido todo, la gente latina se caracteriza por siempre compartir su comida, Jeny reclamaba la engorrosa tarea de tomar el carro, manejar veinte minutos, estacionar el carro en el walmart, entrar al supermercado, buscar las papas en la sección de papas fritas, buscar las galletas en la sección de galletas, hacer fila en los cajeros, pagar y regresar manejando otros veinte minutos.

-John, you don't understand, in Mexico you can find a little store every 100 m, and we call it 'tienditas, miscelaneas, changarros'.

Al día siguiente John compró una gran bolsa de papas fritas, otra de galletas y las puso en el bote de plástico en el que Jeny acostumbraba guardarlas. Cuando Jeny regresó de trabajar John le enseñó a Jeny su gran compra, se disculpó de nuevo, pero ese día Jeny ya no tenía ganas de comer papas fritas porque estaba muy cansada para ver películas, y tampoco quería comer galletas porque tampoco había café en la cafetera, ya que John esa mañana se lo había acabado también.

viernes, mayo 06, 2011

Vuelvo al sur

Vuelvo al sur cariño, vuelvo a la tierra caliente donde mi sexo es húmedo y mi mente vale nada.

Vuelvo al sur amor, a comer ilusiones. Vuelvo para añorarte con el sudor de nuestra cama, mientras desnudos en invierno nos calentamos.

Vuelvo al sur, a preparar la comida que te hace falta en el norte.

Sólo escuchaba una canción de Astor Piazzola

martes, mayo 03, 2011

Un pre del regreso






Han comenzado las despedidas, ayer vino mi amiga Joyce, quien es mi vecina y tiene 72 años, la amé desde el primer momento que fui a visitarla y no paró de darme de comer, ja, ja, ja, encontrar a una amiga gringa que te invite de comer cosas ricas, no es algo común en este país.
Estuvo conmigo un par de horas y lamentó no haber podido pasar más tiempo conmigo para que le enseñara a hacer comida mexicana, ella es tan linda que me trajo de regalo una mascada y una brazalete, yo le dí un vaso tequilero que traje de mi viaje por San Miguel.
Voy en cuenta regresiva y en este momento puedo decir que no me molesta, hace dos semanas estuve en San Miguel de Allende en una de las casas más paradisiacas en las que haya estado, jaula de oro, porque me la pasé trabajando como nunca, discutiendo la filogénesis de la lechuga y curando con palabras esperanzadoras la depresión de la generala (mi mamá), además de quemarme la piel nadando en la alberca.
Cinco meses de nieve y kilos de ropa, hicieron que me valiera madres andar en vestidito en pleno metro de la ciudad, he de confesar que mis piernas son tan flacas que otro tiempo hubiera sido incapaz de someterme a tanta vergüenza, pero la fiebre de primavera me invadió, mi madre no paró de molestar que se me veían los calzones y que el chicharron se me salía... no saben cómo disfruté todas las miradas en el metro ¡órale cabrones veánlas, disfrútenlas porque por ver no se paga! (mientras no toquen todo está bien, ja, ja, ja, no se crean, también tengo mi lado ojete y por cada mirada lasciva les devolvía la mirada de ¿qué me ves pendejo?).


Es curioso, pero al subirme al avión de new york a chilangolandia, comencé con alergía en la nariz y en los ojos, al pisar suelo mexicano bendije la sonrisa de la persona que sella el pasaporte y te dice con ese hermoso tonito defectuoso ¡qué le vaya bien!, me sentí contenta por la sonrisa sin razón que me dio la señora que limpia los baños en el aeropuerto, todo iba bien hasta que en mi desesperación por comunicarme una maquina cabrona, se tragó cien pesos que le metí para comprar una tarjeta telefónica, todo el tiempo me pasa eso con las máquinas, sean las del defe o las del metro de Manhattan que siempre me roban dinero.
Volví a ver a mis amigas, una de ellas me recibió en su casa con un rico amarillo y un pastel de galletas, además de las deliciosas micheladas en medio de mi gran bocota que no paró de hablar, fuera de eso, entre mis amigos nos dimos cuenta que nuestra reunión fue como una de tantas, sentí como si nunca me hubiera ido, sentí como si hubiera sido ayer que pisaba el defe, andaba por el metro, comía en la calle y vagaba con Mirna hablando de la vida y lo lindo que era no hacer nada, mientras todos a nuestro alrededor se preocupaban más por ello que nosotras mismas, ja, ja, ja.
Siete días después regresé a Nueva York, mi regreso fue tan pesado que juré y perjuré no volver a someterme a esperas tan largas, estuve 4 horas en el aeropuerto de México, 5 en el avión y como mi vuelo estaba retardado, no pude alcanzar el autobús para ir de regreso a casa, toda una joda porque tuve que esperar 6 horas para el siguiente autobús. Esa madrugada di gracias a Dios que exisitieran los Mc Donals en Times Square, estuve hasta las cuatro de la mañana dentro de uno con un café extralargo y mi computadora, escribiendo para que no me corrieran del lugar, juré no volver a hacerlo, porque justo esa noche me invadió una tristeza terrible.
Toda esta odisea se borró cuando a las dos de la tarde del siguiente día, fui recibida con florecitas, una tortita de pollo de los subway (que tanto me gustan) y un refresco muy dulce, además de dos lindas manos para toda una noche de masaje.
Hago una cuenta regresiva, porque regreso en unas semana de nuevo, pero a Oaxaca y eso me hace soñar con comer tortillas calientes, ir a bailar al bar central, vivir en la Biblioteca del IAGO, volver a tener esas largas conversaciones con mis dos vecinos y amigos de vidas anteriores, caminar por el centro histórico y tomar café en el Nuevo Mundo, regreso con la fiebre de primavera, esa que después de un invierno duro nos invade a toda la gente que vivimos un encierro muy largo.
Fuera del invierno, debo aceptar que me la pasé chido, visité muchos museos, vi lo que nunca me esperé ver, tomé miles de fotografías (si son cerca de 10 mil, puede que sean pocas), conocí a gente extraordinaria, entre ellos al de las manos lindas, y aunque sigo teniendo acentote, ya hablo mucho mejor inglés, con un poco más de práctica mejorará considerablemente, sólo debo estar libre de este lugar en el que vivo para que mi lenguaje fluya.


Iré a casa en unas semanas, iré feliz por los pisos sucios de los mercados a comprar flores, a comer elotes con mucho queso y chile, y tomaré muchas fotos de mi país.





Sólo esto se ve en México.