miércoles, mayo 03, 2006

El alimento de los mortales

Innumerables veces me he quedado con las ganas de besar a un hombre, pero otras no, causal de ingerir el alimento de los dioses. Me resulta sumamente estupido que necesitemos de esto para tomar decisiones que en otro estado no haríamos, nada más demostramos lo mucho muy débiles que somos… me cala… aunque, pensándolo bien gracias a ello, conocí una boca exquisita, unas caricias que me hacían tocar la delicadeza de lo brusco, el tiempo sin segundos, y el sabor de una adrenalina que nunca más he experimentado.

El tiempo se fue en fracciones de segundo, lo recuerdo como una realidad confundida, su boca pronunció palabras que se mezclaron en poesía construida a base de humo y con las frases que mis oídos querían escuchar.

No puedo describir lo indescriptible, pero fue una caricia de los dioses malditos que por desgracia se convirtieron en humanos.


Como una perra hambrienta, lancé sobre él, mi cuerpo, usurpada por un deseo desconocido, desgarré su boca, mi lengua lo desarmó a cualquier rechazo.

Una vez, una vez, una sorpresiva vez estuve en su pecho, en su boca, en sus fantasías, en el terreno de lo prohibido, el recuerdo se esfumó con el alimento de los dioses, con los límites de lo indebido.

En otra etapa de la historia… lo hubiera mirado con el interés de hoy, una palabra, una mirada, una caricia, un detalle … era suficiente.

Cuando éramos niños… ¿lo recuerdas?


Foquin familiar system.
G e i s h a

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las consideraciones sobre el tiempo que no ha sido más que en su circunstancia además de fatuo es exhaustivo.

Mejor evítatelo más que como ejercicio lúdico.

Después de todo, ¿quién se mata por un beso?