miércoles, septiembre 19, 2012

Volver

Al regresar, Georgina no resistió y llamó  a Luis. Habían pasado unos cuantos años, pero no fue difícil contactarlo. El se negó a verla, diciendo que estaba ocupado. Su curiosidad lo hizo acceder. Gina ante los ojos de Luis era gorda, se veía más descuidada de lo que la recordaba, de hecho no recordaba más que sus nalgas eficientes, su boca golosa y sus dedos que le violaban de vez en cuando el culo... pero vaya que lo disfrutaba, eso era lo que recordaba de ella.

Gina recorrió con un exito inesperado las calles de Zaragoza, era fea, mal pagada, pero ante todo conocida por los viejos frecuentes por su buena disposición.

-Regresaste, ¿para qué?, mejor te hubieras quedado en la ciudad.
-Huicho, no regreso por ti. Quise verte de momento y por eso te llamé.
-Los chismes corren, y dicen por ai que eres puta.
-¿Puta? ¡tu puta madre!

Luis no era hombre de golpes, ni de pelear, dejó que Gina se fuera de nuevo. Los rumores tampoco volvieron con ella porque tampoco apareció más en Zaragoza. 



domingo, septiembre 09, 2012

a través de Pink Floyd

¿A dónde se fueron esas mil bocas instantáneas, esas dichas en el gemido breve y los susurros contenidos?

Cierras los ojos, sientes mil bocas, un par de dedos que caminan multiplicados por tres en las corbas. Bajan los labios a desiertos plenos, ondas de electricidad llegan al cerebro. Abajo las bragas. Abajo los celos. Tormentas que limpian los excesos de destrucción.

Curas el cerebro de un hombre desconocido, él te agradece y admiras el recuerdo con un adejtivo que llamas fealdad, pero no es fealdad, simplemente  se encierra en esa palabra porque tu vocabulario no tiene otra para nombrarlo.

Regresas y bailas a un lugar que contemplas como conocido, tu cuerpo se contonea con otro. Un lenguaje que dominas permea entre frases cortadas.

Vuelves.