miércoles, diciembre 30, 2009

Manos muertas

De golpe me cayó la desazón. ¿Cómo he regresado sin querer regresar? ¿En qué momentos perdí la paz en mi hogar?
Me he cansado de esperar, de esperarte, de esperarnos; de encontrar y de encontrarnos.
Uno se queja y se queja, porque no tiene nada mejor que hacer. Las cosas no son tan malas. A veces mis estados deplorables de ánimo se deben a que me adjudico broncas que no me corresponden.

Después de oírte responder a una pregunta que no te hice, al día siguiente en la madrugada desperté con miedo, con temor. Tu respuesta es la misma a la que yo he llegado, porque los días pasan y pesan, el tiempo fluye y cada vez es más difícil desprenderse de lo poco que se ha ganado.
Qué fácil es decir que ya no queremos ser azotados por el mismo látigo, pero qué difícil es desprenderse de el.
¿Cómo dejar a un amor que ha sido incondicional por uno que nunca lo ha sido? ¿Cómo ser dueño del rumbo que quieres tomar en tu vida, si apenas puedes plantear lo que quieres?

jueves, diciembre 24, 2009

Navidá, borracha navidáaaaa

Ocho horas sentada en una butaca de autobús, cuatro películas. Un viejito era mi compañero. Con su cara amable me ofreció unos platanitos, yo le di dulces de menta. Carmen me dijo: ‘vete, vete, vete, duerme mucho y come mucho, necesitas comer. Quise tanto a tu padre que todas tus tías me caen bien’.
Yo sé que una de mis tías no tolera a mi mamá. Pobre cerebro tan pequeño y alma tan minúscula.
Veré a mi abuela, después de muchos años. Ella ha encontrado en la enfermedad su modo de vida. Le inyectan agua para que tranquilice las ganas de llamar la atención, quisiera oir decirla algunas cosas buenas de mi padre, encontrar en sus recuerdos una parte de mí.
Navidad, es un buen pretexto para ver a la familia, que por olvido se ha perdido en mi código genético.
Huí de mi casa, justo en el año en que si abrá cena, en el que sí tendremos visitas y en el que sí celebremos la venia de estar vivos. Gracias Dios. Amén.
El año ha sido bueno. Las cosas se han acomodado y sé que vienen muchos cambios que aunque se pintan difíciles serán para bien. Estimados lectores, mis mejores deseos, no sólo esta fecha, sino siempre, lo digo ahora porque es buen pretexto para decirlo. Disfrutaré la ciudad de México con sus terribles olores, pero con su esplendida diversión.

Besos y muchos besos más a los faltos de cariño, que yo tengo mucho amor para dar, porque he descubierto una fuente inagotable: Yo.

Nos vamos de vacaciones. Que tengan felices fiestas, porque yo tomaré mucho vino a su salú.

viernes, diciembre 18, 2009

Arturo Ripstein y la Sodoma local de Oaxaca



Arturo Ripstein vino a Oaxaca. No tuve vergüenza para preguntarle: ¿Qué haría si una mujer llamada Viridiana le dice: quiero hacer cine como usted?

Hace cerca de cincuenta años, Ripstein le haría el mismo cuestionamiento (claro, sin mi nombre) a Luis Buñuel (Los olvidados). El cineasta español, lo que hizo fue ponerle Un perro andaluz, un cortometraje eminentemente surrealista.

Ripstein, contestó a mi pregunta con una leve sonrisa recordando la misma anécdota, pero dudo haya escuchado mi nombre buñuelesco, y la primera palabra que respondió fue: Odontología.

Hubiera querido decirle que tardé más de un año en conseguir El evangelio de la maravillas, y que una de las escenas más fuertes que tengo en mi cabeza desde niña, es justamente de una de sus películas, La viuda negra, donde Isela Vega toma el papel de sacerdotisa en la iglesia de un pueblo, y empieza a defender su amor hacía el cura, recriminando a sus verdugos que ellos son más pecadores, porque en confesión han declarado ser violadores, caciques y depravados.

¡Qué Crimen de padre Amaro ni que ocho cuartos! Ripstein es mucho más agresivo, estético y master en la transgresión de los valores religiosos católicos. Si a Fox y Martita, les hubiera tocado la época de esas películas, tal vez hubieran mandado a Ripstein a la hoguera, pero vivimos en un país donde la industria del cine murió a partir de los 80s. Dudo que nuestros políticos tengan un tantito de cultura general, y conozcan estas joyas cinematográficas que hasta para mí, una cinéfila declarada, me costaron algún tiempo en conseguir, sin contar con la censura que sufrió de 1977 (el año en que se produjo), hasta 1984.

Arturo Ripstein vino a Oaxaca este 15 de diciembre, por una razón: recibir el Premio Internacional de cine digital El Pochote 2009.

En la entrega estuvieron Armando Colina y Víctor Acuña (directores de la galería Arvil), Francisco Toledo, Jaime Humberto Hermosillo, cineasta ganador del mismo premio en 2005, la guionista y esposa de Ripstein, Paz Alicia Garcíadiego.

Al iniciar la charla, el galardonado dio gracias y afirmó que ‘hacer una película es un acto de amor’, demasiado amor diría yo, con las trabas legales, con la escasez de recursos, con los problemas de exhibición y distribución, el cine mexicano ya es una empresa que no reditúa, por lo menos no a quienes son cineastas independientes.

Ripstein al contestar a mi pregunta, dijo que ser cineasta fue recibir muchas humillaciones. Aunque ser hijo de un productor le abrió muchas puertas, y le hizo más fácil el camino hacia el cine.

El día de la entrega, también se proyectó su más reciente película, realizada en formato digital El carnaval de Sodoma.

Las nuevas tecnologías han abaratado los costos para hacer películas, si antes para realizar una en formato de cine era muy caro, la era digital, ha reducido sus costos, con cámaras de video menos complejas, aparatosas y con una calidad semiprofesional en la imagen.

Fuera las cuestiones técnicas que reducen los dineros, Paz Alicia comentó: ‘Si es más barata puede que no sea la última que haga, si no es la última, no será mi testamento’, en términos creativos, a ella como guionista le permitió soltar la pluma y hacer cosas que nunca había hecho, le dio la posibilidad de volver a jugar.

Una de las recurrentes preguntas que supongo le han hecho infinidad de veces a Ripstein fue si sentía alguna molestia, porque otros cineastas mexicanos más jóvenes como Iñarritu, Del Toro, Cuarón, fueran más conocidos que él. La razón es evidente, sus películas son eminentemente mexicanas, reflejan lo hermoso y lo grotesco del país, sus idolatrías religiosas, su doble moral, su sexualidad estruendosa, su homofobia, el asesinato por amor, el erotismo y la antiestética de la prostituta, la pureza de lo impuro. Hollywood, no se acerca a lo que Ripstein hace, o ¿Ripstein no se acerca a lo que en Hollywood se hace?

Hermosillo, en una breve intervención dio el peor consejo de la noche, a los presentes que quisieran hacer cine como yo: ‘No le tengan miedo a los defectos técnicos’.

También me hubiera encantado decirle a Hermosillo, que mi madre me tapó los ojos a mis nueve años, cuando María Rojo se desnudó en La Tarea, y que probablemente gracias a él esté contagiada de actos eróticos en el cine, otra cosa que no hubiera sido capaz de decirle, fue que Exxxorcismos, ha sido una de las películas que más recuerdo, por mi disgusto a la historia tan gratuita, justamente no olvido su nombre por esa cinta.

En El carnaval de Sodoma, quedé igual de desconcertada, como me pasó en El lugar sin límites, en Cadena perpetua, en el Castillo de la pureza, en Profundo Carmesí o en Evangelio de las maravillas.

En su más reciente obra, un chino y una china son asesinados por el cura, hacen como si nadie los hubiera conocido, el burdel del pueblo o la Sodoma local, será quemada para construir un centro comercial.

Esta vez me dejó pensando por la coincidencia, yo he inventado y he pregonado que mi mamá me puso Viridiana por una película de Buñuel, la que en realidad nunca ha visto, y mi familia que tiene raíces chinas, ni por asomo podría dirigir un burdel.





jueves, diciembre 17, 2009

Desierto de las decisiones

Me ha dado vergüenza hablar con el Colibrí Zurdo, porque en el café al escuchar mi letanía de: ‘he vivido meses muy difíciles y por eso escribo menos’, él me ha contestado: ‘siempre que te veo dices lo mismo’.
Eso fue demasiado vergonzoso para mí. Realmente todo el año ha sido difícil. He visto cosas que no he querido ver, me ha asaltado un miedo profundo, insoportable e inexplicable; ya no es tan sencillo ligar, la pasividad es maquillada en tragedia, algunos pleitos, defunciones, revivir a uno de mis muertos, enfermos en la familia, parecen males que indirectamente no me afectan, pero si afectan.
Coger ya no es lo mismo, que coger hace un año. Todo está bien, todo parece tan calmado, que justo en estos momentos es cuando más miedo me da tomar decisiones.
Cada quien tiene derecho a destrozar su vida en la forma que mejor le parezca. Así su destrucción consista en no salir de la fortaleza donde se ha albergado por comodidad. Hace unas semanas leí El desierto de los tártaros de Dino Buzzati; un teniente, llega a una fortaleza abandonada, a los veinte años de edad, decide esperar ahí una gloriosa guerra. Cuando llegan los enemigos que habrán de hacer valer todo el tiempo que ha esperado, Drogo es demasiado viejo y está demasiado enfermo, para enfrentarlos.
¿La vida deja de tener valor, cuando el paso del tiempo se hace algo intrascendente, cuando se ha perdido la noción de el? , o es que acaso ¿la existencia se resume en un conteo matemático que nos redime a nada ante el paso del tiempo?
Buzzati, no me ha gustado, me ha aterrado, porque la meta de salir en esa fortaleza es algo muy sencillo, lo difícil es ir contra sí mismo, contra nuestra voluntad, contra los agentes externos que harán que no salgas, me da un terror esa resignación. ¿Dónde queda la transgresión y la deformación del personaje en la novela?
¿Dónde queda mi acto poético?
Esa vez me supo muy amargo el café con el Colibrí Zurdo. Me sentí demasiado avergonzada por repetirla letanía desesperanzada, realmente estos meses han sido buenos, más que buenos, liberadores y equilibrados.
Difíciles por el ascetismo sexual, difíciles por el amor propio y no al otro, difíciles por reconocer que en muchas cosas en mi vida la he cagado y ya no quiero seguirla cajeteando.
Oye Colibrí, para la próxima mejor invita el té o la cerveza, café ya no quiero.

No quiero comenzar el año nuevo… con este mismo amor que me hace… que me hace tanto maaaaaaalll.

domingo, diciembre 13, 2009

Reencuentro

Todo aquel que lo pregunta, le digo que sí, Eduardo es mi novio, no me esmero en sacarlos del error. Me atavié en traje regional istmeño, entré a la fiesta del brazo de mi acompañante vestido de guayabera.
El pueblo es pequeño, algún día se tiene que ver a la gente que ya no se desea ver. Luis estaba en el mismo lugar, unas cuantas sillas cerca de mí. Tardé en percatarme de su presencia, lo descubrí porque su esposa llevaba una falda de organza y un huipil con bordados geométricos, nunca la había visto, me encontré con los ojos de Luis en mí, mientras bailaba con Eduardo.
Con vergüenza esquivé su mirada, aunque la curiosidad me carcomía. Si hubiera podido hablarle por unos minutos… eso es innecesario, tal vez la explicación a mi desaparición en su vida, era evidente:
No corazón, ya no estoy dispuesta a tolerar a un hombre comprometido, ni a alimentarme de migajas, ni a estar disponible cuando ella lo decida, por eso perdí el teléfono, por eso nunca contesté a tus correos, por eso evité todo encuentro que me haya puesto en tentación. Ya no me interesa completar mi amor propio, con lo que te sobra, con lo que no puedes hacer con tu mujer en la cama, con la dosis de placer que depositabas en mi cuerpo.
Lo siento por mí, lo siento por el tiempo que he perdido de mi vida en tu vida, donde nunca tuve nada que hacer, donde no debí alojarme ni por error, me perdono y le pido perdón a ella, aunque nunca lo sepa.
Le pedí a Eduardo que me abrazara, que tomara mis manos, que alimentara ese error, que me dijera ‘mi amor’, para que no te enteraras que sigo sola.
Sonreí en toda la fiesta, evité voltear hacía tu lado. Cuando salí, Eduardo, mi primo, hizo preguntas que no pude responder, y me dijo que mientras tu esposa no te veía, no dejabas de mirarme.
A veces las despedidas se quedan en reencuentros, sin palabras claras, con algunas mentiras de por medio y deseos contenidos.

domingo, diciembre 06, 2009

El amante




Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde.

Todo libro que no afecte al lector, no merece leerse. Un lector del blog, me regaló el libro de ‘El amante’ de Marguerite Duras. Extraño fenómeno. He hecho algunos amigos y amigas, pero nunca una persona a la que no conozco, me había regalado algo. Así que agradézcanle a Dante, quien inspiró la sesión de fotos.
Lo preocupante de cuando te afecta un libro, es porque refleja lo que eres, lo que fuiste o lo que podrías ser. Duras nació en Indochina, pero de padres franceses. Escritora, erotómana, cineasta, guionista, comunista y mujer.
Demasiadas similitudes, ¡oh Dios! Discúlpame por ser tan pretenciosa. Amo el cine, me perfilo como escritora, aún de poca monta, pero bien montada en la pelvis de lo sexoso.
A partir de un personaje que no se es, descubro cosas. Se puede ventilar un pasado que no se vivió, pero se conoce. La novelita me recordó que a mí, no me gustan los hombres de origen oriental, nunca he sentido ni un tantito de atracción por lo hombres de ojos rasgados. En ellos probablemente veo a mi bisabuelo, mi abuelo, mis tíos y tías.
Una niña de quince años acepta tener un amorío con un chino rico de 26, quien por tres años ha quedado perdidamente enamorado, de la prostituta blanca, como la llama su padre.
He leído el libro enamorándome de esa niña inocente que se entrega, sin remordimientos a un extraño. Marguerite narra su historia casi a sus 70 años, niega toda sensiblería en ‘El amante’ y dota a su personaje, de una libertad que ha borrado toda esperanza de añorar. No hay deseos cumplidos, no hay líneas rosas. Hay una historia fragmentada, hecha de tajos de recuerdos que han marcado por sus golpes, por su odio, por sus traumas.
Para el chino y la francesa, la raza y el dinero los separa, el miedo del hombre chino hacía su padre, nunca le harán tener el valor necesario para quedarse con ella; ella tampoco desea enamorarse de él.
En todas las páginas, no hay ni una sola palabra de amor de la niña hacía el chino. Marguerite se resistió a hacerlo, aunque en algunos fragmentos intente maquillar el dolor que sintió cuando dejó de ver a su amante.
Mi vida inició demasiado tarde. Mi cuerpo probó el placer con el inframundo. Sin explicaciones barrocas, ni palabras melosas. Gocé el dolor de no sentir nada por quien me penetraba. Marguerite exigía al chino su cuerpo, para complacerla, pero no era mujer de uno, era mujer de letras, vicios, arte y política.
A veces me da miedo que la soledad se traduzca en la infidelidad, en mi falta de pertenencia a alguien, en ser de un hombre, pero no sentirme de él. El amante que se enamora, pero deja ir a su musa, porque sabe que aún reteniéndola un poco más, algún día tendrá que irse.