miércoles, octubre 26, 2011

Flor de maracuyá

El regalo de cumpleaños más exótico fue una flor de maracuyá ¡miren esta belleza!

Dicen que cada 7 años,  las personas concluyen e inician ciclos vitales. No lo sé de cierto, hoy por fin legalmente tengo 28 años.
He tenido tanto trabajo, que apenas me ha dado tiempo de acordarme que hoy 26  de octubre el feisbuk es un buen lugar para leer todas la felicitaciones de viejos amigos y nuevos amigos que se acuerdan de ti.
En fin, lamento decirles que no hay muchas cosas que tenga que contarles (este blog se ha alimentado de mi catarsis durante algunos años) y ahora me siento contenta.
No tengo crisis, tengo chamba, hay un hombre que me ama,  hago lo que me gusta, vivo en un país con sol,  buena comida, con muchas cosas que hacer,  gente bonita,  buenos amigos y creo en Dios. 
Sólo hace algunas semanas dos conductores imprudentes casi me matan, pero nada pasó, así que ahora extremo precauciones.
Bueno creo que en unas cuantas semanas, justo cuando se termine la feria del libro en Oaxaca, daré a conocer uno de los proyectos en los que vengo trabajando con otros amigos y carnales desde hace unos meses, además haré invitación a una mesa que modero sobre Cine y Literatura en la FIL esten pendientes... ¡yupi!

domingo, octubre 16, 2011

Días, días...

Mi actitud de echar mierda a las mujeres que son más bonitas que yo, ha cambiado. Hace unos fines volví a entrar a un teibol, ¡qué buenas están esas mujeres! hasta con decirles que se me antojó ir al gym, para alzar la nalga y mejorar mi postura.

Esto de volver a empezar me ha parecido hasta cierto punto humillante. Extraño mi carro y ahora debo ahorrar y para comprar otro. Me concentro en pensar que es mejor fracasar ahora que se puede. Este volver a empezar es como si en un punto de mi vida tuviera que rehacer ese camino que torcí.

Ayer por enésima vez me han dicho que soy una histérica, que mis gestos y expresiones son demasiado obvias para mostrar intolerancia, cuando no estoy de acuerdo con algo. Estudié teatro por un rato, siempre me ha gustado y siempre me ha parecido exagerada esa apreciación que tienen de mi histeria.

Me es insoportable el dolor de otros. Hay uno de mis amigos que le  tengo cierto respeto por lo que hace, dice y la violencia con la que se trata a sí mismo y a los demás. Cometí el error de acariciarlo como a un gato, de abrazarlo y besarlo más allá de mis límites. En cuanto él me dijo que se sentía como un animal, por mis palmaditas en la espalda y que prefería que mi tacto fuera de otra manera, comprendí la estupidez de tal acción.

He vuelto a tomar autobuses para transportarme a todos lados, mi agotamiento se acentúa antes de terminar la semana, regalo algunos pesos a los cantantes que no me dan lástima. Evito ver a los ojos de quienes sólo piden.  Compro chocolates y discos a personas que hablan con convicción de su producto.

El momento más bizarro en los camiones ocurrió ayer. Odio la música de banda plagada de resentimientos, infidelidad y hombres desvirginando, el chofer  escuchaba una canción de un tipo que cantaba estar orgulloso de engañar a su mujer con otra, era demasiada la tortura, hasta que dos vendedores se subieron para ofrecer un librillo de yoga y música, eran dos extranjeros procedentes de Bosnia, que hablaban un español claro, vestían a la usanza india y se decían monjes. Les compré  dos paquetitos, seña divina de que debo hacer ejercicio.