Debo decir que hasta la fecha tengo la firme consigna de que ‘los papás siempre tienen la razón’, y bueno, eso es algo que he tratado de asimilar poco a poco. Por insulsos que nos parezcan nuestros padres y aunque no estemos de acuerdo con ellos, es mejor darles la razón y evitar pleitos mayores, aunque claro, terminemos haciendo lo que nos pegue nuestra regalada gana.
Pero, venía hablando de venganza ¿por qué joder salió esto al tema? Comencé a imaginar lo placenteras que son las venganzas, las ganas que me darían escabecharme con una espada de samurai a cuanto jodido me hiciera daño, incluyendo a cierto perverso polimorfo que me amarga la existencia por ratos (la criaturita de nueve años que vive en mi casa, je, je, je). Supongo que esas emociones son tan normales en un ser humano como yo, el problema se presenta cuando agarras el control de la televisión simulando que tienes un cuchillo en la mano y con una mirada al estilo de Jack Nicholson (el resplandor de Kubrick) amenazas con una ira que jamás imaginaste sentir, ese sentimiento perfectamente descrito en ‘El gato negro’ de Poe, esos breves instantes en que no piensas y eres capaz de cometer algo muy feo.
Esta es la segunda vez en mi vida que asusto a alguien así, algunas veces pienso que tengo que buscar alguno de esos clubs donde pueda chillar, chillar, chillar y chillar en los grandes senos de un hombre gordo (recordando al ‘Club de la pelea’), así me evitaría problemas de insomnio e ira descontrolada.
Ni modo, tendré que regresar con el psiquiatra, naah, no se crean es broma. Lo acepto debo encontrar un modo donde descargarme, si no, la piel se me irá consumiendo y regresaré a los achaques infantiles que me hicieron muchas cicatrices.
Sigo emputada, y no les digo por qué, empezando porque es un asunto que me da la suficiente vergüenza para contarlo, continuando porque no tengo justificación alguna para avalarme en tener la razón. He dicho, acepto servilletas, pañuelos, papel higiénico para llorar indefinidamente, o ya de perdis una espada de samurai como la de Uma Thurman para hacer que mis victimas chorreen sangre por litros como mangueras con fugas bajo presión.
Geisha
Lo sé, lo sé, es un post muy feo, y supongo que ver tanta película me está afectado severamente el juicio, ja, ja, ja, esto lo escribí ayer así que hoy, ya no tengo ganas de matar gente.