martes, mayo 30, 2006

Sueños nada más

He soñado durante tres noches seguidas con la misma persona, es extraño, pero no suelo recordar sueños en serie.
Hoy vi al tipo con el que soñé a primera hora, ambos teníamos cara de desvelo, y aunque nunca en la vida le diría “oye, he soñado contigo durante tres noches seguidas”, cada vez que lo miraba, me era más familiar, como si entre mi delirio, lo conociera por haberlo tratado en mi sueño.
Para mi desfortuna, y reflejo de todo mi inconciente e insatisfacción amorosa, esta vez vi su miembro pequeño.
Él se mostraba en una actitud empalagosa, acaparándome en todo el transcurso del sueño, me daba un vasito de vidrio con una sustancia rosa, era un perfume, que para colmo, yo derramaba por descuido.
En la mañana, lo vi acercarse, masticaba un chicle, me ofreció las tres pastillas del paquete, nunca a esas horas suelo comer golosinas, pero lo tomé, me llevé a la boca un dulce, los demás los dejé en un banca.
Cuando salí del lugar, no me percaté que las dos pastillas restantes se habían caído al suelo. Me olvidé del asunto hasta que después de desayunar busqué los chicles, regresé al lugar donde los había dejado, entré si avisar, ahí estaba él, ví las pastillas, las levanté, me pareció verle una ligera sonrisa mientras me iba, con otras miradas que veían mi extraño comportamiento y sin decir nada.

Geisha

domingo, mayo 28, 2006

Viólame

Rape me, rape me my friend...

En el antro utilizamos nuestras ropas más escotadas, en las que mejor lucimos nuestro gusto por la moda “fashion”, al ritmo de la música vendemos nuestro cuerpo al mejor postor que nos coquetee con la mirada, nos saque a bailar y nos invite un trago.
En nuestro más bajo instinto de los mass media, somos los modelos de cuerpos esculturales, las bellezas que en el mundo real sabemos que no somos, olvidamos los defectos, la lonja, la obesidad, la celulitis, las estrías denotadas en los pantalones a la cadera, los barros, y demás complejos, para ofrecer nuestros encantos; la disco, el bar, el table = teybol, son las nebulosas perfectas para hacernos una chaquetita mental y sentirnos “divas” (os).

Viólame con la mirada, nada podrás tocar, pero si sentir mis senos junto a tu pecho, tu mano por detrás de mi cintura, mi pierna entre la tuya, mi rostro entre tu hombro, y mis movimientos que se hacen ligeros, para que los guíes mientras bailamos pegadito, con dirección a nuestro sexo.

Mujeres, hombres, sin previa presentación se conocen con el choque de sus lenguas, minifaldas, tacones altos, piernas sudorosas bailan junto con la música, mientras los que están un peldaño abajo, miran las tangas por debajo de los textiles diminutos.

Te violo con la mirada, busco tus ojos, no me reconoces, pienso en la fascinación que causas entre todas las mujeres, todas te miran, bailas solo, esas facciones simples de galán esporádico, adicto a los amoríos pasajeros, son la figura que nos atrae de ti. Pienso, no, no cogería contigo, tu semen esta de riesgo aún con preservativo.

El pretexto es la diversión, todos sabemos que no es así, que la música, el baile contoneante y nuestra vestimenta, está destinada para atraer a un despistado que mitigue nuestras carencias, o bien para demostrar al mundo que por unas horas somos los dioses de la fama, que las luces, los colores, la tenue oscuridad, son los cómplices perfectos para hacernos el centro del universo.
Los night clubs, tierra santa de los soñadores, de los que buscamos por un momento la inconciencia de nuestra decrepita vida, del anhelo incesante de reafirmación que existimos en una sociedad sin luz propia, más que de la artificial.

Viólame las ideas, mi cuerpo ya lo tienes, sólo basta una palabra tuya, una insinuación para que me lleves a otro lado.

Nos sentamos, la música populacha nos agotó, me preguntas unas cosas, un preámbulo para la despedida, para que me cortes y te vayas con tus amigos… soy victima de un cortejo sin garantía de sexo.
Prefiero caminar por la calle sola, es más fácil encontrar ofertas, fumar en la atmósfera fría, hacer un acuerdo libre de ruidos, sin tantas miradas juiciosas, y con la confianza de que trato con un loco taciturno igual a mí, no un pito loco olvidadiso.


G e i s h a

Sueños y complacencias

Es increíble lo que la vanidad hace, yo solía ser de las niñas desarregladas, que pensaba que un baño y ropa limpia era suficiente, pero ahora hasta me pinto las uñas, jamás en mi inmunda vida, he podido tenerlas largas, a lo mucho 3 milímetros y ya estoy desesperada buscando un cortaúñas, pero ahora hasta me admira mi actitud, haber cuanto me dura el gusto.

Para desgracia familiar tenemos a dos perros, uno que esta loco “Berlín” y el otro adoptado por mi sobrino, “Hotch”, dado que el día estuvo nublado, el loco de capital alemana, se quedó toda la noche en la puerta del patio, donde por suerte mía, está la ventana de mi cuarto.
Como me sentía infinitamente cansada pensé que dormiría sin ningún problema, aún con los ruidos del perro; iba entrando en mis placidas fantasías (que muy pocas veces se apiadan en soñar algo bonito), así que imagínense con quien soñé, nada más y nada menos que con “El artista”, reconstruí su cara exactamente igual que cuando me preguntó por el perfume y supongo que fue tanta mi sugestión que por alguna razón, él se acercó y me besó, posteriormente seguimos con el cachondeo, y hasta todavía puedo recordar mi satisfacción al constatar que estaba bien dotado, cuando ¡¡puuuttaaa suerte!! el mugriento perro comenzó a ladrar y me desperté, sabía que una vez rota la ilusión no podría reconstruirse, en esos momentos tuve el valor y el coraje para apalear a dichoso animal, pero no la fuerza, puesto que estaba agotada y no tenía las mínimas ganas de pararme, seguí intentando dormir y entré a múltiples sueños que eran interrumpidos por los ladridos de Berlín… ¡caramba!
En la mañana me levanté como a las diez de la mañana, gracias a la desvelada propiciada por mi linda mascota, entre mis planes contemplaba la posibilidad de irme al IAGO, donde hay una biblioteca hermosa y para suerte mía, justo en mi sala favorita esta una nuevo bibliotecario muy guapo, que ha últimas fechas ha sido motor para que vaya más seguido, él, obviamente es un coqueto de primera y de vez en cuando cruzo unas lindas miradas. Finalmente decidí quedarme en casa de chacha y lavar la ropa, y de paso terminar un libro autobiográfico de José Agustín, la verdad es que ese tipo me hace reír mucho y de él he aprendido términos para suplantar la “chaqueta”, como “turbación plus”, fuera de que como escritor y por los comentarios que he escuchado sobre él, que es un mamón de primera, me gusta, siempre, siempre, termino muerta de la risa con él, es decir con el libro.
Supongo que no podré subir este post hoy sábado, puesto que mi maquina desde hace algunos meses anda fallando para bajar la página de blogger y resulta una verdadera hazaña que funcione bien, espero poder subirlo, además de mis intentos frustrados en poner una que otra fotito, ya que compré un celular con cámara pero resulta que mi maquina tampoco reconoce el hardware, me lleva… próximamente subiré una imagen, haber que les parece, antes de que termine, acepto sugerencias de que les gustaría conocer de mi, sólo he recibo 2 comentarios, pidan, pidan, mientras estoy de buenas.

Geisha

viernes, mayo 26, 2006

A solas

No quería darte mi teléfono, ¡carajo! porque sabría que estaría esperando tu llamada, por eso no quise pedir el tuyo, ahorita te estaría llamando como desesperada y buscando un refugio, para mitigar estos momentos de ocio en los que deseo estar con alguien.

Si no te lo hubiera dado me resignaría a la idea de que nunca llamarás.

Está bien, en esta tarde de lluvia, mi mano, mi cama, las sabanas, la almohada y mis piernas tendrán que trabajar solas, mejor dicho solo conmigo.

Me ahorraré los remordimientos, los riesgos, los preservativos, los nervios y mis gritos…

Geisha

jueves, mayo 25, 2006

Perfume

Después de bañarme salí corriendo, me había retrasado para llegar al trabajo, me peiné, vestí y pinté; justo cuando creí que era hora de irme, por inercia regresé al tocador y me disparé en el cuello los últimos residuos de mi perfume, días antes había contemplado la posibilidad de cambiar de fragancia.

“El artista”, haraposo, con los cabellos ligeramente largos, delgado, de manos delicadas, masculinas y con las venas ligeramente saltonas en los brazos, hacen que cada vez que lo vea, me resista a decirle “tócame por aquí, por aquí…”.

Estaba detrás de mi, la distancia era muy poca, se acercó y me dijo:

- ¿qué perfume usas?

- Creo que… Carolina Herrera.

- ¿Es la fragancia del éxtasis?La recuerdo por una chica.

No seré esa chica, pero me encantaría borrarla de esa imagen que se te asocia a este perfume, para que ahora pienses en mí, medité en mis adentros.

Sonreí, dijo algo más que no alcancé a escuchar, mientras dialogábamos, en los cortos instantes, tuve miedo que se diera cuenta lo mucho que me atrae, él me esquivó, demasiada gente, podrían darse cuenta.

Esta es una de las pocas veces en las que un hombre me produce una atracción tan irresistible, y contradictoriamente prohibida.

¡Por Dios! Como me voy aguantar no incitarlo con la mirada, cuando esté a solas con él, a que cuando pasé cerca de mi, no pueda evitar contemplarlo.

Cuando salí del trabajo, dije que en cuanto fuera quincena, iría a comprar una nueva dotación del mismo perfume.

Geisha

martes, mayo 23, 2006

Bisexual amante de los hombres

Soñé a una mujer, era una persona más grande que yo, me impresionó la nitidez con la que la recuerdo, jamás en mi vida la he visto; yo estaba en su casa y era su amante, me recuerdo sentada en su sala, platicábamos de cosas triviales mientras veíamos televisión, teníamos una especie de acercamiento que nos proporcionaba mucho placer, pero no era algo sexual, o no recuerdo que lo haya sido, sentía que en el sueño éramos las personas más amorosas y que ella tenía una familia, por tanto era sumamente peligroso que me encontraran en su casa.

Ni siquiera recuerdo si era yo la del sueño, o bien era un hombre, supongo que mi inconciente me sacó algo de bisexual, pues según Desmond Morris, todos tenemos algo de bisexuales, ¿alguna vez has soñado con tener una relación homosexual? Supongo que vas a decir que no, estamos en confianza… ¡confiesa! ¡Por favor alguien que me diga que esto es normal, en las personas heterosexuales!

Tal vez después de leer este post, no vuelvas a visitarme, o pienses que soy un fenómeno, o algo así, aunque pensándolo bien… puede que si sea un fenómeno… pues no es la primera vez que tengo un sueño de este tipo.

¡Por Dios! ¡No soy lesbiana! Bueno eso creo…

Mejor hablemos de cosas más gratas, con respecto a los comentarios del post anterior, en que deje de criticar a los hombres en sus tácticas siempre iguales, y mejor diga como me gustaría que llegaran. Pues ahí les va. Antes de comenzar con mi choro, debo aclararles que en su visión masculina (por los comentarios que regularmente son de hombres), llegan a tener ideas contrarias a lo que quiero expresar, supongo que no me he explicado bien, intentaré hacerlo mejor.

Aunque parezca que critico a los hombres, sinceramente me agrada su jugueteo, hasta cierto punto lo disfruto, y pienso que si alguien me dijera, “hola me llamo x, y me gustaría hacerte el amor” (táctica kamus), yo no respondería con una bofetada. Primero me pondría a analizar la situación, el momento, la forma en como lo dice, si en su actitud hay delicadeza, amabilidad y sobre cachondez, además de cubrir el requisito que me atraiga físicamente, puede que hasta acepte, pero si no tal vez si le daría una bofetada, jajajaja!

Debilidad que solo he aceptado en mi “Aparecido”, por ser un caso sumamente especial. La verdad, es que no he pensado en una forma adecuada como me agradaría encontrar a un chico en la calle que tenga intensiones de algo más, me gusta la espontaneidad, las miradas profundas, las preguntas que tratan de encontrar una posibilidad, los sutiles halagos, los besos robados, que me digan que es lo que les gusta de mi, y sobre todo que insistan.

Yo soy una de las pocas personas a quienes erotizan con solo tocarme el cabello, y las clásicas (lo siento pero soy una mujer cursi como todas) soñadoras que que sin necesidad de exploraciones bruscas, toquen mi rostro, me abracen y me aprieten para sentirme chiquita, protegida por alguien más fuerte que yo.

Lo que más aprecio en un hombre es su delicadeza, amabilidad, caballerosidad, una buena plática, silencios, unas píldoras de amor momentáneo, discreción, y que me mantengan en un buen recuerdo. ¿Es demasiado?

Geisha

domingo, mayo 21, 2006

Lili y Ana

Tendí la cama, simbólica evidencia de no querer tener un desorden sexual, anteanoche soñé algo que no recuerdo, pero los rastros singulares de ese sueño, hacen clic con la realidad, es como cuando ves algo parecido y recuerdas.

No sé por qué, tengo imán para que se me acerquen las personas extrañas, frías, prácticas y simples, parecidas a mi, o por lo menos intentan serlo cuando estoy con ellas.
Nuevamente sola, ni una amiga, ni una llamada, una noche de sábado decrépitamente taciturna, pero mi demonio Lili, espera a que el enemigo se acerque, para atacar en el momento preciso y parecer la suculenta presa.

Por inercia decido caminar hasta un parque en un busca de fuego, miro alrededor, alguien fuma pero no me da la confianza suficiente para pedirle el favor. Reanudo el camino de regreso, me resigno a no convertir en ceniza mis cigarros, cruzo una plaza de canteras donde regularmente me siento, veo el cielo lluvioso y consumo el tiempo en un tabaco.
Alguien del otro lado de la calle salió de un café, miro de reojo, compara nuestra condición, yo sola, él solo, por unos momentos no doy importancia, hasta que se adelanta y veo la luz de su encendedor, encuentro la posibilidad de prender mi cigarro, me llega el aroma de MariJuana, él voltea, me ve por unos segundos y sonríe, Lili continúa e incita con la mirada, Ana reprime y corta el momento mágico del cortejo.
El hombre se sumerge entre los arquitos, yo sigo mi camino, sé que en unos instantes él estará detrás de mi, segundos después, reacciona, sale con pasos apresurados de los arquitos y camina tratando de alcanzarme, justamente diez pasos antes de que abra mi coche y me retire con la Ana resignada y mojigata, que siempre esta chingando en que debo de cuidar mi reputación. Lili, la manda al cielo, porque es demasiado santa para ser yo.
- oye, ¿sabes que horas son?
- No lo sé, creo que como las díez.
- ¿por qué tan sola?
Lili, gana nuevamente la batalla y dice que Ana, ya gobernó por mucho tiempo, las buenas costumbres, las noñerías torturosas de la abstinencia, quedaron en la niña bien portada, e hija de familia. Es hora de salir, es hora de aprovechar el tiempo que se acaba.
Me da gracia, Roberto sigue el protocolo de preguntas para romper el hielo; hombres, siempre con las mismas tácticas, primero la hora, después los comentarios obvios para confirmar mi celibato, luego los cuestionamientos de relleno, de qué me gusta hacer y quién eres, para finalmente caer en lo obvio.
Caminamos por las calles, con nuestras respetivas humaredas en la boca, cae ligeramente una lluvia, él recuerda mi nombre, pocas personas se lo aprenden, le digo; Roberto con la maestría de un viejo cazador, calcula mi edad y descubre algunas cosas con bastante tino, supongo que se debe a que nos parecemos en alguna medida.
¡Ay Liliana! Debiste ser hombre, me dije en mis adentros. Llega el momento de la despedida, él me pide mi teléfono, lo pienso por unos segundos, finalmente se lo doy sin pedir el suyo.


Geisha

sábado, mayo 20, 2006

Virginidad

Estoy en un gran dilema (gran duda Hamletiana), ir o no ir, esa es la cuestión. Aparecer donde no fui invitada. Yorke cumple 23.

Me siento la clásica decrepita mujer que recuerda a la perfección, mes, día, fecha hora, estado del tiempo, de todo lo que vivió con su anterior pareja. Debo confesar que no puedo desligarme de eso todavía.

¿Quieres que te cuente la historia de una virginidad?
Todas mis amigas, han constatado que las primeras veces son las peores. Siempre algo tiene que salir mal, o no se siente nada, o duele hasta su puts… (Como fue mi caso), o lloran, y para colmo son las típicas inexpertas que gritan a medio mundo, de manera indirecta, porque hasta para eso somos cobardes en decir “ya cogí”, que dejaron de ser vírgenes.

Las situaciones que muy comúnmente he visto, en mi y en otras de mis comadres, es que siempre, siempre, siempre, cuando no sabemos que es eso del sexo, pensamos que por un simple roce de una cosa extraña, a la que llaman pene, con nuestra amiguita “conchita”, tenemos el tabú de que podemos quedar embarazadas. Lo acepto, mi ignorancia de esos tiempos, ahora me da risa, y digo nosotras tampoco somos las únicas pendejas, no, también los hombres que no tienen mucho colmillo en el asunto.
Por ejemplo tener incertidumbre, que aunque no haya eyaculado dentro, tengamos la maldita duda, de ¿quedaré o no quedaré?
Esas cosas preocupantes son las más me ponen de nervios, supongo que alguna vez a ti estimado lector, también te ha pasado ¿verdad que es horrible?

Te resultará incoherente que al principio de este post, escribiera que hoy precisamente Yorke cumple años, y disculpa que te harte con este personaje, pero muchas de las cosas que pienso, que soy se las debo a él, y si, efectivamente, él fue el criminal en destrozar mi tan preciado himen.
Pensaba escribir la crónica de lo que pasó en el ritual de mi desfloración, dijeran las abuelitas, pero no, todavía creo que no es momento para hablar de ello, sinceramente no he escuchado historia más singular que la mía, tal vez pienso eso porque no conozco otros casos más originales que les haya pasado lo que a mi. En fin, esta historia se reserva para el aniversario de la desfloración de Geisha.


¿Por qué carajos no le di la virginidad a Yorke antes de ese momento?
Supongo que para que siga siendo la extraña, me pregunto porque no soy como las demás, tan atentas en las superficialidades… dicen que soy rara porque tengo una mirada pesada, que les molesta que hable poco, que no sea tan extrovertida como mi señora madre y hermana, que algunas veces resulte dura con mis comentarios, que rara vez un hombre se fije por lo que pienso, que deje ser y tener ideas antisociales y raras por las cosas que leo.

Supongo que para tener una gran historia que contar.
Supongo que era para quedar más traumada y deprimente de lo que era.
Supongo que era para unirme más en los viajes siderales, y perderme en mi misma.


I´lost myself

G e i s h a

viernes, mayo 19, 2006

Algo sobre la Geisha

Lo de Geisha, es un ideal por ser lo que no soy. ¿Pero quien me manda a no poder salirme de las reglas?

Mi abuelo me pegó la afición por la cultura de oriente, queda poco de mis raíces chinas, solamente la comida que él me prepara cuando voy a visitarlo, lo contradictorio del asunto es que geisha es un término japonés, y aún así me gusta.

En nuestra búsqueda por apegarnos a la descendencia a la que pertenecemos, mi abuelo es acupunturista, aprendió el oficio hace algunos años de unas coreanas y le enorgullece que le digan “doctor”.

Mi señora madre cuando puede, aprovecha para alardearnos como mujeres ejemplares… detesto cuando lo hace. Constantemente le digo que no tiene por qué andar divulgando mis logros y mis defectos, pero en su afán de encontrar alguien que juzgue su vida como ella juzga la de los demás, termina metiendo la pata y ocasionando envidias, que encontrando un buen consejo o elogio.

Desde que comencé a trabajar, me es más difícil cuidar los detalles de la casa, la intento de mujer que era, desarreglada, despeinada, triste, de porte inseguro, se borró con uñas pintadas, con bastante mousse en el pelo, una labial marrón, tangas y sostenes sexis, pantalones de vestir y de vez en cuando unos coquetos tacones.

El mundo virginal en el que viví, se desplomó, se convirtió camas sudorosas, en una tumba, en piernas angustiadas y un vientre incrédulo e insensible.

Esas son algunas cosas de mi insoportable yo, de mi insoportable pesadez, de insoportable insatisfacción, de insoportable felicidad.

Geisha

jueves, mayo 18, 2006

Debajo de la cama

Esto pasó cuando comprendí la importancia de la necesidad de un lugar privado, para verme con mi hombre…

Tocaron a la puerta, eran las 12.10

¡Te dije que llegaras a las 10, solo tenemos una hora!

Lo siento, tuve que acompañar a mi abuela.

Mientras entraba por la puerta se quitaba la camisa, sin esperar a que fuera amable, entró a mi cuarto, se sentó en la cama y se quitó los tenis.

De la misma manera me quité la ropa, suprimimos el calentamiento sutil, por uno más ansioso, me acompañó en la cama.

Olvidé quitar la música, Apocalíptyca no es tan oportuna para momentos de delicadeza, pero el ritmo nos aceleró.

No terminó la canción cuando escuché unos ruidos. La puerta principal había sonado, era mi mamá, los dos con cara temerosa dejamos de lado nuestra calentura y sorprendidos con la adrenalina más horrible que podríamos experimentar, le dije ¡métete debajo de la cama!

Apenas alcancé a vestirme cuando mi señora progenitora entró a la casa, y yo salía de mi cuarto.

Una hora pasó para que mi pobre hombre pudiera salir, sus chinos tenían polvo, se sentía indignado, y yo moría de la risa.

En la siguiente ocasión Yorke, advirtió que aunque fuera a mi casa, no volvería a esconderse debajo de la cama, o arriesgarse a saltar una barda, yo simplemente reí.

¿Te acuerdas?

Te extraño, aún debajo de mi cama.

Geisha

martes, mayo 16, 2006

Gobierno de la vagina

Dije que no lo volvería a hacer, dije que ya no volvería a tomar la iniciativa, dije que ya no gobernaría mi vagina.

Pero ahí estaba, mi otra yo, mi otra mirada perversa, mi otra faz ansiosa, mis otras piernas, mi otra forma de caminar, mi contoneo incitante decía que tenía que hacerlo.

¿Qué te crees? Deja de buscarte en cuartos, en camas ajenas, en coitos efímeros, en besos desmaquillados, en la libertad pasajera, en las copas alegres, en el humo expirado, en los polvos viajeros, en la irónica belleza de un pene femenino.

Toma mi útero, te entrego mi vagina, mis labios, mi monte, mi líquido vital; destiérrala de todo dolor, de todo remordimiento, de toda culpa.

Sácame de tu cama, quita las sábanas, quémalas, ya no quiero saber de mí, de esa yo; que ya no quiero revivir. Pero regresa… nuevamente regresa, ahí esta, sin advertir piedad, gobernando a la razón.

Mis piernas, las veo hermosas en la oscuridad, cárgame entre tus brazos, quítame la ropa, abrázame, pasa tus labios por mi cuello y finalmente mi sexo traga tu sexo.


Ese es mi gobierno, el gobierno de la vagina.

Geisha

sábado, mayo 13, 2006

El cuarto de los espejos

No me dejes sola en la oscuridad, me da miedo verme desnuda en un espejo desconocido.

Estas últimas fechas dedicaré unas cuantas de mis letras a mi mayor trauma amoroso, me pregunto qué nombre ponerle, pero no encuentro uno a la altura de este gran personaje de la literatura universal.
Paradójico el asunto, yo, de nombre de una película surrealista de Buñuel y él, de una de las mayores tragedias shakesperianas.
Este hecho que parece casual, influyó para que nuestra historia se infestara de un misticismo raro, de hechos que van más allá de la casualidad y una tragedia que concluyó con delicadeza y un severo golpe.

¿Por qué tenemos que recordar siempre las primeras veces? ¿Por qué no acordarse de las veces menos recordadas? ¿Qué es lo que hace que esas veces sean las que olvidemos con mayor facilidad?
Para no olvidar lo trascendente, comencé a escribir un diario desde el 2003, un gran libro de actas de 480 páginas, de las cuales llevo más la mitad, este gran libro (contaminado por muchas faltas ortográficas, por darme el lujo de utilizar los lugares más comunes y cursis), fue testigo de mis múltiples sentimientos destructivos y amorosos, el más importante y por el que gasté más tinta, fue al que llamo como “el mayor trauma amoroso”. Aunque en términos médicos, no creo que exista un traumatismo en el corazón, lo más correcto sería ¿un paro cardiaco?
Algunas páginas tienen corrida la tinta, a causa de un líquido extraño de mis ojos y nariz, sonará asqueroso pero la nariz también llora, y no con mocos, sino exactamente con el mismo lagrimeo, que es insuficiente de salir por vía oftálmica.

Le pondré Yorke, por su grupo de música favorito.

If you go back

Las primeras veces que lo vi, me aturdía su mirada dura, impávida, con una frialdad silenciosa, cualidades que también arguyen a mis ojos.
Una de las ocasiones que nos reuníamos para recomenzar nuestro quehacer literario, en alguna revista o suplemento que nos adoptara como niños huérfanos, sin premeditarlo, en esas platicas que se extienden de un tema a otro, hablé que me encantaba la chamarra roja de un tipo que me gustaba.
Pasado el tiempo, Yorke, era una composición perfecta, alto, delgado, cabello chino, unos labios delgados, vestido con pantalones de mezclilla, chamarra y tenis rojos. Desde ese momento supe que, el rojo era nuestro color favorito.
Suprimimos el clásico protocolo del noviazgo, tu me gustas yo te gusto, vamos a probar nuestra intimidad, sin un compromiso claro.

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Tenemos mala suerte, la casa de mi mamá ya se rentó ¿vamos a un hotel?
No, yo no voy a entrar a un hotel.
Mmm, pues vamos al cine.
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El cine se infestó de gente, Yorke la maldijo, pues no lo dejaría actuar sigilosamente. Se limitó a abrazarme y a esculcar debajo de mi chamarra, en el mínimo motivo de humor de la película, trataba de descargar en una carcajada las cosquillas de sus burdas caricias, él, quitado de la preocupación y la pena, no hizo caso a mi atolondrada voz.

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No voy a entrar a un hotel.
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Yorke tomó en serio el comentario, y encontró el lugar perfecto para nuestros próximos encuentros, “el cuarto de los espejos”.
Una habitación compuesta por espejos en la pared en formas triangulares, una cama king size, una ventana mal tapada por una cortina, de donde recuerdo a contra luz, su figura desnuda con una hermosa erección.
Ese sería el espacio que usurparíamos, sin importar lo que pensara de nuestro abuso de confianza, el dueño de la casa, ese era el segundo hogar de Yorke, ese fue uno de los diarios que escribieron nuestra historia.

Parte I, continuará…

G e i s h a


jueves, mayo 11, 2006

Moralinas

Me acostumbré a la brusquedad de los males, a evitar los protocolos de calentamiento antes de tener sexo.

Llegué a la cama individual, como si fuera la primera vez que me tocaban, con las mismas barreras, cada caricia era una tortura, un estremecimiento que me provocaba unos escalofríos y cosquillas, que resistían a ofrecer mi intimidad.

El grotesco pensamiento de decirle “deja de hacer eso, bajate los pantalones y entra ya”, fue suprimido por un remordimiento que dijo “no mames, eso no se dice a una persona que quieres”, pero la mala costumbre de ir al grano, de quitarme la ropa, de abrir las piernas finalizar en un breve cansancio, se hizo normal.

Olvidé hace tiempo que en esos largos protocolos, de besos, de caricias, de la exploración ínfima de los dedos en mis curvas, de las lenguas que saboreaban mi sudor como elixir sagrado, existía placer.
Olvidé también que en mi pasado intentaba hacer el amor, y que tenía un poco de respeto en este término convertido en sinónimo de “coger”.
Salté ese tramo, y ahora que retornaba a las caricias con afecto, regresaba a vivir las “primeras veces”, me sentía como la mamona mojigata que no quería ser tocada a causa de grandes dosis de moralinas familiares, que castigaban con infiernos de remordimientos.
No, no creas que fue eso, lo olvidé en alguno de los cuartos en el que violaron mi respeto.


G e i s h a

miércoles, mayo 10, 2006

Para las mamás

Hoy es diez de mayo, y las cadenas televisivas, anuncios publicitarios te instan a consumir cuanta cosa puedan venderte, para demostrar nuestro sentimiento consumista de pagar el afecto, que nuestra madrecita santa nos regaló a lo largo de su vida, sacrificando muchas veces su libertad por la nuestra… ¿pero quien la manda a traernos al mundo? De seguro es un pensamiento, que le ha rondado por la cabeza, al darse cuenta lo difícil que es educar y mantener a los pinches diablillos, mal hijos que somos, por eso y muchas cosas más (dijera la canción) creo que las mamás son seres increíbles, por lo menos la mía, considero que lo es.
Hablar de mi jefecita, como dije anteriormente es definirla como “un culo de vieja”. En el buen sentido de la palabra, independientemente que sea una de las pocas mamás que conozco que conservan unas caderas y unas pompas bien proporcionadas, con una cintura de 70 centímetros; que muchas veces maldigo por no haber heredado.

Hoy por la tarde anduve pensado qué regalarle, si darle el dinero, o comprarle un detalle, que déjenme les digo, no es nada fácil de impresionar o complacer. Días anteriores tuve la cruel idea, de que estas fechas eran inútiles, y me resistía a gastar parte de mis ahorros para comprarle algo, ya que simplemente los medios nos hacen gastar a lo tonto, y que por otro lado, redimían en dolor a las mujeres que por x ó y, circunstancia no tienen hijos, o los muchos tantos de personas, que han perdido a su progenitora, o no la tienen.

Entre mis planes, huyo de este maravilloso y esclavizante oficio, y planeo que si después de los 30 años, no he parido, tendré que huir del país y buscar refugio en otro lugar donde no celebren el día de la mamá, para que no tenga que soportar la ola mediática y a los múltiples comentarios familiares crueles de “ya se te esta leyendo el tren, haber si te animas con un bebe…”
Pero no quiero hablar de mis pos traumas, sino exaltar lo mucho que quiero a mi jefa, como es clásico de éstas fechas, podría decir que entre sus máximas muestras de amor, están las veces que a menudo apaga el estéreo, por mi hueva en desconectarlo, o cuando prefiere comprar comida en lugar de torturarme con sus inventos gastronómicos, o las innumerables veces que se queda esperando mis retardos al llegar a casa.
Hablando de cosas contrarias, porque en este mundo todo tiene un contraste, están las cosas que más odio de mi madre, por ejemplo, que cuando lave los trastes no tenga la delicadeza de acomodarlos, o que los cubiertos no los ordene en el cajón de la alacena, también que utilice sus clásicos chantajes emocionales, con premeditación, alevosía y ventaja, para que realice cosas que no quiero hacer.

Fuera de estas ventajas y desventajas de las mamás, insisto en ponerle un altar, por soportarme y ser mi esclava (dijera Engels) durante estos años, en que me ha alimentado, educado, mantenido mis caprichos, cuidado cuando estuve enferma y sobre todo por haberme brindado amor, que gracias a eso, he podido probar un poco de la felicidad, que se dice existir en el mundo.

Por su atención mil gracias.

G e i s h a

Modales

Me he quedado pensando con respecto al comentario de mi tan distinguido visitante “Indigenlte Iletrado” y sus tan fructíferos comentarios que siempre son motivo de una profunda reflexión.
En esta ocasión, me he puesto a meditar sobre, lo que comenta en sus modales nulamente caballerosos, y su creencia que éstas practicas se refieren a cuestiones sexistas.

Ceder el asiento, recorrer la silla, encender el cigarro a una mujer, son modales que yo sinceramente aprecio en un hombre, y no porque sienta que deba tratarme como una discapacitada o inútil, sino porque creo firmemente que se debe a una situación cultural, que se ha convertido en una costumbre, que a muchas mujeres nos agrada, y no por ello, voy a preservar la tan desagradable discusión sexista entre hombres y mujeres, entre si uno es más débil que el otro, entre que si uno es mejor que otro, diferencias las hay; tanto un espécimen como otro tienen contrastes, pero los modales de caballerosidad, aunque hayan nacido con esa intención de “resguardo, de protección al débil”, creo que su sentido en la actualidad ha cambiado (por lo menos yo lo percibo así), a uno más costumbrista, que adquiere un carácter de amabilidad, atención y ayuda, en contraste al de superioridad machista.

Si analizamos el otro lado de la moneda, puede que a algunos hombres les moleste este tipo de practicas, porque de manera simbólica, no toleran el supuesto carácter de “servilismo” que se podría entender con estos detalles a una fémina, entonces ahí sí, estamos hablando de cuestiones sexistas.

Agradezco estos detalles infinitamente, por lo menos de mis parejas en turno, no crean que soy la clásica mamona que exige a cuanto varón conoce que se comporte de acuerdo a mis gustos, no, pues aunque sea mujer, tampoco se me quita nada, por ceder el asiento a un viejito, a una mujer que carga un niño, o incluso a un varón que tenga alguna discapacidad, o encenderle el cigarro, cuando tengo a la mano el fuego, y proporcionárselo a un hombre, que muchas veces he hecho y sinceramente no me molesta, porque lo veo como un acto de ayuda, atención y amabilidad, que de incompetencia, inutilidad o discapacidad.

NOTA: Contextualizo el motivo de este blog, se debe a que en el anterior post titulado: “En el viaje”, dije que agradezco los modales caballerosos de un hombre, y aprovechando, invité a mi estimado visitante “Indigente iletrado” a que viniera a tomarse unos mezcales a mi ciudad, por lo que su respuesta fue:

Indigente Iletrado dijo...

¿Cúal es tu pueblo?
Aunque no cuentes con que te deje pasar primero, ni te ceda el asiento, ni te recorra la silla, ni te encienda el cigarro. Me precio de no ser un caballero.
Aunque soy amable, es sólo que no soy sexista como tendría que serlo para andar tratando mujeres como discapacitados.Iré por un cigarro.

Respuesta:
No te preocupes, no me molestaré. Todavía no eres mi amante.

G e i s h a

Reencuentro

¡Por Dios! ¡Por Dios! He llegado a casa con las terribles ganas de escribir lo que me ha ocurrido esta tarde, algo que no me esperaba.

En mi trabajo, el hijo de mi jefe me invitó a un evento donde tomaría protesta, como nuevo dirigente de alguno de los tantos frentes del partido tricolor; aclaro, soy una persona apolítica, por tanto no soy militante de ningún grupo político, pero asistí al evento para conservar mi chamba, y de paso para percatarme del ambiente que hay en mi ciudad, ahí encontré a la crem de la cremé, de los políticos jóvenes en mi Estado.

El evento tuvo un retraso de casi hora y media, posteriormente soporté los mismos discursos trillados que trataban sobre el próximo triunfo del candidato “el madreador”, así como los clásicos achichincles que alardeaban de las obras del señor gobernador, demagogia, demagogia y más demagogia.

Tuve que tolerar una serie de discursos, para percatarme del grado de cinismo político de jóvenes que alguna vez conocí, con diferentes ideas y diferentes cuerpos, sus utopías se habían convertido en las mismas formulas del discurso político kitsch; de los cuerpos adolescentes, delgados y joviales, quedaban panzas grasientas, combinadas con gases alcohólicos y de aroma a tabaco añejo.
Me alarmó, la repentina transformación, de ser jóvenes inmaduros, a futuros aspirantes traficantes de corrupción.

Cuando terminó el evento, no pudieron faltar las hipócritas felicitaciones y saludos que tuve que dar por obligación. Fuera de está atmósfera, llegó el momento de huir, caminé a la salida, buscando al hermano de mi máximo trauma amoroso, que para acabarla, ahí estaba. Mientras buscaba al ex cuñis, para saludarlo y preguntarle sobre la próxima elegía, vi muchos rostros, hasta que sucedió lo inesperado, mis pequeños ojos, se abrieron lo máximo posible del impacto, era la persona que jamás pensé encontrar ahí ¿te imaginas quien? No, no lo creo, porque cuando hablé de ésta persona, muchos creyeron que era un alucín mío, descrito de forma en que narraba un cuento callejero.

Era quien había olvidado mi nombre y me había bautizado con otro, el mismo de los labios antojables, que había besado en el cuello, después de haberlo conocido diez minutos antes, si, efectivamente, era Polo.
Mis nervios, mi estupidez, no me permitieron más que pasar al lado, con la mirada firme, fingiendo una inmutabilidad, que él también trataba de controlar, intentado seguir una charla que difícilmente lo hacía hablar, mientras yo caminaba a un paso de distancia.

¡Carajo! segundos después me arrepentí de no haber jugado con mi voz y susurrarle al oído “hola Polo” con la voz más cachonda que me hubiera podido hacer, para intimidarlo nuevamente, pero ¡mierda! No pude, soy una cobarde, de efectos retardados.
Caminé en dirección a mi ex cuñis, lo saludé, vi la espalda de Polo salir del lugar, me despedí, subí a la camioneta que nos transportaba, en la salida lo busqué, ya no estaba, cuando me resigné a su desaparición, fijé la vista enfrente, lo descubrí dentro de un auto que miraba con dirección a mi.
Los autos avanzaron y la ilusión se perdió en las cortas miradas, y los diferentes caminos que tomamos. (¡ay, qué lindo sonó! Como de telenovela, jajajaja!)
Me sentí como de secundaria, con la misma emoción del cortejo infantil, con la sensación de malestar en el estomago a causa de los nervios, con el gusto de haber visto al chico que te atrae.
Espero volver a encontrarlo, está vez no escaparemos.

G e i s h a



lunes, mayo 08, 2006

En el viaje

Me les fui tres largos días y pensé que me extrañarían o dejarían comentarios de: ¡regresa! ¿Dónde estas? Pero supongo que aún no los he convertido en maniaco - dependientes de la lectura de este blog, uuuyy! ¡Que lástima!

La noche que escribí el último post, me di cuenta de mi patético estado de abstinencia y tomé la decisión de salir de viaje, aprovechando el puente.
Se preguntaran a donde fui, respuesta: a la ciudad capital… a ver al supuesto “látigo”, o al que he bautizado como mi “Aparecido”, ya que estudia, en la que se supone es la “mejor escuela particular de México”, así que pueden suponer su “ego de intelectual”.
El viernes en la mañana, me escapé de casa diciendo que iría a ver a una de mis tías, tomé el teléfono, le avisé a mi hombre que ya estaba en camino y que fuera por mí. No sé por qué, me entró cierto miedo de que el susodicho me dejara esperando, por lo que se me ocurrió sería el pretexto perfecto para mandarlo al diablo.
Lo curioso del asunto, es siempre que estoy con él, absolutamente todas las veces, hay un recordatorio de mi anterior y mayor trauma amoroso.

Ejemplo de ello fue cuando abordé el autobús y vi que en el asiento de enfrente, estaba uno de sus primos, el segundo ejemplo fue cuando llegué; (afortunadamente ya estaba en la terminal y arruinaba mis planes malevolos) mi Aparecido, me informó, que el hermano de aquel, había llegado, porque habían quedado de ir al concierto de Depeche Mode, que para nuestra mala suerte no alcanzamos a comprar boletos, conforme a nuestra limitada economía.
Con estas dos personas, tuve los recurrentes y clásicos pensamientos de no querer olvidarlo, pues ¡como! Si a donde voy, encuentro rastros de él.

Después iré hablando de este asunto, una larga historia, que está siendo reservada para mejores fechas, y será la solución a muchos de mis blogs inconclusos, e infestados de un deprimente y extraño recuerdo.
A mi llegada, mi señor, me trató de lo lindo, supongo que eso de “lindo”, se refiere a que no estoy acostumbrada a los buenos y esplendorosos detalles de un novio en forma, ya que
nos fuimos a comer a un restaurant donde probé un clericot y una paella con mariscos, (imagínense para qué) deliciosa.
Ese primer día, para la mala suerte de mi hombre y de los mariscos, no echamos pasión porque estaba en la publicación menstrual de mi revista femenina.
Supongo que este viaje fue memorable, dado que es la primera vez que duermo en el cuarto de una de mis parejas, y déjenme decirles que fue de lo más incomodo, pues en una cama individual, con un hombre que es lo doble de lo que yo soy, ¡uy!
Independientemente de la incomodidad física, fue rico, me di cuenta de lo mucho que lo quiero, pero sólo una cosa no termina de encajar, adivinen cual…
El segundo día, lo llamaré “trifásico”, día para el debate político, donde me chuté un proceso, que analizaba los perfiles de los tres candidatos a la presidencia. Me dieron ganas de vomitar en el rostro de los tres.
Por la noche no pudo faltar el alcohol, el tabaco, las alitas y lagrimas infestadas de humor negro, ese si fue un gran viaje, para sentirnos los guerreros capaces de cambiar al mundo.
Entre los detalles molestos de mi hombre, es que es un descortés de primera, cualidad que me caga en los ahora si, bien nombrados ani (males), y me choca andar enseñándolos, digo ¿es tan difícil entender que a una mujer se le debe resguardar en la orilla de la calle, jalarle la silla cuando se va a sentar, abrirle la puerta del coche, encenderle el cigarro… etcéteras y más etcéteras?

Por el momento creo que es todo lo que les puedo platicar; dado que se aproximan las fechas de las santas progenitoras, dedicaré unas cuantas líneas a la mía, y no se preocupen, no escribiré las clásicas mafufadas mediáticas, basta con adelantar, que puedo describir y definir a mi madre en dos simples palabras, como un ¡CuLO de vieja! Pero eso lo dejamos para el siguiente post.

Por lo visto les encantó el post de los moteles, espero recordar una que otra anécdota de estos lugares, y mis múltiples aventuras e ideas sobre estos lugares, a los que he bautizado con el nombre de “sementerios de pasión”(sic).

Nos estamos escribiendo en proximo blog, por cierto Indigente, lo del mapa no es necesario, cuando quieras puedes darte una vuelta por mi ciudad y nos echamos unos mezcales.

G e i s h a

jueves, mayo 04, 2006

En las nubes

------- Ayer...


Día lluvioso, poca gente caminaba por la calle, después de escribir el blog, salí del centro de computo, caminé unas calles, subí a santo (centro de reunión fresa) compré un cigarro, hacía un ligero frío, subí a una de las plazuelas donde te puedes sentar en los grandes macetones, todo solitario, ni un alma; como el humo espanta los bichos voladores, la amenaza de lluvia había desierto las calles, sin pena me recosté y terminé el cigarro, miré el cielo y me pregunté ¿qué pinche loca como tú, se viene a acostar en este parque solitario?

Si, sólo yo soy capaz de soportar esta soledad, caminar con la confianza de que no me pase nada, a altas horas de la noche. Ya deja de decir estupideces, y mejor piensa lo que una niña normal pensaría al mirar el cielo, a ver, a ver ¿que pensaría? Ah! Ya sé, pediría, un deseo a las estrellas… ¿qué diablos? Es que acaso no te das cuenta que hay nubes que amenazan con llover, y tú, muy quitada de la pena acostada en las macetas, lejos de casa y todavía fumando!

¡Bendito ocio! quiero coger y no tengo con quien. Pero ¡ssshhhh! (sonido onomatopéyico que pone dedo índice en los labios), no le digas a nadie.

G e i s h a

miércoles, mayo 03, 2006

Preguntas de motel

¿Cuándo vas a un motel te has preguntado esto?

¿Cuántos chingados calenturientos, igual que tú han estado en esa cama?

¿Cuántas vomitadas tiene la alfombra?

¿Cuántas embarradas de semen tiene el espejo?

¿Cuántos cigarros han quemado la colcha?

¿Cuántos autos se han quedado descompuestos en la cochera?

¿Cuántos gemidos guardan las paredes?

¿Cuántas babeadas tienen las almohadas?

¿Cuántos preservativos derramados se han quedado en el buró?

¿Cuántas manchas de sangre, guardan las sabanas gastadas de tanto lavar?

¿Cuántas virginidades se han quedado como trofeo?

¿Cuántas mujeres se han embarazado?

¿Cuántos homosexuales han tenido sexo?

¿Cuántas violaciones han ocurrido?

¿Cuántas trabajadoras del buen oficio, han ofertado su cuerpo?

¿Cuántas infidelidades albergan los mentirosos?

¿Cuántas camaristas han limpiado mil y un porquerías?

¿Cuántas parejas han invitado a uno de más?

¿Cuántos se han infectado de alguna enfermedad en ese cuarto?

No es por asustarte, pero yo prefiero mi cuarto, aunque tenga que esconderlos debajo de la cama.

G e i s h a

El alimento de los mortales

Innumerables veces me he quedado con las ganas de besar a un hombre, pero otras no, causal de ingerir el alimento de los dioses. Me resulta sumamente estupido que necesitemos de esto para tomar decisiones que en otro estado no haríamos, nada más demostramos lo mucho muy débiles que somos… me cala… aunque, pensándolo bien gracias a ello, conocí una boca exquisita, unas caricias que me hacían tocar la delicadeza de lo brusco, el tiempo sin segundos, y el sabor de una adrenalina que nunca más he experimentado.

El tiempo se fue en fracciones de segundo, lo recuerdo como una realidad confundida, su boca pronunció palabras que se mezclaron en poesía construida a base de humo y con las frases que mis oídos querían escuchar.

No puedo describir lo indescriptible, pero fue una caricia de los dioses malditos que por desgracia se convirtieron en humanos.


Como una perra hambrienta, lancé sobre él, mi cuerpo, usurpada por un deseo desconocido, desgarré su boca, mi lengua lo desarmó a cualquier rechazo.

Una vez, una vez, una sorpresiva vez estuve en su pecho, en su boca, en sus fantasías, en el terreno de lo prohibido, el recuerdo se esfumó con el alimento de los dioses, con los límites de lo indebido.

En otra etapa de la historia… lo hubiera mirado con el interés de hoy, una palabra, una mirada, una caricia, un detalle … era suficiente.

Cuando éramos niños… ¿lo recuerdas?


Foquin familiar system.
G e i s h a

martes, mayo 02, 2006

Arriba

De amantes y amoríos estoy sedienta… hablando de primeras veces, una de las ocasiones más memorables fue cuando por primera vez estuve arriba, es decir, cuando después de tanto esfuerzo en mis caderas pude moverme bien….

Hacíamos vibrar la cama, el colchón fluía como agua, el male estaba quieto, gemía ligeramente, mis rodillas soportaban la fricción del poliéster del nicho, sudaba a mares, trataba de acomodarme el cabello, que revuelto cubría gran parte de mi espalda, el éxtasis fue tal, que acompañado de un cansancio horrible en mis piernas, se cortó cuando en un susurro dijo: “me voy a venir…”
El placer, el cansancio, la ilusión, terminaron.

G e i s h a

El corte y las fotos

Llevo un año intentando contarme el cabello, pero sinceramente no puedo… 60 centímetros de largo, siete canas y casi medio kilo de peso, tras cinco años de dejarlo crecer a las anchas de mi cabeza, no es cualquier cosa.
Mi cabellera ha contribuido a que mis compañeras de la universidad, me apodaran “niña del aro”, pues, tengo los ojos rasgados, y una vez llegué a mi límite de mezcal (bebida regional de mi pueblo, parecida al tequila pero doblemente fuerte) en una de las tantas pedas, que organizaban en una casa que está en pleno campo.

Esa vez, recuerdo que me sentía, tan, pero tan mal, que decidí apartarme de la fiesta para no hacer feo y evitar panchos; como tener la lengua suelta, decir incoherencias, o caerme cuando intentase caminar, así que me senté en una banca entre dos árboles, lo que recuerdo es que todo me daba vueltas y en mi afán de tranquilizarme, incliné la cabeza y parte de mi cabello cubrió mi cara, de repente todos los conbebedores fijaron la atención en mi, y dijeron que cuando me miraban realmente sentían miedo, pues yo ebria, pálida, con el cabello suelto, largo y negro, les recordaba a “la niña del aro”, ¿ahora comprenden por qué el miedo de Polo?

En los inicios de mi carrera, unos chavos que iban en semestres más avanzados me invitaron a que participara en un corto, que trataba sobre una leyenda urbana, y necesitaban a una mujer de cabello largo que representara a la muerte. Yo encantada acepté, cuando vi el corto, realmente me di miedo.

También entre mis tantas locuras, después de hacer el semidesnudo en la empresa, en mi materia de fotografía, me explayé y aproveché mi pelo para crear múltiples composiciones, como la clásica de cubrir tus senos, o sentarme en una silla, cruzar las piernas y como Eva, cubrir lo necesario con la cabellera, o ponerme un corsé de encaje de mi mamá, una falda larga, con botas, y mostrar una pierna para construir una atmósfera en las épocas del “western”, ¡qué ideas las mías! Y eso que me considero una persona tranquila…

Entre mis intentos de fotógrafa, también tengo la manía de tener fotos de los “males” que me gustan, con dos de mis grandes amores platónicos me tomé fotos en semidesnudo, con uno de ellos no pude tener más que una extraña “amistad”, pero cada vez que recuerdo su nerviosismo me provoca una gran risa, pues esa vez, yo muy quitada de la pena, me saqué la blusa; para ese entonces, él todavía estaba en calidad de amigo, por tanto no me conocía a fondo, una de mis amigas era la encargada de la cámara, yo le ordené a “Tomacito” que se acostara en la cama y se quitara la playera, él repeló, pues argumentaba que tenía una panza horrible, se acostó y yo sin el menor problema que me le pongo encima, ¡uy! sin tocarlo o hacerle cariñito… sentí algo raro entre mis piernas… algo se puso rígido y saltó entre sus pantalones… lo malo del asunto es que había compañía, y todavía estábamos semivestidos.

¡Aaaahh! (suspiro nostálgico) Tiempos aquellos… ¡como extraño la universidad!

Regresando al tema del pelo, en noviembre pasado, dije que lo cortaría, no pude, entonces comprendí que deshacerme de él, representaba algo que sigo aferrando y no puedo dejar ir.
Posteriormente hablaremos de eso.



G e i s h a

lunes, mayo 01, 2006

Malas influencias

El sábado una de mis mejores amigas me llamó para darnos una vuelta por algún antro, pues según ella tenía algo que contarme, yo accedí. Una de mis virtudes es que sé escuchar y supongo que eso, es algo que les encanta a mis amigas.
Cuando llegó a mi casa, mientras me pintaba ella no se contuvo y me soltó la sopa, “terminé con **** (pongámosle Chuchito)”. No me admiré, pues es de las relaciones más estables que conozco, mi primer pensamiento fue, “mañana regresas con él ¿eso era lo importante que me ibas a contar?”

¿Adivina quien me dio valor para hacerlo? Dijo, respondí dos o tres nombres erróneos, ella resolvió, fue tu blog. ¡Wou! Eso si es importante, la miré.
No pensé que tuviera tanta trascendencia este espacio, más que mi auto terapia ante tanta desgracia personal.
Mi amiga “Chuchita”, es una de las mujeres más calzonudas que conozco, con un pensamiento brillante y racional, excelente oradora, de porte seguro, pero autoritaria en imponer sus ideas como las correctas, defecto o virtud que a muchos nos incomoda y que le ha servido para su carrera de abogada.

Esa noche, antes de irnos al antro a bailar, fuimos a tomar una copa, para entrar en calor y hablar de su asunto. Nos encarnizamos en una discusión que excluía del todo a su ex, y hacíamos más prolífico nuestro pensamiento, hasta llegar al punto que algo pasaba en nuestras mal sanas vidas, ella decía que quería vivir lo que yo había vivido, y yo por mi parte experimentar lo suyo.

¿Quién nos entiende? Nunca estamos conformes con nada.
Me sentí como la liberal, vale gorro, que sinceramente no soy, bueno tal vez un poquito.
¿Tan mala influencia seré? ¿Tu qué opinas? Digo, por escabecharme a uno que otro hombrecito, tener menos vergüenza que mi demás colegas, escribir y hablar a calzón quitado, etc. ¿qué tanto peligro puedo representar?

Por cierto hablando de esto, recordé que hace algunos años en mi escuela, el típico modelo educativo funcional-capitalista de las escuelas privadas, en una de las materias de “taller de emprendedores”, nos pidieron que creáramos una empresa, a mi, se me ocurrió un estudio fotográfico, y para causar más impacto en las fotos de muestra, que hago un semidesnudo… no sé porque tengo la fascinación de hacer fotografías de ese tipo, el asunto es que muchos morbosos de la escuela llegaron a ver las dichosas fotos, no enseñaba la gran cosa, pero no faltaron los comentarios “órale con tus fotos, cuando quieras yo te las tomo…” , en eso tiempos todavía era media sonsa, así que no lo tomaba muy en serio. Posteriormente a esta primera experiencia, muchas de mis compañeras empezaron hacer el mismo tipo de fotos que hice. ¡Qué copionas! Pero vaya influencia que tuve!!
Por hoy, es todo lo que tengo que contar, por lo visto, los post anteriores no tuvieron muchos comentarios, así que he de suponer que debo moderar mi vocabulario, ya que producen cierta reacción de incomodidad ¿me equivoco?



G e i s h a