domingo, junio 20, 2010

Configuraciones

He tenido sueños consecutivos, cuyo objetivo es el mismo.
Si he de bajar a lo más profundo de mis emociones, ahora es el momento para ello, ir hasta el pozo mas profundo. Cosa peligrosa, porque en ese viaje, me he dado cuenta que por accidente suelo confundir el pasado con la realidad.
Me he quedado absorta recordando, recuperando cada detalle, sin que pueda volver a sentir el placer de esos momentos.
He soñado. He fragmentado cada recuerdo en un sistema que ya no tiene reparación. Noches largas y erotización dañina. Porque a ese hombre que amé, a ese otro hombre que deseo, a ese otro que extraño, resultan ser parte del mismo espejismo, de configuraciones distorsionadas y retazos de esperanzas nunca realizadas.
He aprendido a dormir desnuda, a quitarme la ropa para saber que ya no hay límites, que ya estoy lejos de todas esas cadenas que me impuse, a cambio de encontrarme sin querer lograrlo. Nada.
Me he quitado la ropa, para sentir que realmente estoy sola, que no necesito una mirada para saberme desnuda, para saberme mía, para introducir mis dedos, y luego llevarlos a mi boca.
Cada noche viene a mi cama un hombre diferente, una configuración que toma carácter propio, que ya no es parte de mi fantasía.
Una noche el pintor me ama, otra noche, el patán con su boca exquisita me dice con su lenguaje soez cuando me desea. La siguiente noche un hombre que no conozco me hace sentir un placer que no me agota, que permanece y me despierta un olor a sexo consumado.
La soledad no me satisface. La soledad me pone a prueba, me invita a tener fantasías para solventar mis carencias.
Vacíos que no son presentes, sino arrastrados de mucho tiempo.

domingo, junio 13, 2010

Agotada

¿Cuánto tiempo has invertido en mirarlo entre tus fotos? ¿Cuánto tiempo has invertido en imaginarlo entre tus fantasías nocturnas, reviviendo un placer que no ocurrió?
En vano han pasado tantas horas. Añoras la posibilidad que ya no tienes ahora: verlo.
¡Verlo! ¡Verlo de nuevo!
Pero ese verlo de nuevo, es un plural. Es haber tenido a todos esos cuerpos que deseabas, sin que en ninguno de ellos hayas dejado un rastro de ti. Has amado lo efímero, la figura, el reflejo, el oasis de otros, en facciones similares de un ‘él’.

Justo esa sensación se ha vuelto una constante. Buscas permanecer en esa posibilidad de encontrar y desechar del mismo modo. Construirte una historia, donde la parte que más amas del romance, no es la presencia de un hombre, sino la sensación de su ausencia.

Quieres verle de nuevo.
Mirarlo mientras tomas café, sin esperar que él te intercepte con su boca.
Le correspondes. Has deseado besarlo desde hace mucho. Te has controlado lo suficiente, para nunca haberlo demostrado.
Tú sabes cuál es el siguiente paso. Él aún duda, pero eres dócil. ¿Cuántas veces lo has hecho de la misma manera?
¿Cuántas veces te lo han hecho de la misma manera? ¡Qué importa!

Importan tanto, como el hombre que la última vez tuvo acceso a tus piernas. Abriendo las piernas. Abriendo tus piernas.
¿Duelen tanto las ausencias? ¿Duele tanto saber que el anterior fue lo mismo? ¿Duele realmente eso? ¿Duele el que se haya borrado, como todos aquellos que dieron por vencida esa batalla de conquistarme antes de comenzarla? O duele más el haberlo hecho fracasar porque tú así lo quisiste.

¿Qué compleja se ha vuelto tu soledad? ¡Qué complicados se han vuelto todas esas emociones que no debieron haber ocurrido!

Desde el primer momento dio muestras de que nada cambiaría, de que seguiría siendo la misma pieza de carne podrida. La misma que quisiste comer sabiendo de antemano las consecuencias.

¿Realmente quieres verlo? ¿Para qué?
Sólo quieres saber eso que no ha dicho. Sólo quieres comprender tanta maldita indiferencia. Tanto egoísmo en su cama, tanta simplicidad te sabe amarga, te sabe a frigidez, te sabe a un ‘nunca te hubiera conocido’.

Entró a tu cuerpo imperfecto, comandado por unas letras simples e insistentes. Sencillo. Te rendiste por un poco de placer a cambio de la historia que ya sabías, la que has contado mil veces, la que intentas ya no contar, porque ahora te sabes agotada.

Estoy agotada y quiero escribir otra historia.

domingo, junio 06, 2010

Tres crisis

Tres crisis se han notado en mi única y humildísima obra literaria. Esta es la tercera. Hace unos meses me enteré que no sería aceptada para entrar a la maestría en letras hispánicas en la UNAM, era de esperarse, no tenía un proyecto aceptable, no tenía relaciones en la escuela, ni palancas, ni tampoco tenía todos los conocimientos necesarios para demostrar en el examen mi genialidad, mi perfil a simple vista es la de una don nadie.
Las cosas sólo se pueden ver a posteriori, nunca se debe ver el destino como algo futuro, sino como algo que ya pasó. El día que dieron los resultados, fue el día en que también supe que este año me iría de México (temporal o definitivo, eso no lo sé).
Un día sin creerlo, después de mucho, amanecí en Nueva York, de la emoción, abrí la ventana y grité: ¡Nueva York, tienes el privilegio de tenerme aquí!
Después de un paso torturoso por el desierto, los riesgos, el pollero… naah, ¡ustedes qué creyeron! eso no es cierto, aunque en definitiva ese relato hubiera sido más interesante y novedoso, que seis horas dormida en un avión, lo único torturoso fue el paso por la aduana, de ahí con mi inglés nefasto llegué a donde tenía que llegar.
Esta vez toda mi familia después de tacharme de huevona y desubicada, por fin aceptaron que se habían equivocado y me vieron con mejores ojos.
No pude despedirme de la banda metalera, mezcalera y defectuosa, pero a todos esos lectores amables, caballeros y nuevos amigos que hice en el Defe, ¡Muchas gracias!, por todas las platicas interesantes, por las varias veces del sushi, la comida árabe, las veces del vips, la comida española, las compras que hicieron, el saldo del celulofono, por los libros, por los contactos, por el cine, en fin, a todos esos lindos y amables caballeros que cooperaron para que mi estancia en la ciudad fuera confortable, mis bendiciones para que su buena venia se multiplique en amor y fortuna, ya que ninguno de ellos pidió nada a cambio.
En especial mis agradecimientos a ese caballero bloguero y paisano, de quién no daré nombre porque no le he pedido autorización, pero fue con el que más platique, más salí, y el valiente que más veces se atrevió a besarme, ¡muchas gracias Corazón! por todo, por escucharme, por cumplir mis caprichos, por las veces que me fuiste a dejar a mi casa sana y salva, gracias por esa caballerosidad que en pocos hombres se encuentra.
El cambio a muchos no les gustó, pero tenía que salir de la vida de cliché que me había creado, sin duda perdí mucho, de hecho perdí todo, ja. Hice un reset.
Hemos llegado casi a los 500 post de este blog. Este es el 499. Escribir sin duda es algo que no podré dejar de hacer. Hay muchas cosas que contar con distintos ojos, con dedos más experimentados y un teclado más gastado.
Iniciemos pues con ese cambio que hasta para mí ha sido algo engorroso pero absolutamente sano y necesario.

Nos leemos el próximo domingo.

Mi tiempo, la computadora y el internet, ahora son bastante limitados.

viernes, junio 04, 2010

Mexico City


¡Muchas gracias por todo!

Extraño los acentos, las eñes, y las aperturas de los signos de interrogación y admiración, para un escritor éstas situaciones son catastróficas, sin contar todo lo que por obligación se tiene que dejar.

Toda mi vida y de paso a la Geisha-computadora.


¡Qué lejos estoy del suelo donde he naciidoooooooooo!!