martes, agosto 29, 2006

Comparto

Comparto con ustedes, porque esta madrugada estoy de buenas y ya conocemos el hombro y los labios de Clandestina. ¡Celebremos!

Geisha

Una amiguita

Regresad amigas, nunca me fui.

Últimos días de soledad, no se puede salir a la calle o caminar por el centro de la ciudad sin sentir ese pesar o enfermarse del cáncer social en el que muere la paz. Después de las ocho de la noche tengo que regresar a casa, no sentiría miedo caminar hasta las diez, de no ser por los comentarios con los que me asalta la demás gente.
No he visto a mis amigas, hasta que el domingo decidí llamar a Denis que siempre me reclama por no comunicarme con ella, después de hora y media con la bocina en el oído la invité a comer.


Denis es de las niñas con una belleza delirante y que luchan contra el penar de ser la típica bonita estúpida, desde que la conozco (tenía catorce años en ese entonces), la he visto trabajando, concursando en certámenes de oratoria, también de esos típicos de las escuelas para elegir a la chica más guapa y ganando los premios, tocando puertas para el apoyo de proyectos; hoy es militante de un partido que le ha proporcionado un trabajo con el que ha logrado adquirir cierta independencia económica con su familia.
Ha sabido sacar provecho de su belleza física, en varias ocasiones me ha comentado que preferiría no tener que lidiar con gente que sólo se fija en su cara bonita, o su cuerpo pomposo. Ella es una de mis mejores amigas, tiene cuatro años menos que yo, y siempre que la veo me inyecta un poco de su energía, logró abrir un suplemento para jóvenes en uno de los periódicos de la ciudad, y por ella de vez en cuando publico algunas cosas en este, o en una revista que también coordina por parte de instituciones gubernamentales.

Denis, decidió ir a un restaurant de comida china, donde pedimos un paquete para dos personas, debo admitir que no conozco mucho de comida china, más que los fideos con pollo, el chao mei, chop suey que prepara mi abuelo, o el chao fan que probé con Chofi (por cierto).
Nos retacamos de comida, y aunque yo invité, ella me tenía bajo la consigna que aunque no me gustara el sabor de tantas especias, me tragara todo porque estaba muy cara la comida… Ja, ja, ja, hasta en eso nos parecemos, en lo ahorrativas y codas, buscando siempre maximizar las cosas, o conseguir el mejor precio, así tengamos que caminar horas y horas en tiendas de ropa, o incluso recurrir a la técnica del regateo en el mercado… y la verdad no nos da pena decirlo, porque sabemos como se gana el dinero con el sudor de la frente de horas de explotación.
Mientras comíamos, se nos ocurrió utilizar palillos, y digo, hubiera sido una irreverencia si no aprendía a utilizarlos con el abuelo, ya tenía mucho si tomar unos y ahí nos ven, batallando con la comida en el transcurso del plato a nuestra boca.

Como viejas amigas que somos, después de no vernos en mucho tiempo, el recordar nuestras múltiples aventuras, nuestras nuevas perversiones, y la mal sana relación que todos sus conocidos desaprobamos con su novio, o los osos de motel que pasamos juntas… ¡ah viejos tiempos! Hicimos transcurrir nuestra platica en un tumulto de emociones que radicalmente nos cambiaban de humor, desde las risas más burdas, las preocupaciones adultas, hasta el borde de unas cuantas lagrimillas.
Radical, como la ha convertido la política, le pregunté que iba a hacer si perdía su trabajo a causa de la destitución de gober, ella simplemente contestó con una respuesta que me sacó una gran carcajada…”pues cambiar de partido”.

Esta vez ya no fuimos las adolescentes que nos tomábamos de la mano, provocando la mirada de la gente, o cuando irremediablemente ella saludaba a sus muchos conocidos en la calle mientras me quedaba esperando que terminara de hablar con ellos, o la vez que nos fuimos crudas junto con otras amigas a la playa y nos encontramos con los trabajadores de la disco, donde la noche anterior nos habían corrido y nos habían tachado de lesbianas.
Esta vez sentí que habíamos cambiado mucho, sin dejar de ser las mismas irresponsables niñas de buenas costumbres, como nos consideraron alguna vez.

Geisha

viernes, agosto 25, 2006

Naty



Naty quiere que le hagan fiesta de quince, mandó su cartita a una página de Internet de Barbie para ver si le financian la pachanga, su familia no es como las del pueblo que sin importar su condición económica compran millares de cervezas para los invitados.
Calculo que Natalia no pesa más de treinta kilos, el tiempo no pasa sobre ella y sigue siendo la enclenque niñita que parece de 8 años. Sus pocos amigos, la baja autoestima que le dicen que tiene, la han hecho apartarse de muchas de sus amiguitas adolescentes que le exhiben su sexualidad de casi mujeres costeñas.
Por secretos de familia, de esos que a nadie le gusta contar, en donde la naturaleza no condena ni hace victimarios, sabemos que antes de tener un noviecito, fue parte de una relación extraña, por no decir el término enfermo o criminal entre parientes, que no rebasaron un coito, ni unas caricias burdas; y que me resisto a verles con ojos de malicia.
A la niñita flacucha, le gustan las tribunas, el reconocimiento de primeros lugares en declamación y oratoria como a su hermano, otro enclenque que pinta para buen político del tricolor.
El domingo me acompañó al mar y por decisión común fuimos a misa, a una capilla abierta que iniciaba muy cerca de la costa de la playa.
Después de hincarnos, repetir en voz alta el padre nuestro, darnos la paz, dejar una limosna, nos comimos dos nieves de coco cada una y le invité unos chicharrones grasosos para que se los comiera ella sola.
Mientras nos sentamos a chupar nuestro barquillo, vi como todavía le quedaba la ropa que usaba a los seis años y los zapatos bubble gumers de olor a chicle, que le compró su mamá hace más de cinco años.
Me admiró su pecho plano, sus pezones que sin mucha vergüenza se muestran infantes ante una playerita pegadita. Naty tiene catorce años, el 16 de octubre cumple quince, a su uniforme de bachiller, aún en la talla más chica, tuvo que hacerle unas costuras para que no se le cayera la falda.
Su mal carácter se lo han ganado todas las personas que le rodean y le repiten la misma cantaleta, “come, si no vas a volar”.
Y comienzo a creer que el milagro de mi intento de bajar de peso es más probable, que ella aumente un kilo de grasa en su cuerpecito, o que por lo menos se le hinchen un poquito los pezones para indicar que ya es una adolescente y no la niña berrinchuda que no ha crecido durante años.


Geisha

jueves, agosto 24, 2006

Piecitos

Os presento a mis piecitos playeros, con las sandalias que el perro horroroso de mi tía rompió.



Me fui al mar, causa por la que el cambio de clima me trajo esta horrible gripe.


Geisha

miércoles, agosto 23, 2006

Soy mala persona

No sé por qué hoy me he quedado pensando que sí soy una mala persona, bueno me puse a pensar en eso después de leer algunos blogs que hablaban de esas cosas…. Soy mala en el entendido de lo que para mí, a estas alturas de mi vida me parece realmente indebido. Y me he puesto ha analizar los múltiples casos y daños que me he hecho a mi misma y a otra gente, unos cercanos y otros que dado el momento me he acordado de ellos.

De esas cosas que le he hecho a mi jefecita querida…

Cuando por mi mal humor y la insistencia en que mi madre me mande a hacer algo que no quiero le he dicho “no jodas”.
O la vez que la pendejié por andar enamorada de un patán y le repetí la misma cantaleta que ella me ha repetido desde niña…búscate a un “buen hombre”.
O las veces que le he mentido diciendo que iría de viaje para ver a mi tía y me fui por otro lado…
O la vez que solté una gran carcajada, obscena para sus oídos maternos, cuando me preguntó: “¿y… durmieron en cuartos separados?
O que a últimas fechas sin mucho recato, por estar en desacuerdo con lo que dice o hace le he dicho por su nombre “Carmen Maria, NO-chin-gues”.
O cuando desmedidamente gritonea por toda la casa a mis sobrinos y le he dicho NO grites.
O la más cruel de todas y por la que me arrepentí no haberla complacido, fue cuando ella en una elección de presidentes municipales fue representante de casilla de un candidato Yonoloconozco, y me reclamó por no haber votado por él, y lo supo porque tuve el error de ser la primera en votar y para colmo por otro Quiensabequiénes, y no hallé como explicarle que era la primera vez que votaba y quería sentirme “ciudadana”, no pude arremedar ante sus lágrimas y la humillación pública de la gente que le reprochó “ni su hija votó por él”.

De esas cosas que me he hecho a mi misma (que horrible pleonasmo, pero lo dejamos pa darle más intensidad)…

Fui mala conmigo por no haberme cogido a cuanto muchacho me gustaba y tuve la oportunidad de tener y mis buenas costumbres me reprimieron ¡chingaos como me odio!
Fui mala al fingir placer y gemir con un pene de menos de diez centímetros y para colmo flaco.
Fui mala al mendingar amor con personas que ni siquiera se dieron cuenta que les ofrecí todo.
Fui mala con mi cuerpo al abusar de las pastillas anticonceptivas que provocaron tres o cuatro periodos por mes.
Soy mala con mi cuerpo al utilizar desmedidamente antibióticos cuando me ataca una gripa.
Fui mala muchas veces, que aun sabiendo que si tomo alcohol no debo cenar… pero quien manda a hacer los tacos tan ricos y las tortas tan sabrosas, que horas después termino vomitando.
Fui mala al no gritarle y escupirle a toda esa gente que odié en algún momento, y terminé carcomiéndome los nervios, haciéndome daño mi misma con una dermatitis atópica que me dejó algunas leves cicatrices en la piel.
Fui mala al fumar, inhalar… bueno, eso no fue tan malo.
Fui mala al usar unas botas de niña que me sacaron un cayito en mis preciosos pies a los que tanto amo.
Fui mala al maltratar mi cabello cuando quise pintarme unas mechas rojas.
Fui mala al insistir ponerme ropa muy ajustada y me sacó unas horribles estrías en la piel.
Fui mala al gritonearle a mi sobrino que se tragara la sopa (ya me parezco a la mamá de Mafalda) y las múltiples veces que le he dado zapes alevosamente por sus travesuras; o la vez que quise ahorcarlo por haber roto la carátula de uno de mis cidis nuevicito y original, o la vez que me quedé con las ganas de matarlo a golpes porque tiró un libro de Milan Kundera a un terreno baldío al lado de mi casa, obviamente consciente que era un libro mío, ¡ay (suspiro nostálgico) ese niño me ha inspirado mis sentimientos más enfermos y violentos que nunca imaginé tener!
Fui mala al comerme egoístamente todas las gelatinas sin compartir a nadie en casa…pero quien les manda ha no darse cuenta que me encantan las gelatinas.
He sido mala al no felicitar en muchos años a mi hermana por su cumpleaños, pero nomás no me nace el sentimiento fraterno.
He sido mala porque sinceramente busco sentir algo por mi padre muerto, pero de verdad que no siento nada.
Fui mala unas veces que se me ha olvidado el cumpleaños de mi mamá y no la felicitamos en casa.

De esas cosas que les he hecho a unas cuantas personas….

Ser indiscreta con las cosas que me contó una de mis amigas y las divulgué sin medir las consecuencias.
Por la vez que le rompí un trabajo a una niña en el kinder porque simplemente me caía mal, o las veces que inventé chismes a una niña de secundaria nada más porque se me daba la gana.
O las veces que discutía en clase sin tener razón (obviamente) y contradecir a los maestros por el simple gusto de joderlos… condena que por cierto ahora estoy pagando.
O las veces que falto a la moral de mi casa cuando llego tomadita y me hago la sonsa para que nadie se dé cuenta.
O la vez que a uno de mis noviecitos lo mandé a volar por otro que sólo me duró unos días, y a pesar de mis muchas groserías siguió insistiendo pero nunca le di chance.
O por la vez que intenté violar a uno de mis mejores amigos que me gustaba y me rechazó y no le volví a insistir más… ahora que me acuerdo si le insistí ¡ja!
Y bueno si hice más cosas a más gente, creo que ya no las recuerdo o no quiero recordarlas pero de algo estoy segura en estos momentos y es que…

SOY MALA PERSONA porque quiero correr a mi tío de mi cuarto en el que se está hospedando, y porque aún tomando fuertes dosis de ampicilina y pseudoefedrina la chingada gripa no se me quita y estoy de malas porque no dormiré en mi cama ¡carajo!

Geisha

viernes, agosto 18, 2006

Pregunta

Las medias que nunca uso.



Y me pregunto si ¿ vender mi cuerpo sería un buen negocio?


Geisha

miércoles, agosto 16, 2006

Muerte... un deseo ambicioso

No sé mucho de la muerte, pero si me he muerto un par de veces.

Recuerdo al Julito de Sabines con el conejito muerto…

No se mueve papá, está muy feo.
-¿lo tiramos a la basura?
Si, tíralo papá.
Y no creo que nadie diga algo mejor acerca de la muerte y de la vida.

O la procesión del entierro, donde un campesino chiapaneco carga solitario en la calle una cajita donde lleva a su hija muerta, mientras tras él una fila de automóviles no se atreven a rebasarlo.
O cuando a su padre, el mayor Sabines le inyectan vida contra el cancer.
O las ocasiones que en los programas estadounidenses devaluan a la muerte, santificando al héroe mientras haya matado a muchos malos.
O los programas que se mofan con humor negro la inutilidad de los ritos funerarios.
O las veces que en series animadas matan y reviven a los buenos.
O a Monsieur Verdoux que después de asesinar a todas sus esposas para quedarse con su dinero y es condenado a la orca, dice al jurado que los números santifican, mientras unos matan a grandes masas y no se les condena, ¿qué tanto mal puede causar un asesino de mujeres infelices?
O a
la Viridiana de Buñuel que tras ser causa del suicidio de su tío, intenta mitigar su culpa ayudando a infelices que terminan carcomiéndole las buenas intenciones.
O las caricaturas de Posada, poniéndole cara amigable a la calaca.
O las tantas veces que no he querido ir a funerales y también por las que me arrepentí de no haberlo hecho.
O las veces que fui porque mis amigas lloraban por sus padres, madres o abuelos fríos.
O por las muertes ficticias por las que he llorado mares, gracias a Lars Von Trier con Bjork, Amenábar con Tom Cruise, o Ismael Rodríguez con Pedro Infante por el Torito, por Marcelino pan y vino, por Anthony con Candy, por mencionar las que se me vienen a la mente.
O a mamá llorando con Gosth y Patrick Swayze.
O el granito de mostaza que muere para dar más vida.
O el rosario, las velas, las flores, las voces en coro que tanto me gustan de los rituales, las palabras de un sacerdote, el panteón, el hoyo de tierra, los sepulteros tapando con ayuda de palas, los muchos rostros rojos de lágrimas, las muchas frustraciones de los vivos por no haber hecho con los ahora muertos, la ropa oscura, el rimel de lagrimas negras, rostros demacrados.
O simplemente el hermoso y bello Noviembre de cada año, al que respeto más que cualquier fecha, más que a las aburridas navidades, más que los días festivos, más que cualquier diez de mayo, más que a todas esas fechas a las que todos ponen importancia. Las flores de cempazúchitl, los altares, las fiestas en medio de la nostalgia remembrante.

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Ave Maria llena eres de gracia, señores contigo bendita eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.

Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al Espíritu Santo, Amén.

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Anoche soñé que pasaba por la calle a la que me dirijo al trabajo, en un parque había una criatura que se columpiaba y lloraba a gritos infantiles y dantescos de pleno purgatorio. Pasaba aturdida y con un miedo por tener miedo.

Desperté erguida, en posición de muerta en un ataúd, fría y paralizada por todo el cuerpo, incapaz de abrir los ojos, incapaz de tranquilizarme con la idea de que era una pesadilla.

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Susana es la maestra de física, habla quedito y su cara está llena de lunares, de aspecto masculino, cabello corto, delgada, con una vejez prematura que la viste con zapatos de abuelita y vestidos estampados de la moda de hace una veintena de años; estereotipo perfecto de la brillante en matemáticas, la Lety, la Bety nunca transformada, prueba fiel que esas historias de “la bella y la bestia” son una falacia, ella se quedó soltera y añejada por la soledad.
Nunca asiste a las reuniones de convivencia con los demás compañeros, habla poco y tiene las manos gordas.

En cuanto llegué al trabajo Lolis me dijo que la mamá de Susana había muerto.
Saliendo de la escuela fuimos al velatorio para dejarle una pequeña colecta de dinero que en la que habíamos cooperado cuatro compañeros. Vinos en sus ojos la necesidad de dinero y afecto, cuando Lolis le puso en la mano los billetes, agradeció con un “Dios se los pague”. Nos alarmamos al llegar a una sala casi muerta también.

Susana sin que nadie la abrazara lloraba secándose los ojos con un trozo de papel higiénico que se deshacía como ella en tristeza, sólo había tres señoras más, que son las que se contratan para el rezo y aprovecharon nuestra presencia para que repitiéramos una veintena de rosarios.

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Ave Maria llena eres de gracia, señores contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.

Gloria al padre, gloria al hijo, gloria al Espíritu Santo, Amén.

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De las cosas que más me ha impresionado leer son las elegías, la catarsis contenida, los sentimientos apenas sutiles y transformados en letras, palabras que son para un inframundo al que idealizamos gracias a Dante. Establecer un diálogo abierto con muertos, a los que insultados, reclamados o halagados, nunca contestaran de la forma humana y sensitiva en la que esperamos.

Hoy recuerdo a los muertos de mi casa…
A los que murieron y desenterré con agonía. A la desconocida que tanto le lloró.

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En el ataúd blanco de notoria sencillez, una anciana se asomaba con la boca tapada en algodón, de piel oscura y vestimenta clara. Dormida y cerrando los ojos simplemente.

Pensé en el día de mi muerte, al que espero asistir orgullosa de ser directriz. Pensé también que sólo en los rituales de muerte, rendimos el merecido o inmerecido homenaje de ser grandes, como en vida nunca lo fuimos.

Solo me aterra una cosa: la forma de cómo morir. No me gustan las tragedias de intestinos o tripas deshechas en asfáltos o cualquier superficie, ni las crónicas de muertes marquecianas, ni las camas quejumbrosas de una enfermedad, ni los desastres, ni los hospitales, no pido mucha ciencia o exageración de lo grotesco para morir, solo la forma más simple, inesperada y rápida que pueda haber sin llegarla a establecerla ahora, quiero que en ese momento me pueda sentir feliz de haber muerto como morí.

Geisha

domingo, agosto 13, 2006

Uno de estos fines sin fin

Chelo se fue ayer a su pueblo, su familia le ha dicho que no debería de regresar por un tiempo dado la tensión que se vive en el estado.
Por ello este fin, me ha tocado el quehacer de la casa y de verdad que hacía tiempo que no lo disfrutaba tanto como hasta ahora, desde limpiar la mesa, lavar torres de trastes sucios, limpiar la estufa, barrer toda la casa, acomodar los muebles y ordenar el caos en el que he convertido el comedor con mis libros, hasta hacer el desayuno junto con mi sobrino.
En todo el sábado no encendí el televisor, más que para ver una peli de Chaplin, (Monsieur Verdoux) constatando a mis ojos tardíos de apreciarlo, su gran genio para el séptimo arte, ¡verdá de Dios! que es realmente bueno, su film es de los pocos con los que he quedado maravillada.
En la mañana me di a la tarea de levantarme tarde, como obviamente todos estos días de supuestas vacaciones lo hago, y hacer el desayuno, un omelet con quesillo, para ello dividí las labores, mi negrito querido fue a comprar los huevos, yo hice la salsa de chile de árbol, el atole de avena, puse a calentar los frijoles molidos con hoja de aguacate, y luego a mi infante lo puse a calentar las tortillas. Esas son las cosas que me encanta compartir, cuando uno hace las labores domésticas en conjunto con su familia y más yo, que regularmente desayuno sola, a excepción de las veces que estoy con la Lolis en la escuela, y en la tarde como solitaria la mayor parte de los días.
Mi mocoso querido es un cloncito fiel de la geta de mi hermano; esta es la segunda vez que lo veo a sus nueve años de vida, y desde que lo traje del istmo la gente me ve raro, supongo que piensan que soy su mamá o algo así, pues cada vez que salgo con él lo tomo de la mano y para llamarlo le digo “hijo”, además de ese lado maternal que tenemos las mujeres al exagerar nuestro sentimiento con uno que otro “mi amor”.

La noche que veníamos de regreso, el autobús hizo escala y se paró en un restaurant donde mi niño me dijo que quería un cafecito con galletitas, y terminé pidiendo las galletitas, el cafecito con lechita (por favor), un baguett de jamón (torta del chavo) y de paso un pastelito de queso que se me antojó (y yo que no quería gastar), pero al verme tan consentidora con el muchito, el mesero me dijo “Señora”, por mi parte no me sentí ofendida y no corregí, hasta me causó gracia ¡ja!
Estos días he preferido no salir de casa, las caminatas que tanto disfrutaba, mi cigarrito en la plazuela del Carmen alto, el capuchino con pana, o ir por el pan en la Bambi, o las gelatinas con rompope en la esquina de la Iglesia de la Merced, incluso hasta para ir al IAGO, lo pienso por los bloqueos, las marchas, la gente reacia que habla exaltada por su teléfono anunciado los balazos, o la de rostro cansado que espera en las afueras de los andadores recién remodelados.
Después de tanto quejarme del lugar donde vivo, en medio de esta resaca social, mi casita en medio de la milpa, mi calle no pavimentada, el rusticismo de mis pocas comodidades, el silencio de los pueblos o el ruidero de la música de banda por una fiesta a la que no me invitan, la escasez de vecinos, no parece tan malo y me permiten desconectarme de lo que ocurre a unos cuantos kilómetros de distancia.

En la noche ante mi batalla perdida con mi computadora agonizante, decidí encender la tv, donde me encontré con un programa de los “Hombres G”, ¡caray! Fue tanta mi emotividad que cada vez que pasaba un pedacito de las canciones las empezaba a cantar, lo confieso y lo acepto era una fan declara de ellos, y aún después de la disolución del grupo, seguí escuchando a David Summers.
¡Pero como olvidar esos tiempos de secundaria! “Con el sufre mamón, devuélveme a mi chica” o el amorcito platónico de “Te quiero, te quiero, y no hago otra cosa que pensar en tiiiii”, ¡ah! Tiempos aquellos…
Después del programiteca, inició la señora esa que tiene como leyenda “periodismo con responsabilidad”, no sé porque pero nunca he tolerado un programa completo, realmente me cae muy pero muy mal.
Ella debería ser actriz o algo por el estilo, tiene una comunicación corporal y un atuendo muy exagerado, esta vez invitó a personas que en lo absoluto apoyaban su postura y me dije ¿Dónde esta el debate?
Hablaban del Peje y las consecuencias de sus disturbios en el DF, debería saber lo que es vivir en Oaxaca, independientemente de este conflicto, todo el año hay manifestaciones, bloqueos, huelgas, matanzas en pueblos y demás males, que no dudo ocurran en todo el país, pero aquí en el sur las cosas son mucho más gruesas. Pero ¡basta! ¡basta! Dije que no tocaría más ese tema.
Mejor disfrutaré de reencontrar a mi casita, hacer cafecito de olla con canela de los botes de mayonesa, tal vez un libro erótico, lavar los trastes, trapear el piso, ponerme una mascarilla, y supongo que disfrutar de mi último día de vacaciones… El lunes regreso a clases, así que será difícil que escriba tan seguido como lo vengo haciendo.


Geisha

sábado, agosto 12, 2006

Anáfora de la inconforme


No, ya no quiero ver los periódicos, ni la tele, ni oir el radio.
No, ya no quiero caminar por las calles de pintas inútiles.
No, ya no quiero caminar con incertidumbre en la noche.
No, ya no quiero saber de muertos y lesionados.
No, ya no quiero ver gente desempleada.
No, ya no quiero ver a mi ciudad destrozada y desgastada.
No, ya no quiero oir el silencio violento de la masiva manifestación.
No, ya no quiero asomarme a mi estrés diario.
No, ya no quiero más gritos no escuchados.
No, ya no quiero más bloqueos.
No, ya no quiero este gobierno ni proletarios inconformes.
No, ya no quiero esta educación vagamente revolucionaria.
No, ya no quiero ser la cobarde, ni la intolerante, ni la inconforme, ni la burócrata, ni la gobernante, ni la prensa, ni la maestra.
No, ya no quiero seguir vomitando mi coraje de impotencia.
No, ya no quiero seguir escuchando a los oídos sordos de una ley.


Pero veo gente pidiendo pan.
Me veo arrastrándome por un empleo y vendiendo mi escaso conocimiento.
Veo a mi madre buscando una forma honrada para sobrevivir en un mercado devaluado.
Veo a mi hermana, la déspota burócrata que aplaude la represión gubernamental
Veo a mi hermano en el ejército, tan lejos de sentirse civil y oaxaqueño.
Veo a mis sobrinos que se divierten con Dragon Ball, Bob Esponja, y dibujos lejos de ser humanos, ellos gozan con más de dos meses de vacaciones sin abrir un libro.

Prefiero mi autismo.
Prefiero cuatro paredes.
Prefiero hundirme en unas letras.
Prefiero vivir sin muchas explicaciones, pero no puedo.

Busco paz en cuentos, novelas, poemas, en letras bonitas, en imágenes que me hagan olvidar, en música que no me haga pensar, en cosas que acaparen mi tiempo, en una realidad que sólo existe en mi deseo anhelante de encontrar tranquilidad por medio de la acción y no de esta impotencia, de esta incertidumbre de no saber quien tiene una razón que me convenza.
No veo fin, no veo inicio, no veo futuro, no veo solución, no la habrá, vendrá otro opresor, vendrán otros ladrones que dirijan disturbios, vendrán mártires inútiles, vendrá cansancio colectivo; vendrán a borrar las pintas, lijar la cantera, negociar un desacuerdo, y en nuestra estupidez diremos, “aquí no pasó nada”, si es que se hace realidad mi deseo mediocre y necesario.

Geisha

miércoles, agosto 09, 2006

Desconocidos

Después de la Sara Sefchovich, con su libro “Demasiado amor”, ando buscando pretexto para escribir algo meloso y bonito. Aprovechando su influencia literaria de viaje permanente, amor ilimitado y prostitución accidental, mis manos fluyen en palabras por los caminos inciertos del amor.

Mi piel mestiza te invita a su arquitectura llena de rincones y de laberintos inexplorados que solamente tú has descubierto.
La primera vez que te besé te manché de marrón, el color de mi labial preferido. En el desayuno yo pedí unos chilaquiles grasosos, y tú un plato de corn flakes que se hicieron aguaditos porque no dejábamos de hablar, y yo de mirarte; ahora te digo con una canción que me hace recordar esos momentos…

You're just too good to be trueCan't take my eyes off of you
Y canto a toda voz sin importar que en casa critiquen mi actitud inexplicable.

Hicimos el amor sin planearlo, sin prever cual sería el mejor momento, cerraste la puerta que yo dejé abierta, y en breve ya me tenías en tus brazos, ya me tenías rendida en tu boca, ya tenías mi cuerpo caliente que te pedía a gritos desde mucho tiempo atrás.
Me quité los pantalones de mezclilla para que conocieras mis bragas azules, me quité la blusa azul, para que conocieras mi sostén blanco, para que inundaras con tu mar de saliva mis pezones erectos y oscuros por ti. Y no hubo objeción ni repelo, fueron sumisos ante tus labios, como lo fue mi boca ante tu sexo.
De azul me conociste y me encontraste cálida, de azul marino te conocí y te encontré ardiente.
Después de tenernos en cuatro paredes extrañas, que registraron nuestra primera cama rechinada, yo apunté en el libro de mi mente tu gesto divino que se dibujó en tu cara cuando encima de ti empecé a mover mis caderas, también cuando te quitaste los lentes para verme con la realeza de tus ojos defectuosos.
Registré también ese breve dolor que provocaste cuando me penetraste, cuando en el primer segundo abriste en mí un camino, y mi útero se amoldó a tu verga con su lento vaivén y otras veces violento.
Contigo hice el amor en la mañana, en la tarde, en la madrugada, en la noche, a primer hora, cuando desperté junto con tu erección diaria, en una cama de un hotel feo, en una cama individual, en una cama bonita, en tu cama.

Con la ventana abierta y la lluvia afuera me monte desnuda sobre ti.
I`m gonna love you like nobody´s loved you
Come rain or come shine.
High as a mountain and deep as a river,
Come rain or come shine

Contigo me bañé con agua muy caliente, con el jabón Dove que llevabas, besé tu espalda, tu cara, tus labios con agua y me reclamaste no haberlo hecho con jabón.
Me enseñaste la ciudad cuna de la ultraderecha este país, me enseñaste la ciudad pequeña donde cuesta mucho trabajo cargar un garrafón de agua, me enseñaste caminos empedrados, conocí a tus amigos con quienes vociferaste largos discursos sobre política, me enseñaste el bar donde frecuentabas tomar cerveza y tomamos cerveza ahí. Me enseñaste ha probar la felicidad por unos días y lo fui como nunca antes.
Me enseñaste a fumar delicados, a escuchar tango, a cantar junto con cocainómanos, junto con mi lesbiana favorita de voz aguardientosa, junto con mis paisanos oaxaqueños, junto con mis paisanas mestizas, y junto con el puto español de Bosé…

Si tú no vuelves, se secaran todos los mares,
Y esperare sin ti, tapiado el fondo de algún recuerdo…

Y te quise porque le gritaste a la grabadora “cállate”, y te quise porque cargaste mi maleta muchas cuadras, y te quise porque tomaste mi mano y a veces la dejaste sola esperando tu palma, y te quise porque junto contigo probé los baguettes más deliciosos que he comido, y te quise porque contigo comí nieve de fresa, fresas congeladas y agua de fresa todas las veces que pude, y te quise porque fuimos al cine y no te enojaste porque interrumpí la película con mis comentarios absurdos; y te quise y te quiero por muchas cosas más.
Y cada noche vendrá una estrella a hacerme compañía
Que te cuente como estoy, y sepas lo que ahí
Y mi amor, amor, estoy aquí no ves
Si no vuelves no habrá vida no sé lo que haré.

Conmigo te emborrachaste con muchas tecate, y dibujaste una carita en mi rodilla con lo dos lunares que parecen ojitos, y me dijiste que ya estaba borrachita porque mis chapas coloradas me delataban, y esa noche no hicimos el amor porque te dormiste en mis pies y te quité las gafas, te acomodé y te tapé con la sabana, y me quedé dormida en un rinconcito, porque abarcaste toda la cama y no pude moverte; y te quise y te quiero por las muchas veces que te dije “Amor” y sonrió al recordarlo.
Por ti comencé a leer a Rimdaud en una terminal de autobuses, y me aprendí el primer fragmento de “Una temporada en el infierno” como tu lo recitaste.

En otro tiempo, si mal no recuerdo, mi vida era un festín en el que se abrían todos los corazones y en el que se derramaban todos los vinos.
Una noche senté a la belleza sobre mis rodillas - y la encontré amarga-. Y la injurié.

Y fui feliz porque fui una mujer desconocida que conocí contigo, y fuiste el desconocido del que ya me había enamorado, que desde siempre ya había soñado y conocido, como mi principio, mi presente y mi final.


Geisha

lunes, agosto 07, 2006

La herencia

Ese día me recosté en la cama sin tener sueño, mamá quiso establecer diálogo, las cosas fueron tan precisas que uno llega a comprenderlas cuando embonan con los sucesos posteriores. Estaba ahí, sin tener sueño y con los oídos listos para escucharla.

¿Ya te dijo tu abuelo lo de su casa?
-Si, que Doña Licha (La esposa del viejo), se la heredó a sus dos sobrinos.
Una sarta de lágrimas acompañaron sus palabras entrecortadas.
-¡Nunca me quiso! ¡Nunca me ha querido!
Sentí como si me hubieran dado un golpe a mi también, y recordé lo que le decía a mamá cuando era niña con voz parlantemente infantil “No llores porque me vas a hacer llorar a mi también”.
- Me la hizo de niña, de joven y ahora también.
Ahora comprendía lo que en días anteriores le reprochaba de manera indirecta al viejo, cuando hablaban de las propiedades que mi bisabuela heredó con los hijos que no tenían donde vivir, y a una de sus hijas no le había dejado nada, porque según los demás tenía suficiente. Pero mi madre alegaba que no era la riqueza que le proporcionaran, sino el derecho al trato igualitario y que la tomaran en cuenta como un miembro de la familia.

Las lágrimas no soltaron sus ojos y sus palabras.
-La estúpida de su mujer heredó a sus dos sobrinos, y tu abuelo firmó. No peleo por un pedazo de su pocilga, porque mi casa está mil veces mejor, era el detalle, era que me tomara en cuenta, yo que lo he estado manteniendo estos años; le conseguí dinero para su negocio y se los gastó en menos de quince días, y sin que haya terminado de pagar ese préstamo que me hicieron.
La abracé mientras recordaba sus memorias crueles en voz alta que le hicieron el corazón duro, que le dieron el poder para atacar de insultos a su padre…

Hubiera preferido que me dijeran que mi padre había muerto. Hubiera querido no conocerlo para que no me despreciara como lo hizo, recuerdo que yo de niña estaba orgullosa de él, la hija de una sirvienta, presumía que ese chino bonito era mi “Padre”.

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-¡Eres un pendejo! y me duele saber lo que hiciste, porque hasta aquí llegó tu burro que se preocupa por ti cuando llamas, que ahí está en chinga enviándote dinero, comprándote cosas para que vivas bien.
De ahora en adelante no pienso pararme en tu casa y a tu mujer ni la quiero ver. Porque ella sabe perfectamente lo hizo, no era lo que me fueses a dejar, sino la acción, el detalle de contemplar que soy tu hija, tu bastarda.
Que Dios me perdone, tal vez mañana esté chillando por tu muerte, pero ahora ¡me vale!
El anciano, no tenía defensas ni palabras para alegar, solo se enjutó en el asiento del coche donde le había confesado el suceso sin prever la reacción de su hija.

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Muchas teorías especulan sobre el nacimiento de la propiedad privada, la creación de la familia, el trabajo y el estado, elementos esénciales que hicieron al hombre ser hombre, al sometimiento del varón sobre la mujer, a la pérdida del poderío femenino en las comunidades primitivas, y sobre todo a la diferencia de género en la división de las labores domésticas, distinción de quien es superior en fuerza y capaz de producir más riquezas.
Engels, dice que "la derrota del derecho materno fue la gran derrota del sexo femenino en todo el mundo". A la extinción del matriarcado, el hombre empuñó las riendas de la casa, la mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de reproducción.
En su origen la familia no significa el ideal, mezcla de sentimentalismos y de dimensiones domesticas, del filisteo de nuestra época; al principio entre los romanos, ni siquiera se aplica a la pareja conyugal y a sus hijos, sino tan sólo a los esclavos. Famulus quiere decir esclavo doméstico, y familia es el conjunto de esclavos pertenecientes a un mismo hombre. En tiempos de Gayo la familia, id est patrimonium (es decir, herencia), se transmitía aun por testamento. Esta expresión la inventaron los romanos para designar un nuevo organismo social, cuyo jefe tenía bajo su poder a la mujer, a los hijos y a cierto número de esclavos, con la patria potestad romana y el derecho de vida y muerte sobre todos ellos.
El derecho paterno nació también como la necesidad “heredar” o postergar la riqueza acumulada a los hijos del hombre. Encontramos que esta compleja relación de conceptos, entre propiedad privada, familia, riqueza y herencia; de acuerdo a la teoría de Engels, van íntimamente ligados conforme a su invención histórica, sin inmiscuir aun, la palabra “Amor”, cuya invención parece ser muy reciente.

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-¿Qué sentiste cuando te dijo eso tu abuelo? – Me preguntó aún llorosa.
-Nada.
Sinceramente no sentí nada, porque no soy dada al rencor, ni a la exigencia de algo. Pero al verla dolida por la acción, no tuve más remedio que empezar a sentir feo, y a comprender que las simplezas no son tan simples.
Si tendría que estar de algún lado era momento para sacar mi mexicanisimo argumento, “Mi madre es mi madre, y nadie la toca”; aún así no pude ver feo al viejo, ni reclamarle nada
Ayer se fue, le pagué el pasaje y le di un minúsculo papel moneda para que comprara comida en el camino.
El sólo dijo “Me voy sin pena y sin gloria”, con los ojos cataratos, pero capaces de ver muchachas lindas.
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Carmen no exigía riquezas, no quería la preservación en su poderío en una propiedad casi derruida por el tiempo, reprochante de su infancia infeliz, de la vida de servidumbre bajo la que estuvo sometida con su madrastra.
Después de todo el desarrollo histórico en la humanidad, llegamos a un punto muy simple, a una razón contemporánea que suprime todo valor monetario a la riqueza de una herencia, y que era lo que mi madre apelaba; el reconocimiento de su padre, el pago de amor que nunca mostró y que buscaba encontrarlo en un gesto, en una acción que se escapó en una firma testamentaria.

Geisha

viernes, agosto 04, 2006

Hablar dormida

Cuando era niña y no vivía en mi casa sino con mi niñera, en las noches mientras dormía, hablaba en voz alta y de manera inconciente decía “Mamá”. Era mi necesidad de atención maternal que no tenía, obviamente porque mi progenitora tenía que trabajar y no podía cuidarme.
Tendría como cinco o cuatro años y mamá Rosita (como le decía a mi cuidadora), me despertaba y me repetía que no estaba con ella, que pronto llegaría el fin de semana para verla.
Estas reacciones hasta la fecha me parecen increíbles, pues según tú, te guías por la razón, pero hay una parte que no dominas, en la que no tienes control sobre ti mismo, y se reflejan en los sueños, o en este caso en mis frases inconcientes que llamaban a mi mamá porque la extrañaba.
Como el abuelo sigue en casa y mi falta de privacidad me obliga a desvestirme en plena sala, a dormir a veces en el sillón, o abusar de mi tiempo en la computadora que se ha desconchinflado (por cierto), he tenido que dormir en la cama de mi mamá y no saben como añoro regresar a mi lecho.
Anoche o esta madrugada ocurrió algo que me dejó con la boca abierta, no recuerdo que tipo de sueño tenía, creo que era una discusión de unas personas y yo escuchaba con atención, pero supongo que debió de haber pasado algo que me provocó miedo o la emoción suficiente, que de manera inexplicable o totalmente explicable (porque sé quién es el culpable), abracé a mi mamá pensando que era otra persona, y le dije “mi amor”, y eso no fue todo, de paso la besé en la mejilla, de no ser porque me desperté en pleno acto y adquiero conciencia de mi acción, la hubiera seguido acariciando cual vil amante provocadora.
¡No mamen! Juro que fue inconciente. No puede ser posible cómo un filos tan sorpresivo me está dejando toda atrofiada hasta cuando duermo. Antes confundía a mi nana con mi mamá, ahora confundo a mi mamá con “mi amor”. ¡Chingaos que cursi me he vuelto!

Geisha

Dos días fueron suficientes en la misma cama para que te extrañara y por eso ¡te odio!

martes, agosto 01, 2006

Dos panoramas

Nací en los finales de un otoño y la entrada del invierno, un mes de octubre. He vivido gran parte de mi vida en un aislado pueblo mestizo y tradicionalista al sureste del país. Curiosamente ese mismo mes se celebra la fiesta de la comunidad, sólo he ido a una calenda en todo el tiempo que he vivido aquí.
Algunas personas me conocen, saben mi nombre sin que yo sepa el suyo, les doy el saludo obligado de las zonas rurales imitando su mismo tono pueblerino del “Buenos días”, “Buenas tardes” y “Buenas noches”.
Cuando papá se ahogó con su saliva, mi abuela nos corrió de la casa en el centro que precisamente se encuentra frente al panteón donde se enterró.
Quedamos condenados al olvido del campo, a la casa diseñada en terrenos baldíos por mi progenitor en sus inicios de arquitecto, vimos la milpa crecer con los años, a ver la tierra deforestada al paso de mi juventud, a olvidar esos panoramas de tierra fértil con dos cosechas al año; ahora solo hay una (y si es que la hay).
Vi derrumbar el cerezo donde se escondían los enamorados en las noches, caminé por los arados junto con mis hermanos que me esperaban porque mis pies pequeños que se hundían en los surcos de tierra.
Por mucho tiempo sólo tuvimos una vecina a la que siempre dábamos motivos perfectos para ser presas de sus chismes. Decía que mi madre andaba con muchos hombres, que mi hermana a los quince años había abortado, que mi hermano se iba a casar con una de sus hijas, y que yo era una flacucha desnutrida porque no me daban de comer (eso era cierto ¡ja!).
Veintidós años han pasado, mi piel morena se la debo a la calle sin terminales de sombra de árboles, mis sesenta centímetros de cabello a la búsqueda de una identidad cercana a los rasgos nativos de la gente, mi ligera notoriedad de michelines en las caderas y cintura se las debo al inherente gusto por los alimentos del prodigioso maíz, a los antojitos de tortilla recién hecha en comales de barro y cal, a las fritangas atiborradas de grasa, a los quesos, quesillos y lácteos.
Tengo una lucha interminable con la calle que me dirige a casa en verano, mi calzado nunca escapa al lodo o al polvo, y prefiero los zapatos de piso a mutilar los tacones de mis zapatillas, cuando los arriesgo a los golpes de las piedras y los automóviles me empapan de una nube de polvo, maldigo al municipio y a la falta de vecinos para pedir el pavimento.
Mis pies me describen, los choclos rosas permanentemente sucios demuestran mis interminables caminatas, indican mis momentos de descanso, de comodidad y dejadez antivanidosa…

Fuera del tema salió…


Y empiezo a hartarme de todo esto, y empiezo a buscarme en algo diferente, y empiezo a planear la fuga, y empiezo a soñar que se me caen los dientes, que mi cabello es corto y que mi cara es otra.
El sillón en el que a veces duermo en las tardes me dice que necesito mi cama, los libros no leídos me escupen y echan en cara mi ignorancia, y la distancia se vuelve corta y la estancia se vuelve efímera, y el enamoramiento me hace sufrir más, que sin el, y la incertidumbre me da la certidumbre de tenerla como un infierno constante en mis nervios, y los olores y colores de este lugar en el que vivo, al que tanto amo; me dicen que ya no son suficientes, y la misma gente me repite que no saldrá de aquí, y me siento como en un lago, estancada, inerte.
A mi edad otros ya habían aprendido otro idioma, habían escrito libros, había conocido las ilusiones fuertes, yo sólo los admiro en letras sobre los brazos de la nostalgia.
Veo mi alrededor, encuentro conflicto, encuentro el aire enrarecido de inconformidad, de deudas interminables consigo mismo y con los demás; caminar en la noche en la calle solitaria, sin que los perros me molesten, ya no es suficiente para liberar un poco la carga, ya no sólo es estrés, sino empacho contenido de algarabía mezclada con hartazgo colectivo.


Geisha