viernes, mayo 19, 2006

Algo sobre la Geisha

Lo de Geisha, es un ideal por ser lo que no soy. ¿Pero quien me manda a no poder salirme de las reglas?

Mi abuelo me pegó la afición por la cultura de oriente, queda poco de mis raíces chinas, solamente la comida que él me prepara cuando voy a visitarlo, lo contradictorio del asunto es que geisha es un término japonés, y aún así me gusta.

En nuestra búsqueda por apegarnos a la descendencia a la que pertenecemos, mi abuelo es acupunturista, aprendió el oficio hace algunos años de unas coreanas y le enorgullece que le digan “doctor”.

Mi señora madre cuando puede, aprovecha para alardearnos como mujeres ejemplares… detesto cuando lo hace. Constantemente le digo que no tiene por qué andar divulgando mis logros y mis defectos, pero en su afán de encontrar alguien que juzgue su vida como ella juzga la de los demás, termina metiendo la pata y ocasionando envidias, que encontrando un buen consejo o elogio.

Desde que comencé a trabajar, me es más difícil cuidar los detalles de la casa, la intento de mujer que era, desarreglada, despeinada, triste, de porte inseguro, se borró con uñas pintadas, con bastante mousse en el pelo, una labial marrón, tangas y sostenes sexis, pantalones de vestir y de vez en cuando unos coquetos tacones.

El mundo virginal en el que viví, se desplomó, se convirtió camas sudorosas, en una tumba, en piernas angustiadas y un vientre incrédulo e insensible.

Esas son algunas cosas de mi insoportable yo, de mi insoportable pesadez, de insoportable insatisfacción, de insoportable felicidad.

Geisha