La mala vida te gusta, le seguiste el juego, aún sabiendo que era casado.
Muchas veces te lo dijeron, ‘olvídalo’, pero te gustó que el albañil ese del que te enamoraste, te susurrara sus peores palabras de amor.
Tú, arquitecta, soltera, sin hijos, ni compromisos, no pudiste resistirte, a ese nacote graduado.
¿Cómo olvidar ese gran tamaño?
La primera vez que te lo tiraste, te encanto su cuerpezote, sus torpes manos que no pudieron desabrocharte las zapatillas, y más te hizo gozar su frasecita de ‘mamita estas bien buena’.
En definitiva no te valió ver que su mujer, una jovenzuela regordeta con vejez prematura, le fuera a dejar el desayuno todos los días a la construcción donde tú coordinabas la obra.
Te dolió darte cuenta que ese hombre que tanto te gustaba, nunca iba a dejar a esa mujer que en verdad le amaba, bonita arquitectura la que construyes en brazos ajenos pero nunca tuyos, puta amada.
La arquitecta
3 comentarios:
upsss.......sin palabras...pues lo que hiciste bueno o malo ya paso.....eso si los cargos de conciencia estan cabrones despues, tomalo como una buena experiencia y da vuelta a la pagina...o vete malacostumbrando a ello.....tu decides.
Es escrito en primera persona, pero no es mi historia, de todas formas yo le paso el tip a la arqui.
ah bueno........porque si esta medio complicada su situacion no??? jeje
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