Naty quiere que le hagan fiesta de quince, mandó su cartita a una página de Internet de Barbie para ver si le financian la pachanga, su familia no es como las del pueblo que sin importar su condición económica compran millares de cervezas para los invitados.
Calculo que Natalia no pesa más de treinta kilos, el tiempo no pasa sobre ella y sigue siendo la enclenque niñita que parece de 8 años. Sus pocos amigos, la baja autoestima que le dicen que tiene, la han hecho apartarse de muchas de sus amiguitas adolescentes que le exhiben su sexualidad de casi mujeres costeñas.
Por secretos de familia, de esos que a nadie le gusta contar, en donde la naturaleza no condena ni hace victimarios, sabemos que antes de tener un noviecito, fue parte de una relación extraña, por no decir el término enfermo o criminal entre parientes, que no rebasaron un coito, ni unas caricias burdas; y que me resisto a verles con ojos de malicia.
A la niñita flacucha, le gustan las tribunas, el reconocimiento de primeros lugares en declamación y oratoria como a su hermano, otro enclenque que pinta para buen político del tricolor.
El domingo me acompañó al mar y por decisión común fuimos a misa, a una capilla abierta que iniciaba muy cerca de la costa de la playa.
Después de hincarnos, repetir en voz alta el padre nuestro, darnos la paz, dejar una limosna, nos comimos dos nieves de coco cada una y le invité unos chicharrones grasosos para que se los comiera ella sola.
Mientras nos sentamos a chupar nuestro barquillo, vi como todavía le quedaba la ropa que usaba a los seis años y los zapatos bubble gumers de olor a chicle, que le compró su mamá hace más de cinco años.
Me admiró su pecho plano, sus pezones que sin mucha vergüenza se muestran infantes ante una playerita pegadita. Naty tiene catorce años, el 16 de octubre cumple quince, a su uniforme de bachiller, aún en la talla más chica, tuvo que hacerle unas costuras para que no se le cayera la falda.
Su mal carácter se lo han ganado todas las personas que le rodean y le repiten la misma cantaleta, “come, si no vas a volar”.
Y comienzo a creer que el milagro de mi intento de bajar de peso es más probable, que ella aumente un kilo de grasa en su cuerpecito, o que por lo menos se le hinchen un poquito los pezones para indicar que ya es una adolescente y no la niña berrinchuda que no ha crecido durante años.
Calculo que Natalia no pesa más de treinta kilos, el tiempo no pasa sobre ella y sigue siendo la enclenque niñita que parece de 8 años. Sus pocos amigos, la baja autoestima que le dicen que tiene, la han hecho apartarse de muchas de sus amiguitas adolescentes que le exhiben su sexualidad de casi mujeres costeñas.
Por secretos de familia, de esos que a nadie le gusta contar, en donde la naturaleza no condena ni hace victimarios, sabemos que antes de tener un noviecito, fue parte de una relación extraña, por no decir el término enfermo o criminal entre parientes, que no rebasaron un coito, ni unas caricias burdas; y que me resisto a verles con ojos de malicia.
A la niñita flacucha, le gustan las tribunas, el reconocimiento de primeros lugares en declamación y oratoria como a su hermano, otro enclenque que pinta para buen político del tricolor.
El domingo me acompañó al mar y por decisión común fuimos a misa, a una capilla abierta que iniciaba muy cerca de la costa de la playa.
Después de hincarnos, repetir en voz alta el padre nuestro, darnos la paz, dejar una limosna, nos comimos dos nieves de coco cada una y le invité unos chicharrones grasosos para que se los comiera ella sola.
Mientras nos sentamos a chupar nuestro barquillo, vi como todavía le quedaba la ropa que usaba a los seis años y los zapatos bubble gumers de olor a chicle, que le compró su mamá hace más de cinco años.
Me admiró su pecho plano, sus pezones que sin mucha vergüenza se muestran infantes ante una playerita pegadita. Naty tiene catorce años, el 16 de octubre cumple quince, a su uniforme de bachiller, aún en la talla más chica, tuvo que hacerle unas costuras para que no se le cayera la falda.
Su mal carácter se lo han ganado todas las personas que le rodean y le repiten la misma cantaleta, “come, si no vas a volar”.
Y comienzo a creer que el milagro de mi intento de bajar de peso es más probable, que ella aumente un kilo de grasa en su cuerpecito, o que por lo menos se le hinchen un poquito los pezones para indicar que ya es una adolescente y no la niña berrinchuda que no ha crecido durante años.
Geisha
13 comentarios:
Hola, gracias por dejarme pensando tanto.
Un besote.
Todos, a pesar de los sinsabores de la vida, llevamos algo de niños adentro... unos más, otros menos.
Por cierto, gracis por pasar a visitarme (visitarnos?).
"Diamantes y óxido" es un texto que yo escribí tomando -pedazos- de situaciones de aqui y de allá, de nuestro pasado reciente (de La Musa y mía) y de lo que espero NO suceda... mas una canción bastante vieja. Quieres oirla? A donde te la mando?
Sin comentarios.
Saludos
José
Tu historia me ha conmovido, me ha transportado.
chiquita...
chiquita...
Yo conozco a alguien así, y creeme, no es bonito pasar mas de media hora con alguien así si eres hombre. El mundo comienza a friccionar y la estructura social comienza a tambalearse condenativa alrededor de uno y otro, como si un ser humano no pudiera pasar tiempo con otro ser humano.
Existe alguna forma en la que pudiera ayudar para que se pudiera realizar la fiesta de Naty?
primera vez por aqui a donde mandamos los donativos de cerveza?
Estoy pensando seriamente en mandarle por lo menos un vestidito de señorita o algo sorpresa para su cumple, se aceptan donativos si va en serio con mucho gusto les paso su correo electronico.
No me lo tome a mal,pero en casos asi..como que una "pachanga" suena muy frívolo...si uno desea hacer algo por la causa, seria mucho mas objetivo ponerla en manos de un nutriólogo o un psicólogo..un vestido nuevo normal (no de muñequita de pastel, aun se usan?)no estaria mal para que el dia no pasara sin pena ni gloria..pero eso de mega fiesta y quedarse empeñados se me hace absurdo!
Es mi particular punto de vista. Diana
Desafortunadamente, pertenecemos a un país donde la cultura, las costumbres, la familia etc. influyen mucho en nuestra forma de pensar, y digo, ¿qué fiesta no es frívola? pero, creo que la diversión, el día, el momento, si quiere la ilusión adolescente, sólo ocurren un breve instante, lo del nutriologo y el psicólogo, tendrá que lidiar con ellos en algun momento, o el resto de su vida se lo aseguro, ¿pero quién le quita un momento de alegría?
Obviamente, no pienso regalarle vestiditos de muñeca de pastel ja, ja, ja.
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