viernes, febrero 25, 2011

pérdida

Perdí mi teléfono, me lleva la chingada.
El aparato ni siquiera lo compré, es mío, pero no lo es. Aún así, pienso en ese aparatejo como mi ventanita al mundo, con el que hablo con mis primas, mis primos, mis tíos, con mis comadres para contarnos las penas, o para presumir un nuevo acontecimiento.
Ahora se ha ido, con todos mis números, creo que eso es lo más trágico de perder un télefono, los contactos que guardas ahí.
Tal vez no estaría tan dolida por perder dicho aparato, si no fuera porque hoy cayó una tormenta de nieve, y no ha parado, me pone de malas el hecho, porque ayer estábamos planeando ir a ver a Julieta Venegas, por la módica cantidad de 35 dolarucos en un teatro de Broadway, pero cayó la puta tormenta y ni cómo ir.
La última vez que lo usé mandé un mensaje, lo puse en el asiento de a lado del carro, y por más que fui a buscarlo tres veces ahí, revolví todo mi cuarto, no apareció.
Mi hipótesis es cruel, porque si lo dejé en el carro lo más probable es que lo tomé, lo puse en mi chamarra y se me cayó en el tramito del garage a la entrada de la casa, pero ese tramito es inmenso con el casi medio metro de nieve.
Si lo extravié ahí, ya doy por hecho que el aparto ya está destruido, porque ya pasó la barredora.
¡Qué depresión Dios mío!

2 comentarios:

Geisha dijo...

Soñé que encontraba el teléfono, era tanto mi estrés de tener que ir a cancelar e número, comprar otro aparato, que soñé que lo encontraba.
No perdí las esperanzas, fui a buscarlo aún después de que ayer pasó un tractor y la barredora, lo encontré a un borde del camino ¡y lo que es mejor aún funciona!

¡qué felicidad!

Rasta dijo...

Hola paisana
soy rastaoax