viernes, marzo 05, 2010

Dos cajas

Hoy me declaro chilanga. Ya tengo tarjeta del metro, del metrobús y la del tren ligero.
Las pasiones y los vicios humanos, son los mismos aquí y en cualquier parte del mundo, tener necesidad es lo mismo que tener hambre aquí y en África. Todos los días paso una buena parte de mi tiempo en el metro. Veo a los vendedores ambulantes, yo también soy una de ellos, pensé en mí, en mi mamá y en la forma en la cual ella pagó parte de mi universidad, por tres años tuve un porcentaje de beca, pero lo que restaba, lo pagaba gracias a sus ventas, ventas que en algunas ocasiones fueron de discos piratas.
Nunca me dio vergüenza pregonarlo, porque incluso cuando entraba en debate con mis alumnos por lo derechos de autor, lo confesé, para poner en evidencia que este capitalismo absurdo, no permite que nada ni nadie sea legal.
Todos los días, en cada vagón del metro hay tres, cuatro, cinco, vendedores de dulces, discos, plumas, y hasta los que venden su miseria, los que se dejan caer en un saco con vidrios para herirse la espalda, ¿cuántas historias no hay detrás de cada vendedor, de cada miserable mentiroso, de cada enfermo verdadero, de cada indígena necesitado, de cada freak insoportablemente real, de cada extorsionador huevón? ¿Cuántos pies con várices de mujeres vendedoras de discos que a la vez cargan a su hijo? ¿Cuánto dinero se ha invertido con anuncios de ‘hagamos un metro con orden’ cuándo los mensajes no sirven de nada, si no hay planes y acciones concretos para los cientos de autoempleados?
¿Qué necesidad tengo de ver todo eso? Si en casa dejé a mi madre como única familia, mi auto, mi confort, mis amigos, mi trabajo. Es mi prueba de fuego, a un lago de ácido, al que no puedo ser ajena. Porque me resisto a seguir con la misma historia de vida de mi madre, porque odio tener que pagar tantos putos impuestos de un auto al que tengo que mantener como un hijo, porque quiero un confort que no sea momentáneo, porque ya no quiero copiar las mismas ideas de mis amigos, porque ya no quiero un trabajo que me explote y no me brinde ni seguro social, ni lo que por ley me corresponde. El confort también es un cúmulo de atrocidades a las que me resisto, las que ya no quiero preservar, porque ese confort me hubiera seguido carcomiendo el alma, esclavizándome con cosas que ya no quiero hacer. La historia de mi vida es una hoja que tiene muchas manchas. Seguirá siendo una hoja manchada, pero con la diferencia que ahora yo doy los pincelazos que se me dan la gana.
A nadie le gustan los cambios. Tres semanas con tos, la desaprobación total de personas que son importantes en mi vida, el clima de una ciudad que no me entra en los pulmones, y un examen de admisión que dudo pasar.
¿A quién le gustan los cambios? ¡A nadie!, pues ni modo, lo hice. Fui a casa el fin pasado y aunque regresé con mucha nostalgia, con muchas ganas de querer dormir otra vez en mi cama, de comer en mi cocina, descubrí que mis cosas ya estaban en dos cajas. Los libros estaban relegados al olvido y al polvo. Lloré al ver a mis amigas, tenía que hacerlo con ellas, porque en casa no podía darme ese lujo.
Volví al trabajo para arreglar pendientes y esa última visita fue tan determinante, que tuve una razón de peso para decir que NO quiero volver aquí. Gracias por todo, gracias por ser parte en cuatro años de mi vida, pero me voy por insultarme.
Vengo a esta ciudad porque aquí está mi padre, porque odio a esos hombres que en mi tierra me hicieron añicos el sexo y mi dignidad, porque siempre he sabido lo que quiero pero ahora me he dado la oportunidad de hacerlo.
Hasta el blog suena feo, se siente enfermo, se lee lento, se habla poco y pierde efecto.
Ni modo, asumo las consecuencias. Viajo en el tren ligero.

7 comentarios:

Un chico de Lima dijo...

muy pocas personas estan dispuestas a los cambios, sin embargo, si son para bien qué mejor que aceptarlos :D

La Guera Rodríguez dijo...

Querida...que cree? A mi si me agradan los cambios, por razones que no vienen al caso, me he dado cuenta de que mi vida es un continuo giro, sin tiempo para aburrirme. Ya me acostumbré a ser nómada.

Cuando viví por 2 años en el DF nunca viaje en metro.Me perdí de todo ese mundo que mencionas? o simplemente cerré los ojos a la realidad.
Por cierto, cuando pueda paseme el numero de su celular por correo o msn para ver si es posible que coincidamos. Yo llego a trabajar a la parte Norte del DF. por donde está usted?

Besos! muchos!

Geisha dijo...

No queda de otra hay que aceptarlos.

Diana querida ya le envié un correo. Saludos

Mi BLOG MIO DE MI dijo...

FELIZ DIA DE LA MUJER, se que a muchas personas les parece superficial, artificial y comercial el mencionarlas con tanta reverencia una vez al año, sin embargo es bueno escribirlo asi:

FELIZ DIA, MUJERES HERMOSAS DEL MUNDO ¡¡¡¡¡

Falso Profeta x dijo...

Oye, qué buen argumento dabas sobre los derechos de autor. Me imagino que debes amar los anuncios antipiratería que ponen antes de las películas "tengo una maestra pirata, snif, snif".

Y sobre el comentarios que dejaste en mi blog: ¡a las pruebas me remito!

Suerte en tu nueva aventura.

Falso Profeta x dijo...

Oye, qué buen argumento dabas sobre los derechos de autor. Me imagino que debes amar los anuncios antipiratería que ponen antes de las películas "tengo una maestra pirata, snif, snif".

Y sobre el comentarios que dejaste en mi blog: ¡a las pruebas me remito!

Suerte en tu nueva aventura.

Geisha dijo...

Ay Falso tranquilizate!! nomás uno los toca en el ego y ya saltan.