De vez en cuando solíamos cambiar de mesa, él siempre pedía lo mismo: una cerveza oscura, bien fría. Yo alternaba de bebida de acuerdo a mi estado de ánimo, un café americano para cuando estoy a la defensiva, una limonada para los días pesados y muy calurosos, un capuccino caliente para cuando tendría necesidad de alimentar mi ánimo, un smottie de mango cuando estuviese de muy buen humor, una cerveza acompañada de muchos cigarros intermedios, cuando quisiera relajarme o agarrar valor para algo.
De esta clasificación me hice consciente cuando eran demasiadas las salidas con él y la evasión de algo que no nos atrevíamos a poner en la mesa.
La primera vez, pedí un café, con sigilo observé sus manos de dedos largos y gruesos, y en la izquierda vi el anillo de oro. Casado, ¡puts! ¿de cuándo acá me había salido lo moralista?, nunca había tenido inconveniente alguno, pero ese güey tenía cara de patán convertido en gente ‘decente’.
No recuerdo el número de cita, pero esa vez también pedí una cerveza, puse un cigarro en mis labios, sacó el encendedor. Iniciamos la conversación con las banalidades del trabajo.
Se paró de la mesa, lo vi caminar y de espaldas pensé en lo rico que sería rasgarle el pecho y chuparle el cuello, imaginé que sus brazos podrían cargarme sin problema, e incluso romperme la ropa. Regresó a la mesa y con decisión dijo lo que menos me esperaba:
- ¿Sabes Lilo? He querido decirte algo desde hace tiempo, pero apenas te he ido ganado confianza…
En un segundo fantaseé con elegir el motel adecuado, en que hoy traía la tanga negra de encaje que podría quitarme con toda facilidad, comencé a fraguar el plan de discreción en la oficina, chuparle, chuparle, chuparle todo, todo..
- Te decía Lilo, te veo deprimida, sola, y quiero invitarte el domingo a mi iglesia, estoy seguro que ahí encontrarás la paz que necesitas.
5 comentarios:
jajaja muy bueno.... uno nunca sabe con lo que se puede encontrar!
Y... no has pensado en esa posibilidad?
Mira que me encuentro en una etapa de transición en que he estado aprendiendo a controlar los instintos y a dedicarle un tiempo a conocer la espiritualidad, esa que no solo se aprende en las iglesias...
Besos hermosa!
Diana
jajajajajajajajajaja que buen post! Estaba imaginando la escena en algún escenario conocido, jaja que cortón de inspiración!
Bueno sus intención no era tan mala, jaja. Como dices quizá era un patan convertido a gente medio decente, jeje...
Saludos!
jajaja, suele pasar que cuando menos lo imaginas te dan un bajon de este tipo
lo que si es que siempre me encabrona la gente pretensiosa que te invita a su "iglesia" esa gente me desespera
Ja, a veces a uno se le ocurren y le ocurren las cosas más inverosímiles, insisto, son las que dan sabor a la vida.
Diana querida, creo que uno en etapas de crisis, tiene que rectificar las cosas que ha hecho mal y si, yo ando en ese proceso, tormentoso por ratos, sanador y liberador gracias al cielo.
¿Por qué cree que ando solita, solita y casi sin ganas de problemas de pareja?
Saludos y un beso
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