Me estoy haciendo adulta y prueba de ello, es que cada día me descubro teniendo sentimientos maternales más frecuentes. A últimas fechas he estado filosofando al respecto de que las únicas criaturas por quien vale la pena hacer de este horrendo mundo un lugar más habitable, es por los niños; mis niños.
Aún no soy mamá, trato de ser diariamente una tía más querendona. Ser tía implica una gran ventaja, porque evitas dolores de parto, la obligación de mantenerlos y educarlos. Creo que le he encontrado sabor a esto, porque estás en todo el reverendo derecho de consentirlos, apapacharlos y jugar como infante, sin que ello implique un compromiso obligado.
La última vez que visité a mi hermano, me di cuenta que más allá de mi papel de consentidora, disfruté el cambiarle sin asco alguno, los pañales con caca de su hijo más pequeño, hacerle las mamilas, dormir con el nene para que no se despertara, e incluso comerme las sobras de las frutitas, yakult y yogurt que ya no quiso comer. También ser asediada por un ataque de cosquillas y risas que los otros dos más grandes me dieron, no tuve día en este año que riera tanto como esa vez.
Hacía mucho que no me preocupaba de complacer a paladares exigentes, porque en mi estancia, me tocó cuidarlos y prepararles el desayuno a los tres muchitos con el esmero de hacerles algo rico, sin picante, nutritivo y de buen aspecto. Ya saben, los niños son los seres más exigentes y sinceros que existen.
Por otro lado, con mis sobrinos más grandes que están a dos pasos de la adolescencia, me ha tocado ser la tía confidente que escucha sus comentarios chintescos sobre sus gustos con las niñas, también me ha tocado ayudarles en las tareas, mis tres años de maestra, me han dotado de más paciencia y métodos, para que ellos lleguen solos a las respuestas, sin que estudiar implique un acto de tortura.
Confieso que no soy una mujer muy expresiva, pero con las personas que realmente me esmero para serlo, es con ellos, mis sobrinos. Tomarlos de la mano en la calle, cuidarlos cuando van al baño, checar que coman cuando los cuido, comprarles alguna golosina que no esperan, desgastarme en adjetivos cursis como ‘mi amor’, abrazarlos y besarlos mucho, aunque ellos terminen limpiándose las mejillas por mi baba o labial, son formas fehacientes de decirles cuanto los amo.
A veces me llegan flashazos breves de mi infancia, como la vez que mi hermano me llevó en sus hombros a ver un jaripeo, cuando abracé sus piernas por el terror de que mi mamá me iba a dar un cinturonazo (lo interesante de ese recuerdo es que él me ayudó a esquivarla y le terminaron dándole el cinturonazo a él, ja).
Soy una llorona, pero más de una vez me he puesto nostálgica cuando mi hermano completa los recuerdos que yo tengo a retazos. He llegado a la conclusión que la mejor forma de decirle a mis hermanos cuanto los quiero, es dándoles a mis sobrinos todo el amor, todos los dulces, todos los juguetes que se puedan, hacerlos personitas sonrientes, listas, platicadoras, abrazarlos fuerte, fuerte cuando lloran, explicarles con detalle que el mundo no es muy bonito como la tele lo pinta, que no siempre los buenos ganan y que los malos, no son tan malos. Sé que no soy muy buena dando clases de moral y tampoco pretendo parecerme a esos escritores que tratan de resolver los traumas de gente deprimida en libros de autoayuda, pero si tuviera que explicarles algo sobre la vida, les diría eso.
Hoy más que nunca creo que ante toda adversidad, ante toda crisis, ante todo problema, a los que más hay que proteger y cuidar son a los niños. Una vez que su aura de inocencia se diluya, la ilusión de revivir lo bonito de nuestra infancia, los viejos placeres de llorar a todo pulmón, de gritar, de reír con cualquier cosa, de jugar, de abrazar y querer por necesidad natural, de todo eso, sólo quedaran en ellos los recuerdos a retazos que sus padres, hermanos, tíos y demás, completarán para decirles de otra forma cuanto los aman.
7 comentarios:
Hola:
Disculpa mi inconsistencia en tu espacio "privado", muchas veces te leo, pocas comento porque no se que decir.
Esta vex me he encontrado con una joya, tu escrito de los sobrinos me ha pegado como pocos antes, en gran medida proque mis sobrinos estan muy lejos y la más pequeña tiene 3 años menos que yo.
Todo el rollo anterior es porque creo que TU esres una de las pocas PERSONAS que pueden enseñar a los que vienen detras de nostros a hacer un mundo mejor del que nos toco vivir a nosotros.
Con todo respeto El Loco.
Mi Geisha:
A mi me pasó algo diferente a lo que dice mi amigo Loco...
Yo no sé como le voy a hacer cuando nazca mi bbcito, sé que volverán a mi mis sentimientos maternos pero es que me pasa algo desde hace tiempo: detesto a los chiquillos!..cagones, llorones, mocosos, latosos...
Me agradan los niños, pero lejos de mi!!...y sabes bien que tengo años luchando de la manera que sea posible en contra de la pedofilia pues seré lo tolerante que sea, menos con eso.
Este tema de los niños me despierta ideas encontradas...sé que los niños merecen un mundo mejor y bla bla...pero simplemente no los aguanto!...
creo que empezaré a tejer una chambrita...jejeje
Diana querida
¿Sabe por qué disfruto a mis sobrinos? por eso mismo, porque los veo poco, viven lejos o de plano me la paso todo el día trabajandoo y ando ocupada.
Creo que esas pequeñas dosis, me hacen verles sus grandes cualidades, si tuviera que verlos diario no dudo que ya me hubieran sacado canas verdes.
Aún así, mi objetivo es ser más tolerante, educarlos, ponerles límites pero también apapacharlos mucho.
Besos Loco
A mi siempre me han gustado mucho los niños, creo ke si fuera maestra sería de jardín de niños y/O primeros años de primaria, creo que es un trabajo muy engrandecedor( bueno a cualquie nivel) porque les das gran parte de las bases de sus vidas, les enseñas a ver las cosas de una forma diferente lejos de el circulo papá y mamá.
Bsox y a tus sobrinos también!
Se puede, claro que se puede...
Sólo que nos aferramos a los placeres que provoca la adultez... Pero un día, sólo un día que te dediques a ser niña, será un día muy feliz...
Mirá que... Ayer me regresé caminando a la casa, y por el camino hay unas escaleras, y jugué competencias con un niño que me encontré...
Por un momento, reí sinceramente, sin malicia o sin escuchar un chiste con groserías... Así, inocente...
Un abrazo mi Geisha Mezcalera
Cheers...
Siempre es bueno enseñarle buenos valores a los niños, es como un granito de arena para que por fin nuestro entorno cambie en un futuro porque los adultos de ahora estan podridos y han corrompido todo en lo que creemos.
Buen post.
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