Me han preguntado hasta el cansancio ¿qué pasa en Oaxaca?, y está vez no pretendo hacer un ensayo para justificar lo que me a llevado a conclusiones que no son del todo gratas ni siquiera para mi. Distanciarme de mis amistades que en su mayoría desaprueban a la Asamblea Popular, ha sido el primer efecto secundario de mi fallida imparcialidad que traté de mantener meses anteriores. No daré razones que justifiquen el destrozo del centro histórico, tampoco el retraso de clases en los centros educativos, ni las muchas perdidas de empleos, de ingresos, y demás causas de lo que mucha gente se queja, porque no tengo, ni hay argumentos para sustentarlas.
Los medios dan datos inexactos de los desaparecidos, detenidos, muertos y los rumores parecen proporcionar más tintes de verdad que la prensa. Cada vez los enfrentamientos son más atroces, cada vez tenemos a más gente muerta.
Ayer sábado, me uní a la protesta en una de las tantas megamarchas realizadas durante estos meses, esta vez se inició en San Bartolo Coyotepec (pueblito conocido mundialmente por producir el barro negro), en dicho municipio es donde se encuentra la secretaría de seguridad publica y la casa de gobierno, recientemente trasladada a dicha comunidad. Hace unas semanas las autoridades y nativos del lugar, balearon a un grupo de maestros, por tal motivo se decretó que en San Bartolo ningún centro educativo de carácter público abriría sus puertas, de ahí que la marcha saliera de ese punto como medida de protesta por los asesinatos.
La indignación creció cuando nuestro gobernador declaró hace unos días, en los medios “que el conflicto magisterial había sido superado”. A mi madre y a mi, nos caló hasta los huesos presenciar la muestra de cinismo más vil del teatro político.
Ayer caminamos por casi cuatro horas, cerca 19 kilómetros, gritando consignas, viendo a la gente cansada de no ser escuchada, pocos jóvenes y los que llegaron venían de fuera, Michoacán, Chiapas…
Terminé agotada, mi mamá llevaba, por si las moscas, unas cocas por si nos tocaba algún gas, creo que en esos momentos me siento más cerca de ella, Chelito aún levemente enferma de la garganta gritaba junto conmigo.
Esas horas parecen tan largas, pero tan cortas para pensar que simplemente eres una voz minúscula que pretende contribuir a detener esto, a seguir impidiendo que haya más muertos, más barbarie condenada por causar daños materiales, ¡carajo! eso se reconstruye, las vidas no.
Todavía no se me quita ese nudo de impotencia, no sé quienes murieron, pero aún así no puedes dejar de voltear la vista y pensar: pude haber sido yo, o puedo ser yo la próxima a la que vayan a botar al mar, para que nadie haga nada.
Nos fuimos temprano del centro, no nos tocaron los gases afortunadamente, pero vimos como se preparaban las bombas molotov, tal vez muchos de los que vimos ya se fueron al hoyo. En los medios se condenan los actos vandálicos, pero es la simple y atroz respuesta de que "el conflicto magisterial esta resuelto"... no lo hubiera dicho ese cínico que no se va.
Carmen se apasiona, llora y en su voz me quiero encontrar. Ella no necesita ser una estadista para entender las cosas por las que se manifiesta con cualquier persona que le da la palabra, puede convencer hasta al más apasionado, pero no a su hija burócrata que apenas voltea a ver lo que pasa, y que critica a los "sappos" como la escoria más vil, que esta siendo masacrada.
Si me muero un día de estos, espero que también sea por inconforme.
Geisha
5 comentarios:
tengo de verdad un respeto enorme por ti, por tus ideas y por como escribes con respecto a los problemas de tu pais.
Un abrazo.
No vamos a morir, tampoco dejemos de inconformarnos.
Mi punto de vista es contrario al de Pablo...
-Sé, que vamos a morir.
Pero los Conformistas,
me apetecen medio muertos, de por sí.
Un beso y un masaje suave a esos pies guerreros/caminantes.
I've got you under my skin, I've got you deep in the heart of me... esa canción como me gusta..
La palabra resistencia tiene varias implicaciones.
Resistencia a la necedad, a los efectos colaterales, a los estigmas, la segregación social.
Y de la que más adolecemos los mexicanos con nuestra mínima educación civil: resistir aún cuando todos quieren terminar mágicamente algo que no puede solucionarse con un simple decreto.
Tú sabes el resto.
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