Por el cine aprendí que también se puede conocer a las personas por el lugar donde viven, en mi caso, quien se aloje en mi alcoba, puede revisar y esculcar con toda libertad mis cosas (aunque no me agrade tanto la idea), pues no escondo nada bajo llave.
En nuestro cuarto guardamos nuestra historia personal, revela gran parte de los que somos, y es la representación simbólica o la maqueta de nuestra vida actual.
En mi caso me agrada tener un amplio espacio libre, entre menos cosas tenga, mejor, dentro de mi recamara hay siete muebles donde se almacena la ropa, libros, zapatos, papeles, televisión, pinturas y demás secretillos evidentes.
El primer mueble situado en la entrada, es el tocador donde se almacenan las “bragas”(por no decir calzoncitos), los sostenes, calcetines y la ropa de diario, luego el buró donde guardo los zapatos, y algunas de las zapatillas en sus cajas originales, me gusta cuidarlas y con justa razón, pues no valen dos pesos.
Estos dos muebles, son donde guardo las cosas de necesidad básica, el tercero es el librero, que he rescatado del abandono, donde mi hermana arrumbó sus textos de derecho, y mi mamá los de contabilidad, también tengo unas enciclopedias viejas que incontables veces me han sacado de apuros y unos que otros libritos míos que he ido comprando, pero que muchas veces he comenzado y nunca termino.
Valoro tanto los papeles que contengan información, que hasta conservo las libretas de la universidad. Aquí también se alberga el diario que he abandonado desde que escribo en Internet, este gran libro de actas, con más de trescientas páginas escritas, guarda mi intimidad en los últimos años, lo hice pensando que sería leído, aunque limitado a ciertas personas, en múltiples ocasiones de mi desvergüenza y exhibicionismo, lo he compartido con mis amigas y un cuatito, a quien incluso, le permití que escribiera algo.
En nuestro cuarto guardamos nuestra historia personal, revela gran parte de los que somos, y es la representación simbólica o la maqueta de nuestra vida actual.
En mi caso me agrada tener un amplio espacio libre, entre menos cosas tenga, mejor, dentro de mi recamara hay siete muebles donde se almacena la ropa, libros, zapatos, papeles, televisión, pinturas y demás secretillos evidentes.
El primer mueble situado en la entrada, es el tocador donde se almacenan las “bragas”(por no decir calzoncitos), los sostenes, calcetines y la ropa de diario, luego el buró donde guardo los zapatos, y algunas de las zapatillas en sus cajas originales, me gusta cuidarlas y con justa razón, pues no valen dos pesos.
Estos dos muebles, son donde guardo las cosas de necesidad básica, el tercero es el librero, que he rescatado del abandono, donde mi hermana arrumbó sus textos de derecho, y mi mamá los de contabilidad, también tengo unas enciclopedias viejas que incontables veces me han sacado de apuros y unos que otros libritos míos que he ido comprando, pero que muchas veces he comenzado y nunca termino.
Valoro tanto los papeles que contengan información, que hasta conservo las libretas de la universidad. Aquí también se alberga el diario que he abandonado desde que escribo en Internet, este gran libro de actas, con más de trescientas páginas escritas, guarda mi intimidad en los últimos años, lo hice pensando que sería leído, aunque limitado a ciertas personas, en múltiples ocasiones de mi desvergüenza y exhibicionismo, lo he compartido con mis amigas y un cuatito, a quien incluso, le permití que escribiera algo.
No dudo que alguna vez mi hermano, que viene a visitarnos cada vez que la luna eclipsa el sol, lo haya leído, además que en mi inicios de fumadora sacó mis cigarros y quiso persuadirme de no hacerlo, pero como viles cómplices que somos, terminamos fumando juntos en un café, él quejándose de su mujer, y yo acusando a mi hermana de lo loca que está, nuestra conclusión fue que era necesario mandarlas a terapia o algo así… inches neuróticas.
Otra de mis grandes glorias en este librero, son dos cuadernillos empastados que considero como mis “hijos”, pues son estudios fotográficos que hice en la escuela, uno es un autorretrato y otro sobre la vida marital de mi mamá, y aunque no son algo magistral, los valoro muchísimo, pues fueron las cosas que más me gustaron hacer en la universidad.
En la parte superior tengo unas artesanías, una de ellas hecha en papel periódico y pintada en acuarela por un hippiteca que me la intercambió por una radio viejo, unas latas de atún y una gelatina, este, viajaba en bicicleta sin ningún quinto por toda la república; recuerdo que una vez caminaba con él en la noche, y me invitó a comer con unos teporochos las sobras de tortillas y guacamole que les habían regalado un taquero del mercado, yo por mi parte solamente los vi, no tenía hambre, y no pretendía quitarles el pan que por fortuna tengo en casa.
Pero ya me desvié de tema, estaba en el librero… casi en el un rincón está el mueble de la tele, a un costado de ella hay un archivero pequeñito de tres cajones, donde guardo algunas cosas curiosas, en el primer cajón están los cigarros y los cerillos (¿he dicho que me gusta encender los tabacos con cerillos? Aunque el aire apague la flama), en el segundo, una toalla sanitaria tapa una lata de faros, donde tengo la manía de conservar algunos boletos del cine y de mis últimos viajes, más abajito están escondidos los condones, uno de fresa, chocolate y otro normal, en el tercero tengo una que otra credencial vieja y la de blockbuster (¿he mencionado que me choca cargar cartera con credenciales y todo?), y una paquetito de papel arroz que nunca me he terminado. Como es un mueble que ocupa bastante espacio, ahí guardo mi diminuta colección de películas mexicanas, algunas originales, otras piratonas, que mi hermana sin consideración alguna toma prestadas sin avisarme, creo que esas si las pondré bajo llave. El mueble, tiene también un lugarcito donde escondo la botella de vino que hace una semana compré y solamente consumo cuando no hay nadie en casa.
En la parte superior están unos portarretratos, en el más mono está una foto con una de mis primuchis con la que me escapé a Acapulco, en la otra estoy con mamá Chofi, y en un tercero una mala fotografía de mis años mozos con el chelo.
En contra esquina esta mi cama, una matrimonial, donde bien podemos caber dos, jo, jo, jo… luego la mesa de la compu y el mejor de todos los muebles… el ropero viejo, todavía conservo uno de esas reliquias de abuelita, que tienen espejos en la puerta y una herradura de llaves viejas, este sirve solo para colgar la ropa, y no puedo deshacerme de él, pues me encantan sus espejos, testigos de mi desfloración y valorados por ayudar a verme desnuda mientras estoy encima de un male.
Este ropero es otro de los lugares donde oculto cosillas, arriba está el viejo estuche del violín, donde escondo las pastillas anticonceptivas, que para serles sincera me choca, me choca, tomar. En uno de los cajones, están envueltas las dos copas de cristal, que uso para tomar el vino, todas estas cosillas, y muchas más contienen historias que puedo recordar como alguien que añora la felicidad de la infancia… ¡ay que sentimental! Ahora que recuerdo, no me gustó mi infancia, pero algo tenía que decir y justificar este buen humor que me invade después de no dormir la noche anterior.
Otra de mis grandes glorias en este librero, son dos cuadernillos empastados que considero como mis “hijos”, pues son estudios fotográficos que hice en la escuela, uno es un autorretrato y otro sobre la vida marital de mi mamá, y aunque no son algo magistral, los valoro muchísimo, pues fueron las cosas que más me gustaron hacer en la universidad.
En la parte superior tengo unas artesanías, una de ellas hecha en papel periódico y pintada en acuarela por un hippiteca que me la intercambió por una radio viejo, unas latas de atún y una gelatina, este, viajaba en bicicleta sin ningún quinto por toda la república; recuerdo que una vez caminaba con él en la noche, y me invitó a comer con unos teporochos las sobras de tortillas y guacamole que les habían regalado un taquero del mercado, yo por mi parte solamente los vi, no tenía hambre, y no pretendía quitarles el pan que por fortuna tengo en casa.
Pero ya me desvié de tema, estaba en el librero… casi en el un rincón está el mueble de la tele, a un costado de ella hay un archivero pequeñito de tres cajones, donde guardo algunas cosas curiosas, en el primer cajón están los cigarros y los cerillos (¿he dicho que me gusta encender los tabacos con cerillos? Aunque el aire apague la flama), en el segundo, una toalla sanitaria tapa una lata de faros, donde tengo la manía de conservar algunos boletos del cine y de mis últimos viajes, más abajito están escondidos los condones, uno de fresa, chocolate y otro normal, en el tercero tengo una que otra credencial vieja y la de blockbuster (¿he mencionado que me choca cargar cartera con credenciales y todo?), y una paquetito de papel arroz que nunca me he terminado. Como es un mueble que ocupa bastante espacio, ahí guardo mi diminuta colección de películas mexicanas, algunas originales, otras piratonas, que mi hermana sin consideración alguna toma prestadas sin avisarme, creo que esas si las pondré bajo llave. El mueble, tiene también un lugarcito donde escondo la botella de vino que hace una semana compré y solamente consumo cuando no hay nadie en casa.
En la parte superior están unos portarretratos, en el más mono está una foto con una de mis primuchis con la que me escapé a Acapulco, en la otra estoy con mamá Chofi, y en un tercero una mala fotografía de mis años mozos con el chelo.
En contra esquina esta mi cama, una matrimonial, donde bien podemos caber dos, jo, jo, jo… luego la mesa de la compu y el mejor de todos los muebles… el ropero viejo, todavía conservo uno de esas reliquias de abuelita, que tienen espejos en la puerta y una herradura de llaves viejas, este sirve solo para colgar la ropa, y no puedo deshacerme de él, pues me encantan sus espejos, testigos de mi desfloración y valorados por ayudar a verme desnuda mientras estoy encima de un male.
Este ropero es otro de los lugares donde oculto cosillas, arriba está el viejo estuche del violín, donde escondo las pastillas anticonceptivas, que para serles sincera me choca, me choca, tomar. En uno de los cajones, están envueltas las dos copas de cristal, que uso para tomar el vino, todas estas cosillas, y muchas más contienen historias que puedo recordar como alguien que añora la felicidad de la infancia… ¡ay que sentimental! Ahora que recuerdo, no me gustó mi infancia, pero algo tenía que decir y justificar este buen humor que me invade después de no dormir la noche anterior.
Geisha
8 comentarios:
Uhm, interesante recorrido. Coleccionas muchos recuerdos que incrustas en objetos cotidianos aunque... coff, esa costumbre mía de leer entre lineas como que el día de hoy no debió aparecerse.
Bonito caos para tener pocas cosas en tanto espacio... la memoria siempre ocupará todo el espacio, no importa si está disponible o no.
Tomé nota.
Tu habitación es grande, entonces. En tiempos del hacinamiento, los multifamiliares, la pobreza rampante tu habitación suena como un campo de golf para mí.
Mi habitación parece zona de guerra. Así ha sido desde que todo lo ocupaban juguetes tirados en el suelo mezclados con ropa sucia, ahora son papeles y libros los que adornan todo el panorama. Hay sobre la televisión, en el ropero, en la cama, en la silla, entre la ropa, debajo de la cama.
Lo bueno de mi habitación es que siempre alberga sorpresas para mí. Encuentro un billete entre cierto libro. Una vieja carta olvidada entre la ropa. Media botella de algo en una caja de zapatos.
Y el monstruo debajo de mi cama, por supuesto.
Arriesgo; escorpión con ascendente virgo.
¡Mi rock es no votar!
¡Mi rock es no votar!
Hola Amiga..!!
Me agradó el recorrido por su espacio real...aunque tengo una pregunta, ha de disculpar la curiosidad: Como le hizo para ser desflorada en su propia habitación..? se supone que es la casa familiar, no?..y como le hace cuando la visita algun "male"?...por favor, paseme la receta ;=)
Me he atrevido a muchas cosas, pero como que meter a alguien a mi habitación, aun no...
Besos!!
Diana
Si, mi cuarto es grande, antes tenía una cama king size, pero la verdad que eso de tener cama grande afecta, te mantiene en una amplia soledad. Por eso prefiero una menos grande para que cuando duerma con alguien esté más cerca de mí.
Nunca he entendido eso de los ascendentes, pero me interesa un capricornio.
Lo que hay dentro de mi recamara puede descifrarme.
Mi rock, es ocuparme.Voté, ese día leí, pensé, ahora me toca actuar, eso es lo más difícil.
Siempre quise que cuando tuviera mi primer relación, fuera en un lugar donde me sintiera cómoda,y segura. En casa siempre hay gente, ese día, las fuerzas, las energías, los planetas las circunstancias, se acomodaron para que la posibilidad se diera, no había mucho tiempo,nunca hubo una oportunidad antes, pero ese día lo era, fue una de las cosas que aun sigo tratando de comprender. No hay secretos ni mañas en eso, solo fue una gran coincidencia, la casa sola, yo dispuesta y el compa a mi disposición.
No quise escribir sobre elecciones, pero dejé un largo comentario con Indigente, intenté hacer uso de mi pensamiento que pocas veces utilizo, creo que me pasé un poquito.
Saluditos
Que puedo decir Geisha?, me gusto mucho tu recamara, yo recuerdo que dormia en una litera junto con mis cuatro hermanos en un solo cuarto, y hasta donde yo recuerdo lo unico que me pertenecia eran mis cuadernos de la ecuela y mis sueños.
saludos
José
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