-¿Qué sientes cuando hacemos el amor?
Guardé silencio. Tres copas de vino y seis tabacos, fueron el pretexto perfecto para echarles la culpa del maldito dolor de cabeza que regresaba, igual al de la semana pasada. Si es que tengo conciencia, supongo que se manifestó con toda su furia. No quería contestar a esa pregunta, no deseaba hablar de eso, no quería destruirlo, no, no, ¡no! Guardé silencio.
Mis pezones son oscuros, capaces de ganarle la batalla a la copa del sostén y traspasar erectos a la vista de cualquiera. Culpables o no, cuando él abarcó mis senos, la punta de su lengua jugueteó con el pezón, mi reacción fue un extraño movimiento de cosquillas mezclado con una insoportable tortura, sin movimientos bruscos, pero si groseros, dignos de una inexperta virgenzuela a la que nunca han tocado, hicieron que se molestara, después de serias muestras repelentes de mi cuerpo hacia él, se apartó y ya no intentó más caricias rechazadas.
-¿Qué pasa? Dime que te pasa, sé que algo te pasa, y nunca lo vas a decir.
Guardé silencio. Esta vez no hallé forma y lenguaje para poder comunicarme, el silencio era lo más prudente que tenía en esos momentos, antes de decir cualquier estupidez.
Efectivamente, nunca te lo voy a decir, es mejor que nunca te lo diga, es mejor que no escuches lo que no quieres escuchar, será mejor escribirlo sin que lo leas…
Pensé que contigo encontraría esa parte que murió, esas cosquillas cuando creía estar enamorada, esos besos de vino derramado, ese deseo desbordado, ese cuarto de espejos, ese pene al que cual vil Dios pagano, rindo tributo.
No, tú no puedes suplirlo, eres la contraparte que me ha conquistado pero no termina de llenarme, eres pensamiento, eres ternura, eres comodidad, eres atención, eres un lindo intento de amor que amenaza con ser abortado.
No necesito que te confieses, sé que compras caricias, sé también que tratas de mantenerme en una sombra discreta, nunca me mencionas como tu pareja, y me siento la misma puta del círculo vicioso en el que no hallo salida.
Por eso no me siento tuya, por eso mi vagina nos es lugar privado para ti, es de quién yo quiero que sea, es de los deseos instintivos que no razono, es de las desmemorias y los desplantes innumerables que constantemente me hieren.
Este es el preámbulo de la despedida, no tenemos la culpa de ser lo que somos, de que las cosas hayan sido como fueron, de que en un desesperado momento nos hayamos visto como las salidas más oportunas a nuestro dolor.
En la cama estábamos distantes a los clásicos amantes melosos, moteleros. No contesté nuevamente a su pregunta, cerré los ojos y el cansancio del día, se transformó en una breve siesta nocturna, desperté cuando él se vestía, sabía que ya no habría más dedos delicados en mi cuerpo, ni besos, ni más dialogo, nuestra batalla había terminado, comprendí su irritación, estaba insatisfecho, sin haberme penetrado, rechazado por mi pezones y mi cuerpo.
Me hallaba desnuda, mi cabeza rodeada como una medusa de largos cabellos que formaban un resplandor, los chongos se habían deshecho, mi ropa estaba tirada en el suelo. Aún recostada, sentí esa sensación tan placentera de verme como alguien a quien jamás había conocido, hermosa, suculenta, con un cuerpo extraño al que veo diariamente en mis espejos, ¡qué drásticas tenían que ser las cosas! Minutos antes pintaba ser una velada agradable, ahora, todo se iba al caño, yo desnuda, acostada, semi dormida; él vestido, sentado, viendo el noticiero local.
Me levanté al baño, me despojé de sus residuos, su saliva, su hedor, su respiración. Abrí la regadera. Mientras me vestía, me miraba en el espejo y sentía ese hedonismo narcisista, de verme como alguien hermoso que nunca conocí en mi.
No abrió la puerta, subí a la camioneta sin la cortesía del caballero de unas horas antes. La conversación de vuelta a casa, fue solo una pregunta “¿te gusta esa canción?” -No.-Respondí. Cambió a la siguiente pista.
Él, cantó a voces bajas algunas frases de coldplay, permanecía algo consternada, el rock europeo era el más oportuno en esos momentos de insultos reprimidos. Llegamos a la puerta de mi casa, me despedí con un beso en la mejilla, dije gracias, y sin la crónica de una ruptura anunciada, o un dialogo que nos confrontara a una discusión, todo había terminado como empezó, sin palabras.
G e i s h a
6 comentarios:
wow... que buena interpretacion, muy detallada
Antisocial es el hermano gemelo de Charles Manson.
Muy bien Lili; lo que acabas de escribir tiene calidad literaria, mi consejo es que te deshagas de una vez de Ana y vayas tras el primer premio de la sonrisa vertical.
Aunque pensandolo bien, si no existiera Ana tus escritos no tendrían esa atmósfera de transgresión y culpa que matizan tus anécdotas.
Hola, llegué aquí por primera vez. Cuantas veces una frase desafortunada acaba con una relación...
Hipnotiza tu prosa fácil y cadenciosa que a veces emboba y otras aclaran, cuanta verdad y cuanta oscuridad dentro de una misma idea, solamente he visto algo así en las olas del mar, cuando te traen misterios y se llevan dudas.
Saludos
José
Los epílogos suelen tener matices ocres. Cuando el silencio se torna tan inmenso que es insalvable llenarlo de canciones de grupos ingleses melódicos es mejor redacter una respuesta en silencio, como ésta.
Saludo.
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