viernes, enero 07, 2011

Cuerpo de música desafinada

Tocaste mi cabello largo. El que recuerdas porque sabes que todas las veces que intentaste explorar mis senos con tu lengua, mi cabello era una capa protectora de tu boca.
El sueño me configuró en una faz verde, ya mi desnudez te la sabes de memoria, pero los colores en los que me configuras en cada sueño son simplemente el pretexto para identificar el placer que necesitas.
Sabes que soy mujer de pocas palabras, de pensamientos en remolinos y una intempestiva sexualidad que a ratos es obscena, otras veces pobre, activa y aburrida, presumida y desnutrida.
¿Qué quieres que te haga esta noche? Sí, entiendo. Tu sexo en mi boca. Conozco tus debilidades y sé que aunque te duela, mis dientes pueden torturarte con un poco de fuerza, pero suavizarte con las capas húmedas de mi boca.
Soy tu muñeca que servicial cumple tus deseos, la mujer que gime como niña, la que cierra los ojos y en susurros lentos suspira por un 'quiero más'.
Es nuestro secreto, a nadie se lo diré, pero sé que te gusta golpearme, la amabilidad con la que has tocado mi cabello se convierte en tu bandera de violencia, la que te excita porque significa la declarada posesión de mi cuerpo a tus anchas. Mi rostro no ha cambiado, no muestra ni el placer, ni el dolor que recuerdas vivo en mi rostro.
Preguntas, quieres respuestas. Abro la boca para articular sonidos que no entiendes. Una lengua incomprensible que en sonidos guturales calificas como un estado de estupidez. Me das una bofetada y me has dicho 'despierta', pero mi rostro sigue inmutable.
Nuevamente sé leer en tu rostro lo que se te antoja. Boca abajo me agacho y ves mi espalda cubierta otra vez con la mata de pelo negro y lacio. Te ofrezco sumisa los dos abismos, el que decidas más estrecho habrá de saciarte y a mí en destrozarme.
No hay más suspiros, sino un grito seco de mi boca. No comprendes la energía que se ha apoderado de tus brazos, porque mi cuerpo ahora te pertenece y no quieres separarte de el, mientras ese grito seco se repita una y otra vez como música desafinada.

Despiertas con las sábanas estropeadas. Ese día he de hablarte por teléfono. ¡Déjame en paz con una chingada! Te digo y cuelgo.
Escuchas el sonido de una llamada que ha sido cortada, música desafinada, otra vez. Esta vez el sueño, ya no es una ilusión que te complace, sino también la prueba de que mi cuerpo ha despertado lacerado por tus fantasías.


2 comentarios:

Geisha dijo...

Horrendo. Definitivamente horrendo este silencio. Dejaré de hablar de excreciones entonces.

"G" dijo...

Por qué?????? Yo apenas lo acabo de leeeeer!!! :'(

Es cruel el relato, pero tu estilo bien vale la pena. A mi me gustó. [Sólo espero que el "yo" narrador sea sólo eso...]

Saludos atrasados!!