domingo, diciembre 26, 2010

Montaña nevada


El día en que la comida se hizo insípida en tu boca, en que tocarte fue algo brusco sin sentir placer alguno, cuando las fragancias se hicieron sólo aire, y tu nariz helada se convirtió en una ventana de hielo mortal, el día en que tus manos dejaron de reaccionar por la nieve fría y el agua caliente, tus pies caminaron demasiado, y tu cuerpo como autómata trabajó hasta olvidar el cansancio.

Ese día en que dejaste de sentir; ese día me morí.

Un día soñé que caminaba sin abrigo, subía por una montaña helada, la reacción de mi cuerpo fue inmediata, los pies se me tornaron fríos y la visión en mi mente fue una imagen recurrente en sueños posteriores. Dijeron que habría muerto así. Yo no lo recuerdo, no sé siquiera qué es morir. Sólo sé que ahora mi cuerpo se deshace en migas amarillas, partículas que escupen mi repulsión contenida, mi coraje encerrado, la salvaje alma que atada de pies y brazos lucha incansablemente, consciente que la batalla es dura e inclemente y casi perdida. El destino juega sucio. La persistencia del cuerpo de un alma es potencialmente inexistente, pero a simple vista posible en meditaciones hilarantes, en sueños embriagantes y profundas tristezas de autodestrucción.

Caminé por una montaña donde cada uno de mis pasos hacían surcos profundos, el lugar al que me dirigía era una simple negación del pasado, volver y sobrevivir era posible, pero tomé el riesgo de avanzar sin protección alguna, mis brazos desnudos comenzaron a perder movilidad, y los primeros en paralizarse fueron mis pies.

La piel de mi rostro poco a poco se tornó sin la misma elasticidad de un ambiente caluroso, era como estirar una masa a todo riesgo de romperse. El no querer decir más, es también la mejor forma de negarse a recordar, de esconder la memoria corporal que a retazos de ficción se reproduce en el futuro.

He regresado al lugar donde caí. Me rehuso a escapar aún cuando esté a la expectativa de morir nuevamente en el mismo lugar, en la misma montaña, en el mismo frío, con razones que ya no son mías, sino de un pasado que me ha aprisionado y no se desliga de una vida presente.

Alrededor todo es mortandad, una tenaz lucha contra el ser vivo de al lado, una constante negación a lo espontáneo, cada palabra, cada gesto, cada acción es calculada sin perdida de tiempo o energía.

El pan se hizo una masa viscosa en tu boca, una caricia simplemente se convirtió en dedos fríos en tu vagina, los olores son aires helados de escasa vida en tu nariz.

Volviste a olvidar que la imagen de esa memoria que no superaste en tu vida pasada, es simplemente un sueño, al que clasificas como pesadilla y que te has propuesto olvidar, pero sigue vivo en tu mente; sólo te faltan vocablos para nombrarlo, porque erróneamente crees que la imaginación no tiene descripciones específicas, sino retazos de realidad.

3 comentarios:

Geisha dijo...

Algo pasó, hacía mucho que no escribía cosas así...

Parvati dijo...

Pase a desearte un fin de año excelente y un 2011 lleno de exitos, un abrazo

Geisha dijo...

Gracias mi reina! Igualmente!! Felices fiestas!