Sí, me pasa algo muy severo, muy anómico-anímico. Suicida, de venas cortadas con una zanahoria.
Traigo algo trabado en la garganta, la laringe es mi punto débil. No poder compartir eso que por egoísmo es sólo mío, por derecho lingüístico no lo digo, por razonamiento se ha vuelto ciencia de lo estúpido.
Cientos de letras, decenas de oraciones que ya no quieren decir mucho. Me niego a ver fantasmas. Me niego, y me asusto de sólo imaginarlo. La puerta se ha abierto sola, he pensado que eres tú, con el repentino latido de mi corazón, el escalofrío y mis manos temblorinas, te he dicho que no quiero más miedo. ¿Podrías perdonarme el nunca haberte dicho lo mucho que te amaba? ¿Podrías perdonarme el nunca haber insistido, por orgullo? ¿Podrías perdonarme las muchas veces que no quise tener sexo contigo porque me dolías?
¿Podré perdonarme todo lo que hice por ti? Quisiera perdonarme y perdonarte por lo que no pudimos hacer juntos, por dejarme así, con el sexo adolorido, con la sábana sucia, con tú desdén ante mi corrupción, con el quiebre de mis ideales en añicos cristalinos.
Dejaré que sigan pasando esas cosas raras que sólo yo percibo, dejaré de tener miedo.
Seguiré escribiendo esos relatos de lo que no hicimos, de mi boca en tu sexo, de tus labios en todos mis laberintos, de mis silencios en tu saliva, de tus palabras en mis senos.
Tú eres el autor en mis dedos, tú eres el travieso de mi moral retorcida, tú eres el personaje latente que nunca está presente, pero siempre estas.
Amor mío, te perdono por haberme convertido en la que soy, te perdono porque he vuelto al origen, al mismo punto donde me dejaste.
1 comentario:
Ay dios!
Se quemó la pantalla de mi lap...
Saludos (él está bien)
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