martes, septiembre 01, 2009

Chupándole las fantasías

Sus manos estaban sucias, las revisaste, miraste sus ojos, después de algunos años de esperar a que creciera, por fin ambos podían decir que estaban viviendo. Tú con treinta años, él con veintidós. No era demasiada la distancia. No importaba la distancia, porque tú vida no era tan acelerada como la él.
El pretexto fue un café. Tú sabías lo que querías. Desde el primer momento lo supiste. Te gustó cuando viste su rostro desolado, su pensamiento agudo, su interés inalcanzable en el arte, su juicio tajante, a pesar de esas cualidades que le veías, sabías que una parte de él todavía debía crecer. Demasiadas cualidades juntas en un adolescente que había vivido aprisa, pero adolescente irreverente al fin y al cabo.
Lo esperaste años, ahora estaba frente a ti. Tal vez él también había esperado ese instante.
Tú veías su mano como una gitana que le predice el futuro, él jugaba con tu cabello suelto. No sabes como pasó, pero en dos instantes, él cerró los ojos y tú los tenías abiertos mientras te besaba. Te gustaba demasiado. Por fin era para ti. En el momento adecuado, en el tiempo oportuno, con la paz necesaria en ambos.
El pretexto fue un café que terminó en besos inocentes, como de secundaria, como él los hubiera preferido hacía siete años, como tú los hubieras dado hacía quince.
Parecía un sueño cursi, un deseo kitch, un anhelo vehemente, una situación fortuita. No querías que lo fuera, pero lo fue. Sentías amor, él era el hombre más hermoso de la noche, tú eras su diva. Subiste a su moto. Te apoyaste en él, tomaste ventaja rozando tus senos con su espalda, los sentía grandes, firmes, desparramados entre su ropa y la tuya. En cada semáforo en rojo, como en una película, volteaba para besarte. No tuviste objeción alguna cuando entraste a su habitación, él ya era un adulto. Te desnudó. Los desnudaste. Conocías su cuerpo sin haberlo visto antes, sabías sobre la dimensión de su sexo, sabías sobre su virilidad, sabías que lo amarías el día que poseyera tus senos en su boca, lo que no sabías es que aún le faltaba conocerte, le faltaba saber que necesitabas oírlo decirte que te deseaba, que eras suya solamente, que te había construido también en sus fantasías.
Se posó encima de tí, no paró en su vaivén. Siempre has calificado a los hombres con la dimensión y la resistencia. Él tenía esas dos cualidades, pero a tí te dolía, no hubo placer, sólo le alcanzaste a decir ‘me dueles’.
Te dolía y él continuaba. ¿Dónde estaban los orgasmos? ¿Dónde estaba el placer de sostener al hombre que habías esperado por años? No había gemidos, no había momentos para dominar, no había oportunidad para controlar tu deseo, no había tiempo para que encontraras la comunión entre ambos.
Sentiste el suplicio del egoísmo, lo odiaste porque el sueño kitch se había roto, ¡puta madre! Te dolía, te dolía él, te dolía el que no dijera que te amaba, te dolía el sentirte la mujer que había conocido al niño inteligente pero al amante brusco y estúpido.
Te despediste con la sensación de que ya no lo volverías a ver.
Tres días después comprendiste, que la fantasía era demasiado fuerte como para condenarlo al dolor. Volvieron los fantasmas y no te quedó más remedio que hacer de ese recuerdo una imagen erótica.
Cierto, no hubo placer cuando tuviste su carne, no te amó como querías, pero no lo odiaste. ¿Qué te había pasado? Desde el café, sabías que no lo volverías a ver. ¿Por qué puta madre sigues pensando en él? ¿Por qué demonios tenías caer de nuevo en la ilusión? ¿Por qué a pesar de que te dolía lo pensabas de noche, mientras sola conseguías lo que no pudiste conseguir con él?
Descubriste el placer post coitum sin necesidad que él te volviera a tocar, porque lo imaginaste con las palabras que querías escuchar, tú encima, moviendote a tu antojo, chupándole el cuerpo y el alma, deseando que gritara como a tí te gusta gritar, sin dolor, sin límites, sin miedos del 'qué pensará'.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis orgásmos. Terminaste. Sabes que lo volverás a hacer cuantas veces quieras con él, porque ningún amante sabe lo que tú sabes hacer masturbándote y chupando las fantasías ajenas de cuerpos lejanos.



12 comentarios:

Cl@udette dijo...

En muchas ocasiones dentro de nuestros sueños idealizamos de cierta manera las cosas, que cuando se viven en la realidad pierden toda razón ya que no se asemejan ni por mitad a lo anhelado....

Saludos

Anónimo dijo...

Delicioso, por el manejo del narrador, de su punto de vista; me gustó mucho.

la MaLquEridA dijo...

Haces que mi imaginación vuele, espero lo siguiente, igual de interesante.


Saludos.

Geisha dijo...

No sé si mi imaginación vuele más, chale, chale, chale, estoy retrabajando en esto de la escritura y ando expiando muchos recuerdos convertidos en fantasía.

Helena Luna dijo...

Me resulta muy,muy difícil escribir una escena de sexo. Admiro mucho la forma a través de la cual has conducido este texto. Es explícito sin llegar a ser desagradable, es reflexivo e intenso... Me ha gustado mucho, de verdad.
Te seguiré a partir de ahora.
¡Un beso!
Lena

Geisha dijo...

Mi reina muchas gracias :)!!

saludos

Tulius Ciceron dijo...

ooohhh si

suele suceder.. que a veces anhelas tanto que suceda y al final resulta un fiasco...

pero no dejes asi la historia, dale la oportunidad a kitch de que enmiende su error y sea el amante mas apasionado, cuidadoso, romantico y salvaje que pueda imaginar

Sator dijo...

Hola Geisha; pues resulta que escrbí un libro y estoy en el proceso de convencer a alguien para que me lo publique. Dos editoriales me quieren tirar un hueso, ya sabe uno por vocación y ellos por negocio. Como no soy tan facilito, voy a venderles caro mi amor. Así que abrí un blog para promocionar mi trabajo. En fin, si lo quiere visitar, o alguno de sus lectores aquí le va la dirección
http://manualparajugadores.blogspot.com/

Mar dijo...

¿Ves? Tu alimentas mi pavor-repulsión-repudio contra los pubertos.

Bueno... a los 22 años uno ya no es un puberto, pero de cualquier modo no me imagino cómo sería estar con un hombre menor que uno. Porque prejuciosa o no, eso le representaría menos experiencia, maña, 'colmillo' que uno.

Como sea, sin importar qué tan bueno o malo es un amante que no se detiene ante el anuncio de su compañera sobre el dolor o molestia que puede estar sintiendo; tus escritos son muy, muy buenos.

Siempre te leo y te disfruto mucho. Aunque no siempre te comente. Pasa que cuando un escrito me resulta demasiado bueno, me hace sentir intimidada.

Beso.

Geisha dijo...

Si, los muchitos son una molestia, pero regularmente los prefiero porque todavía no son tan patanes y creen en el amor. Yeah!

José Luis Avila Herrera dijo...

PERDÓN por el comentario en el blog del Falso, pero es para reirnos un rato.

Saludos.

Anónimo dijo...

Delicioso en la relectura.