lunes, septiembre 21, 2009

Secuelas

Hace días, mi auto era un auto sardina, a veces cabemos hasta ocho dentro, regularmente siempre son mis amigos, pero esa vez iban dos personas extras, una de ellas me cayó terrible, y si hubiera podido lo bajo sin piedad a medio camino. Nunca he sido descortés, pero a veces ganas no me faltan. El tipo hacía malas bromas, bromas sosas y gratuitas.

Al día siguiente, mi lengua no se midió para decirle a mi amiga, ¿quién era ese imbécil? Al poco tiempo me arrepentí de haberlo dicho.

El tipo, había sido secuestrado por los policías en 2007 (recordemos que en Oaxaca todavía había conflictos), él había sido torturado, amenazado de muerte, y todo lo peor que un ser humano puede vivir. Las secuelas, lo hicieron bromista, sonriente, bufón de incoherencias. Yo sólo pedí perdón, y me prometí no juzgar a alguien sin antes conocer a las personas, porque ahora me doy cuenta que yo no viví nada de eso, nadita, nada, nada y doy gracias a Dios por ello, de tener la suerte que tengo.

5 comentarios:

Jo dijo...

y es que a veces uno tiene que armarse sus propios artilugios (incluida el humor o la risa) para dejar esa mascarada estacionada de dolor y desconsuelo

Cl@udette dijo...

En ocasiones disfrazamos el dolor o nuestros esqueletos personales de formas que resultan poco tolerables, pero son resultado de alguna experiencia o situación pasada, por eso no debemos juzgar a alguien sin darnos primero la oportunidad de conocerlos....pero bueno somos humanos y tenemos derecho a equivocarnos; así que no te sientas mal, mejor aprende de esta experiencia

Saludos

iL Hell Dogma dijo...

orale que grueso. a mi me paso algo semejante una vez y la regue peor.

Helena Luna dijo...

Te hablo como alguien que tiende irremisiblemente a cagarla cuando hace el tipo de comentarios que hiciste tú: has llegado a la conclusión acertada, es necesario conocer a alguien antes de juzgarle. Eso sí, si se pone muy pesado también existe la insinuación sutil de que se está pasando...
Un besazo.
Lena

Dark Romanticism dijo...

y que similar se escucha el olvido... y que atroz es el silencio cuando los espacios se te vuelven encima solo para entender un poco este tiempo que te deja ser entera... que te desdobla...