En este momento las dos más grandes responsabilidades que tengo son: regar las plantas y darle de comer a Choky. ¡Maravilloso no!
En mi casa, regar las plantas era algo rudo y rápido, una cubeta de agua, una jícara y ¡zaz!, aquí aprendo que esos quehaceres tienen su respectivo ritual mamón ¡hasta las hojas tienen que ser limpiadas con un trapo húmedo!
Llenar la jarra especial para regar plantas, esperar a que los chorritos les den suficiente agua a las masetas…al primer instante deseo hacerlo como en mi pueblo ¡qué chingao! Rudo y rápido.
Me he dado cuenta que esa rudeza y esa rapidez, son partes de mi personalidad, cualidades o desperfectos que debo mejorar, hasta en la cama ¡rayos!
Siempre he sido quisquillosa con los perros, bueno, realmente con todos los animales.
La soledad es profunda y absurda.
Hoy hablé con el perro, pues regresé a la casa sólo para darle agua limpia y fresca, y le dije ¡cállete güey! ¡deja de ladrar! Le llené su latita de comida especial para perros (segunda cosa mamona y absurda).
¿Qué ser vivo puede decir que vivió realmente, si en su alimento diario tiene que probar la misma mierda química? Es más que inmunda la vida para el pobre Choky, por tener que vivir en la azotea de una casa, en esta ciudad tan esplendorosamente ruidosa y apestosa.
Debió conocer el paraíso de ser perro de provincia. Nosotros nunca le hemos dado un cariño a un perro, pero hoy me dio tanta lastima la terrible soledad de ambos, que le acaricié la cabeza.
He decido no platicar más con Choky, porque se me saldría contarle y describirle mi casa de Oaxaca, donde la mayor parte consta de tierra y un amplio campo de milpas y animalejos silvestres, donde los perros caminan, orinan, cagan y se pelean como se les pegue la gana, o intentan seguir a los ciclistas con ladridos para no aburrirse por la pasividad de la calle.
La comida, aunque siempre es escasa, mi madre por lo menos le tendría un gourmet muy variado, a diferencia de esas apestosas croquetas que compra la gente más pedigree, que sus propios perros.
Mi madre, siempre se asegura de tener caldos de huesos de pollo o de pescado. Retaca el satén viejo (porque nosotros si somos ecologías y reciclamos) donde comen los perros, de tortillas y los huesos de la sobra.
Sin duda sus cagadas, serían más apestosas, casi iguales a las de su dueño ¿pero acaso compartir el mismo olor en la cagada no es una muestra de cariño y respeto hacía nuestros seres queridos?
Yo sólo cumplo órdenes precisas. Hoy fui al aurrera, compré sus croquetas, regresé a casa, lo primero que hice fue ir a ver si aún tenía qué comer y agua. Me disculpé con él, porque yo tampoco había comido y ni de donde sacarle un rico hueso con un poco de carne. Ahora que estoy sola, sé que nadie vendrá a ver si ya comí, si tengo agua caliente para bañarme, pero a cambio puedo dormir en la cama que quiera, con quién quiera y regresar a la hora que quiera.
La libertad tiene su costo, ¡oh pero que bien se siente!
5 comentarios:
Pues no estés sola... llama a los amigos, aprovecha la casa sola.
saluos!
(y no hay foto del choky?)
Le tomaré una foto, vieras que ayer no tenía ganas de ver a nadie, que me quedé pronfundamente dormida. Me es vital de vez en cuado estar sola.
Gracias `por el consejo.
pues libertad que te permite hacer muchas cosas...
La libertad es lo mejor que podemos tener como seres humanos...
El costo siempre es alto, pero no comparable a la sensación cuando empiezas a disfrutar ese estado de Libertad...
Besos!
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