jueves, diciembre 17, 2009

Desierto de las decisiones

Me ha dado vergüenza hablar con el Colibrí Zurdo, porque en el café al escuchar mi letanía de: ‘he vivido meses muy difíciles y por eso escribo menos’, él me ha contestado: ‘siempre que te veo dices lo mismo’.
Eso fue demasiado vergonzoso para mí. Realmente todo el año ha sido difícil. He visto cosas que no he querido ver, me ha asaltado un miedo profundo, insoportable e inexplicable; ya no es tan sencillo ligar, la pasividad es maquillada en tragedia, algunos pleitos, defunciones, revivir a uno de mis muertos, enfermos en la familia, parecen males que indirectamente no me afectan, pero si afectan.
Coger ya no es lo mismo, que coger hace un año. Todo está bien, todo parece tan calmado, que justo en estos momentos es cuando más miedo me da tomar decisiones.
Cada quien tiene derecho a destrozar su vida en la forma que mejor le parezca. Así su destrucción consista en no salir de la fortaleza donde se ha albergado por comodidad. Hace unas semanas leí El desierto de los tártaros de Dino Buzzati; un teniente, llega a una fortaleza abandonada, a los veinte años de edad, decide esperar ahí una gloriosa guerra. Cuando llegan los enemigos que habrán de hacer valer todo el tiempo que ha esperado, Drogo es demasiado viejo y está demasiado enfermo, para enfrentarlos.
¿La vida deja de tener valor, cuando el paso del tiempo se hace algo intrascendente, cuando se ha perdido la noción de el? , o es que acaso ¿la existencia se resume en un conteo matemático que nos redime a nada ante el paso del tiempo?
Buzzati, no me ha gustado, me ha aterrado, porque la meta de salir en esa fortaleza es algo muy sencillo, lo difícil es ir contra sí mismo, contra nuestra voluntad, contra los agentes externos que harán que no salgas, me da un terror esa resignación. ¿Dónde queda la transgresión y la deformación del personaje en la novela?
¿Dónde queda mi acto poético?
Esa vez me supo muy amargo el café con el Colibrí Zurdo. Me sentí demasiado avergonzada por repetirla letanía desesperanzada, realmente estos meses han sido buenos, más que buenos, liberadores y equilibrados.
Difíciles por el ascetismo sexual, difíciles por el amor propio y no al otro, difíciles por reconocer que en muchas cosas en mi vida la he cagado y ya no quiero seguirla cajeteando.
Oye Colibrí, para la próxima mejor invita el té o la cerveza, café ya no quiero.

No quiero comenzar el año nuevo… con este mismo amor que me hace… que me hace tanto maaaaaaalll.

3 comentarios:

Bob dijo...

Princesa:
Hace muchos años empecé a saltar en paracaidas, el primer salto fue casi terrorifico, tenía que vencer el pánico que se crea cuando se abandona la seguridad, despues en cada salto siempre sentí miedo, pero lo mejor era lograr vencer el enfrentamiento a lo desconocido.

Solo parate en la puerta y salta...

Besos

Geisha dijo...

El solo hecho de pensar en esa caída, me pone chinita la piel, uy!!

Anónimo dijo...

Al fin de nuevo en el aire... se me quemó la máquina y estuve cuatro días sin entrar, ya me funciona otra vez bien el cerebro, te leeré Geisha y te madaré mis comentarios. Saludos.