miércoles, octubre 07, 2009

Ítaca

Unas cuantas veces me he preguntado ¿es que acaso el puto de Enrique no me ha extrañado?, no me ha ocupado mucho tiempo pensarlo. Ayer, en esas extrañas veces en las que me habla por el mensajero, preguntó si ya tenía pareja. ¿A qué se debe la pregunta?, respondí. Por supuesto ni él mismo va a aceptar el motivo de su interés. Entre las otras cosas banales de las que uno habla por no perder comunicación, por un poco de amabilidad, curiosidad o interés, el típico ‘¿qué has hecho?’, me trae un poco enfrascada, muchos de mis amigos hacen la misma pregunta, y eso me ha dado qué pensar por mucho tiempo.
Realmente no he hecho nada nuevo, sigo en el mismo trabajo, escribo en el mismo blog, frecuento los mismos círculos y de paso, hago el amor cada vez menos.
Hoy en clase, leíamos un fragmento de la Odisea, justo donde Odiseo entra a la morada del Cíclope, sus hombres le aconsejan que se lleven algunas cabras, queso y se esfumen, Odiseo quiere conocer al Cíclope, así que se quedan. ¿Por qué complicarse la existencia? El consejo de sus hombres era sabio, agarrar provisiones y largarse.
Cuando llega el Cíclope y se da cuenta del abuso de sus huéspedes, Odiseo intenta persuadirlo con su florida retórica, pero enfurecido el gigante se come a algunos de ellos. Con la inteligencia de nuestro héroe, bien pudo haberlo matado, pero ¿quién iba a abrir la enorme puerta de la cueva donde estaban atrapados? Toda esta serie de conflictos, hace a la Odisea lo que es, una epopeya donde la meta es el segundo plano, la travesía para llegar y lo que se aprende de ella, es lo que importa.
Mi número es nueve, me lo han dicho con asertividad, ‘eres alguien que le cuesta mucho todo lo que hace, hablas poco y contienes muchas emociones por no decirlas’. En efecto, suelo complicarme demasiado, si tengo a un paso de mí un atajo entre a y c, para llegar a ‘d’, yo tomo el más difícil, me voy por el camino largo pedregoso sin tomar el atajo, llego tarde y rasguñada a ‘d’, pero llego.
Este es mi año ocho, el tiempo donde debo cerrar ciclos, antes de que me lo dijeran ya lo estaba haciendo. Uno de ellos fue Enrique, otro fue mi hermana y otro más fue el teatro. A simple vista, no he hecho nada nuevo en absoluto, sigo viviendo en la misma casa, duermo en la misma cama, hablo con las mismas personas, me cepillo los dientes con la misma pasta, sigo asistiendo a la misma sala de la biblioteca, sólo hace unos días me corté el cabello.
Pocos lo saben, pero me estoy comenzando a hartar de estas batallas que se desatan internamente. Quiero dar fin a la guerra, pero son inevitables las recaídas. Una de ellas fue hace dos meses, me cimbró ver a cierta persona dos veces en una semana, me dolió el estómago tener que verle.
Pensé y repensé, había algo que no hacía click, finalmente lo reconocí y pude aceptarlo, estoy dispuesta a arriesgar todo por un hombre de alma vieja, que me haga reír y tenga buena conversación, la Kamanostra pasa a tercer plano.
¿Por qué me he complicado la existencia con seres que no valen la pena? Cuando a dos pasos puedo decir las palabras mágicas de lo que quiero y listo, si no se me es concedido, pues nomás existe un NO y ya. ¿Por qué complicarme en la ambigüedad de la Chimoltrufia del si, pero no, tal vez, puede ser, cuando eso no existe? Son simples juegos de palabras que sólo provocan una incertidumbre gratuita e innecesaria.
Por otro lado, si no complicara las cosas como me las complico, no hubiera desarrollado estas tormentas con dos partículas insignificantes de viento, tampoco habría desarrollado este dolor de cabeza que me da ciertos chispazos de verdad, en los momentos menos esperados.
Realmente sí han pasado muchas cosas, si he hecho muchas cosas nuevas, pero a pocos les interesa saber que sonrío más, hablo más, despilfarro algunas palabras de amor, la tristeza se ha vuelto un buen pretexto para la reflexión, las batallas de pensamientos, emociones y turbaciones, son motivo de catarsis, pero ya no catarsis de bilis, sino de suspiros que me provocan un poco de paz.
Hace mucho lo leí en otro blog, lo que importa es el camino y lo que se vive en él, no la meta.
Odiseo hizo dormir con vino al Cíclope, todos los hombres idearon cómo dejar ciego al gigante, en su desesperación por haber sido privado de su único ojo, abrió su cueva, Odiseo y algunos de sus hombres con suerte, se escabulleron entre las ovejas para escapar.
Poseidón le dio una gran lección a Odiseo, el hombre sin Dios es nada, lo hizo sufrir por muchos años para llegar a Ítaca, pero miles de años después siguen vivas las enseñanzas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué rico relato! Cada día estás mejor, pero la página en blanco no termina... nunca termina.

DRAMA QUEEN. dijo...

Mi Geisha...
Hace unos meses escribiste algo sensacional, dijiste algo asi: cada quien se revuelva en la comodidad de su propia mierda.
Lo tomé tanto en cuenta que ha partir de alli decidó que no más mierda!
A que viene esto? ... para agradecerte tus reflexiones privadas que se hacen publicas y que de alli he aprendido muchas cosas.
No eres la misma, has cambiado y me alegro mucho de eso.

Te quiero!

DRAMA QUEEN. dijo...

Mi Geisha...
Hace unos meses escribiste algo sensacional, dijiste algo asi: cada quien se revuelca en la comodidad de su propia mierda.
Lo tomé tanto en cuenta que ha partir de alli decidó que no más mierda!
A que viene esto? ... para agradecerte tus reflexiones privadas que se hacen publicas y que de alli he aprendido muchas cosas.
No eres la misma, has cambiado y me alegro mucho de eso.

Te quiero!

DRAMA QUEEN. dijo...

Mi Geisha...
Hace unos meses escribiste algo sensacional, dijiste algo asi: cada quien se revuelca en la comodidad de su propia mierda.
Lo tomé tanto en cuenta que ha partir de alli decidí que no más mierda!
A que viene esto? ... para agradecerte tus reflexiones privadas que se hacen publicas y que de alli he aprendido muchas cosas.
No eres la misma, has cambiado y me alegro mucho de eso.

Te quiero!