jueves, agosto 20, 2009

Hombres etilicos

Ando borracha. Anoche dormí junto con Selby, Alarcón y Borges. En la cama tenía a más de cuatro hombres chingones juntos, libros abiertos e historias no concluidas, igualito que con los ojetes que me cogen y se van. Desperté con una llamada.
Hoy me tomé un vino chingón y por eso ando harto mareada y perturbada, tantos días sin escribir… por mi grado etílico, he agarrado el valor para decirles a todos esos hombres de mi vida, que chinguen a su madre, a mí no.
¿Qué le voy a hacer a este corazón de dueños múltiples, socios de una propiedad privada? ¿de este órgano imaginario y de mi jodido amor?
Cada hombre se ha adueñado de una parte de mí, por usufructo, con alevosía y ventaja, con abuso de autoridad y violación premeditada.
Existe el hombre que no se arriesga a apropiarse de mí, porque teme que le diga que no. Y por eso le diré que NO, pero quiero que aprenda a insistir, a partirse el lomo, hasta que por fin me rinda y yo le diga: si, si, si te quiero, siempre lo has sabido ¿por qué chingá lo dudas?
Existe el hombre que alimenta las fantasías, el inexistente, el que me llenó de prosas bonitas y utopías, a una mente sin muchas esperanzas.
Existe el hombre que todavía me puede pintar con sus pinceles, al que nunca le he regalado un orgasmo, pero se remite en mis fantasías añejas.
Existe el hombre ajeno, al que nunca intentaré sacarlo de su mundo de comodidad, al que recurre a mí por diversión, por pasatiempo, por placebo, aunque sólo me contemple, y se contenga el coraje cuando se entere de otro en mi vida.
Existe el hombre que deseo, por diversión, por pasatiempo, por narcisismo, por jugueteo, por mera necesidad de cogerlo y alimentarme el ego.
Existen muchos hombres, constituidos a base de mis materiales oníricos, a base de saliva y gemidos, a base de fantasías, melancolías, desilusiones e imposibilidades, a base de alcohol, como hoy se me ha dado la gana estar borracha por ellos, saluuu!! Hijos de la chingada, salú porque los amo y los detesto, porque los odio y los tolero. Saluu!

9 comentarios:

iL Hell Dogma dijo...

corto y contundente !. excelente escrito !

Dacrux dijo...

por eso soy abstemio hahahaha y referente a mi blog pues yo hice mi plantilla con flash medio le muevo pues soy diseñador gráfico :P
y chido que te hayas pasado por mi blo XD

Geisha dijo...

Dacrux ¿podrías hacer el diseño de mi blog? No tengo con qué pagar, pero podría darte algo simbólico a cambio.

la MaLquEridA dijo...

Y en realidad, vale la pena ambriagarse por un hombre, sea el que sea?


vale la pena?...

Geisha dijo...

Noo, pero tenía ganas de estar mareada, más porque invitaron el vino y los tacos... además de algunos libros.

Unknown dijo...

¿Por qué me regalas tu sexo envuelto entre comillas?
¿Por qué te arredras a encontrar en el vacío?
¿Por qué, sin saber, te escondes?
¿Por qué te conviertes en un escote?
¿Por qué te emborrachas sin mí?

Gran Fornicador dijo...

chingon post, gutural.

**BuSHIta** dijo...

buen post

Unknown dijo...

Estaba con los ojos cerrados como pensando en la cola que le rozaba las piernas desnudas. Él apenas respiraba. Mientras los dedos de su diestra se perdían rítmicamente por entre el pelaje del lomo su cara se estremecía al roce de la cola. Entré sin que me notaran. La alfombra se acomodó a mis pies y no hubo gemido que delatara mi presencia. Yo regresaba de la caminata nocturna. En el baño mientras me frotaba la piel, pensaba en ella. No pude dejar de imaginar el roce de la cola con su pierna. Él me miró secándome y yo también lo miré. Pinche gato, me dije, tras lo cual ronroneó para saltar hacia una esquina del cuarto. Ella seguía con los ojos cerrados. Fui a la cama y la abracé; deslicé mi mano hasta el pubis y la yema de mi dedo se quedó en la cúspide. El gato estaba sentado y me miraba con la cola quieta.
Pinche gato, volví a decirme; por un instante me confundió su mirada... mi mano rozaba la parte superior de la cúspide, y mientras la acometía, me propuse dilucidar la raya en el ojo del animal, pero en mi oído sonó un: sigue, sigue... La diestra subió hasta el pezón; estaba erecto, duro como una espiral. Un espasmo eléctrico me recorrió la espalda y en mi oído sonaba: sigue... sigue....
Me perdí en el aroma rosa de su axila, me confundí entre sus piernas. Mire de reojo: la luna se reflejaba en el blanco garza de sus dientes. Un brillo extraño en los del gato, ya no vi raya en sus ojos. Disparé una mirada y él sólo movió la cola. Sentí perderse la yema de mi dedo por entre el ansia.
Una resequedad me recorrió la lengua... y la mojé ¡Qué suave jugo agridulce! ¡Qué olor a malvas desde sus piernas abiertas como un libro! Se desprendió un rumor por entre el quicio de sus muslos y pude escuchar el mar diciendo: sigue... sigue...
Sus manos rozaron mi piel, mi pelo, mi cara, mi nariz, mi boca...
La busqué, le recorrí. Sentí sus huesos y ella huía de mis brazos. El gato en la esquina rozó con su cola el vértice. Ronroneaba. Atenacé mi lengua con su lengua de sábila y duraznos. La habitación se inundó con su olor a malvas. La envolví en saliva, en dedos y en resuellos. Ella me dio calandrias y amapola y el remolino de sus piernas. Mil agujas, sonidos y espasmos de luz.
Su cuerpo se esparció por todo el cuarto. El gato se acercó para tocarla con su cola y ella se revolvía como un acento en la «í». Entonces voltee, la vi desnuda: Sus piernas eran dos tumbos de ola, sus labios una copa de sol a las seis de la tarde... y dos túmulos de azúcar. Y la entré en silencio. Toda su entraña se estremeció. Su boca buscó mi boca, su pubis mi pubis, su esperma mi esperma. Maldito gato...
Me levanté bruscamente de la cama pero en mi oído sonó de nuevo sigue... sigue...
Y regresé a su cuerpo. Se me escondió en los brazos como una paloma herida; la abracé y desde la esquina se oyó un murmullo: sigue... sigue.