domingo, octubre 12, 2008

Paredes herméticas

En ese afán de ‘ayudarme’, que siendo sinceros, me parece una ayuda incómoda, porque no le he pedido socorro a nadie, mis amigas se han encargado de hacerme citas, porque creen que su buena acción del día, es verme con alguien ‘felizmente amarrada’.
La última a la que accedí fue porque Dolores, no paró de insistir. Con todo el prejuicio de no querer mover un dedo, supuse que esa vez sería una ‘más’, de sus intentos fallidos por conseguirme pareja.
Cuando las cosas no se dan, no se dan y punto; pero soy experta en los fracasos de pareja, tengo cierta manía para hacer lo que no quiero, aceptar por pura diversión, o porque no hay cosas más interesantes que hacer. Otra posibilidad, es que muy dentro de mi, guardo la estúpida esperanza de encontrar a alguien, que se acomode a mis necesidades.
Las primeras referencias que supe de Julián me las dio Dolores por teléfono, haciendo énfasis en que tenía un doctorado en física, le gustaba la poesía, tenía 30 años, hombre soltero, maestro de matemáticas, y algunas otras monadas más que ya no recuerdo. Me aclaró que no era tan guapo, pero mis gustos y sus preferencias, podrían generar algo de química entre nosotros.
Esa noche iría con un vestido azul debajo de la rodilla y unas zapatillas cerradas, identificaría a Julián porque estaría esperándome en una plazuela del zócalo de la ciudad. Unos pasos antes de llegar, pensaba enviarle un mensaje para saber quien era, pero él me interceptó en el camino y me saludó muy dispuesto, ‘Hola, ¿eres Mariana, verdad?’, no recuerdo qué reacción tuve, pero le sonreí mucho más dispuesta de lo que imaginaba.
Julián no era muy alto, pero sus lentes y el saco de pana café, aunado a su informal pantalón de mezclilla, me agradaron en primer momento. La aseveración de mi amiga era parca, el hombre era guapo, al menos eso me pareció aquella noche. Caminamos por la ciudad, y no creí tener tanta seguridad frente a alguien que me gustase, él bromeaba y yo devolvía el comentario con algo más ingenioso.
Nunca he comprendido de donde saqué tanta gracia esa velada, porque si en algo soy mala, es en ser un mujer risueña y coqueta.
Reía deliberadamente con él, y las trivialidades en menos de una hora de habernos conocido, se fueron convirtiendo en formales indirectas de coquetería. Había ocurrido lo que nunca antes: él me había gustado, y yo también le había gustado a él. Entramos a un café, yo pedí una copa de vino, él, un café y unas crepas de cajeta.
Cuando pidió la cuenta, vi la nota, y saqué dinero para pagar lo que había consumido, me quedé esperanzada a que él se negara a que yo pagase, pero cada quien cubrió sus gastos y mi esperanza costó cincuenta pesos por la copa de vino tinto.
La noche comenzaba a recordarme la mala elección de mi vestido escotado y a la rodilla, pero esa gran desventaja, se convirtió en el pretexto improvisado, para que Julián se quitara el saco de pana y me lo pusiera en la espalda. Mientras lo acomodaba, me tomó de la cintura, y sentí como su barba y sus bigotes tocaban mi rostro, su voz torpe me dijo ‘te deseo’. Era lo más cursi que había escuchado, pero el tipo me gustaba, y la frasecita, se había convertido en el preámbulo para sentir el vapor del cuerpo, con el literal: ‘vamos a coger’.
Nuestra platica en el café había girado en torno al sexo. Sus bromas entre palabras denotativas, se convertían en connotaciones sexuales. Como todo macho, su lenguaje rayaba en lo obsceno de la fanfarronería, que justifiqué en mis adentros, con ‘nadie es perfecto en este mundo’.
Pese a todo no iba a resistirme esa noche, el tipo me gustaba y si habría sexo ocasional, no tenía ningún inconveniente en aceptar, por el simple hecho de que se me daba la gana, mis bragas estaban mojadas y no iba a andarme con sensiblerías baratas del ‘¿qué va a pensar de mi?’, hacía mucho que mis amigas, mi familia, y mis vecinos, ya pensaban muchas cosas de mi, que un extraño, aumentara un pensamiento a mi alargada fama, no me tenía muy preocupada en esos momentos.
Llegamos caminando a mi casa, un cuarto adaptado como departamento, con paredes de adobe dentro de una casa vieja en el centro de la ciudad, me gustaban sus muros porque eran lo suficientemente herméticos y fríos, como para que mis gemidos no los oyera el vecino de al lado.
Julián entró a la recamara. Como no pensaba tener visitas esa noche, las sabanas estaban en desorden y el reguero de ropa y accesorios, que había ocupado para arreglarme, alfombraban el piso. El hombre se quitó la ropa con sumo cuidado, su cuerpo estaba repleto en vellos, tenía una figura atlética; además de guapo, culto, era un excelente deportista, sus cualidades no contrarrestaban sus desaciertos, no pagaba las cuentas, era un fanfarrón, no tenía carro y tampoco tenía dinero para llevarme a un hotel, pero a simple vista, me era bastante antojable.
Dueña de mi espacio, encendí la computadora vieja para poner música. Hasta esa noche me di cuenta que el ruido del procesador era incómodamente escandaloso. Saqué los preservativos. Apagué la luz y lo último que vi, fueron sus bóxers aún puestos, sus piernas gruesas, unos pectorales marcados y mi cama lista para albergarlo.
La noche trascurrió, los besos iniciales, las caricias estúpidas, las quejas de que mi procesador era horrendo y no lo dejaban concentrar, me hicieron no insistir y quedarme desnuda y dormida en menos de media hora, cuando desperté ya había luz, Julián roncaba a mi lado, tal vez no roncaba, creo que estaba eructando, porque las crepas de la noche anterior le habían provocado un malestar estomacal.
Me desperté, he intenté reanudar lo que no se dio en la noche, la luz me dijo una gran verdad, la erección de su pene era un insulto a mi placer. Algo no le funcionaba y por primera vez, me sentí fea, imperfecta, grotesca.
Fui a la cocina para calentar agua y prepararle un te de manzanilla, cuando volví a la cama con la taza , vi que en su pantalones había una tira de seis condones, no pude contener el comentario ‘¿así que tenías planeado cogerme?’, ‘nunca se sabe cuando pueden necesitarse, además ¿tú por qué tenías condones en tu casa?’, respondió preguntando, algo que me parecía absurdo.
Tener condones en mi casa, no tenía nada que ver con que yo tuviese planes de cogérmelo, no podía responderle siendo sincera: ‘pues, esos condones me sobraron de hace tres días’, pero solo respondí con su mismo argumento, ‘nunca se sabe cuando se pueden necesitar’. La gran paradoja era ¿por qué llevaba seis condones?, si ni siquiera pudo usar uno, ¿por qué presumía tanto en el café?, y ¿por qué la idiota de mi había accedido a tan grande quemón?, la gente podría pensar de mí lo que quisiera, pero no podía perdonarme que llevara un hombre de a gratis a mi cuarto, cuando ni siquiera me había hecho gritar. Me ocasionaba mucho malestar tener que pensar que él fuera tan guapo, tan, tan perfecto para mi, y tan, tan, tan, pendejo en la cama.
La cruda existencial se me vino después de que lo despidiera de mi casa. ¿O era yo la pendeja en la cama y no me había dado cuenta? No quise investigarlo. Nunca lo volví a ver, pero cuando Dolores me marcó en la mañana le dije‘¡qué gran chasco!’ le colgué y no quise hablar del asunto, dejó de verme con cara de lástima.

8 comentarios:

El inmenso mar de la melancolia dijo...

¡Bueno, a veces se lleva uno cada desilución, que mejor lo dejamos así!
Por ciero que bonito regalo te hizo el director de la escuela donde impartes clases.
Me encantaria regalarte algo parecido.
saludos fraternos, bella dama.

Geisha dijo...

Muy amable, jo, justo estaba por eliminar el blog de fotos, ya que no tengo cámara.

Un saludo.

Mar dijo...

Pa' variar. Me encantó.

A decir verdad, y permitiéndome sincerarme -cosa que nadie me ha pedido- no me agradan del todo los relatos que incluyen erecciones o senos al aire. No por recato ni moral, sino porque quien los escribe generalmente los hace para alardear de su capacidad de provocar erecciones gigantescas como la tasa de interés bancaria o como una prueba escrita de su habilidad en cama.

Pero este tuyo ha sido muy bueno. Me gusta mucho tu sinceridad. Concuerdo en muchas cosas contigo.

Mi tesis -ésa que promete darme mi título de psicóloga- es algo así como '¿qué tan lejos se puede llegar con un hombre cuya erección no es directamente proporcional a la magnitud del deseo que sentimos por él?' Desde luego con términos clínicos que suenen más bonitos.

Yo me lo pregunto casi a diario. Porque me he escondido de hombres que son 'buenos' pero cuya pericia en la cama deja mucho qué desear, de la misma manera en que me ha costado mucho renunciar a aquéllos que compensan sus carencias como una pareja completa, con muy buena maestría en las artes de la cama.

Completamente identificada. Je.

La Guera Rodríguez dijo...

Hola Mi Geisha:
Un saludo, abrazo y apapacho de lunes...

Inicio la semana taaaan contenta que hasta me dió un ataque de risa el comentario danterior...jajaja cuanta incongruencia encuentro...cosas realmente increíbles!...La libertad de pensamiento, de ideas, de prejuicios, solo desemboca en simple promiscuidad, niñas de 23 años teniendo que esconderse de los hombres y renunciando a otros maestros en la cama..!!
órale! no puedo dejar de sorprenderme, pero ps cada quien...
Como dijo mi viejo en alguna ocasión que comentabamos de tema parecido: Hay chavitas que les han metido kilometros de V--ga!

Yo..en mi larga vida...mi récord es bajisimo, pero sí alardeo de lo que he aprendido al lado del mejor hombre que he conocido y con el que he aprendido a hacerlo todo..!

Diana

Geisha dijo...

Hola Mar, no es cuestión de cantidad, sino de calidad. Lamentablemente creo que una de mis tesis como mujer amante, es que los hombres buenos, no son buenos amantes. Es mucho más divertido coger con los patanes. Dijera la Maga, los patanes son divertidisimos, te hacen reír, además de ser excelentes en la cama, pero nunca serán buenas parejas monogámicas, al menos que se topen a UNA perra triplemente peor que ellos.

Un saludo querida Diana, yo también amanecí de muy buen humor, fui a dos fiestas, no me resistí.... y bueno... sólo me dijo que pesaba menos ahora y que apenas se había dado cuenta de mi corte pelo, ja.
Yo leo sus escritos con el placer, de que usté es un amplio archivo de enseñanza sexual.

La Guera Rodríguez dijo...

jajaja!
no tiene Ud. consideración de Mí!!
"amplio archivo de enseñanza sexual"... jajaja!
nomás porque dije lo del "penning" y que los hombres dijeron con cara de pudor: a eso no le entramos!!
jajaja...

(como le hizo para pesar menos?? )

La Guera Rodríguez dijo...

haa..se me pasaba..le escribi mail...chequelo plis....

El inmenso mar de la melancolia dijo...

¡No, por favor, ese blog me encanta, todo me encanta, la foto de la nalgona, que la veo, y... guaooo.
Saludos, amiga.
Espero algo... Seguirte leyendo y viendo esos regalitos tan placenteros.