miércoles, octubre 15, 2008

Guerra terminada

No pretendía seguirlo. No iría con él para seguir tolerando sus numeritos de borracho adolescente. Odiaba sus cuestionamientos insistentes del ‘¿me quieres?’, a la tercera vez que me preguntaba en menos de una hora, ya era capaz de decirle que NO.
En ese momento lo detestaba más. Ver su cuello con una marca morada que yo no le había hecho, era seña fiel de cuanto nuestra relación había funcionado, de lo malos amantes que éramos.
Cada vez mi repulsión aumentaba. Las últimas veces lo había visto borracho y en esta ocasión, me había dicho las suficientes cosas, para que me pusiera a llorar de la afrenta. Yo su verdugo, él me amaba tanto y yo la puta malnacida que lo hacía sufrir. Ahora resultaba que YO era la culera y él la víctima.
No tuve tiempo de arrepentirme, por instantes mi razón me dijo que debía arrepentirme. ¿Y si ese hombre que tenía enfrente era el amor de mi vida?, ¿y si con él debía quedarme?, en definitiva las respuestas eran negativas, cada vez encontraba más razones para dejar de hacerle perder el tiempo.
Vi como se fue directo a un bar, era la primera vez que no accedía a irse conmigo. Estaba enojada. Si quería seguir tragando mierda sin mi, pues que se fuera muy al ¡carajo!, yo tenía que ir a trabajar el otro día.
Tomé mi rumbo. Al cabo de unos minutos dije que debía volver, él estaba borracho y solo, alguien tenía que ir a dejarlo a casa. Mínimo le debía un acto de cortesía, por las flores, por las cenas, por el alcohol, por las bailadas, por los regalos, por los diez años de quererme... bah, tenía que regresar simplemente.
Volví después de media hora, vi como salía del bar al que había entrado y se dirigía a otro. Cuando puse un pie en ese lugar, él ya estaba saludando a una muchacha. Tintinié con mis dedos su espalda, y su cara al verme mostró una expresión de horror y asombro, porque su ligue había sido fallido.
La muchacha me saludó, y él no tuvo más que presentarme como su ‘novia’. La mujer se llamaba Emilia y tenía tanta parsimonia que sabía improvisar perfectamente en situaciones incomodas, igual a la que nos encontrábamos en esos momentos; mi figura de mujer celosa era la más evidente. Aunque si me hubiera comportado como una verdadera mujer celosa, ya le hubiera hecho un numerito, no saludaría a Emilia y la invitaría a arreglar las cosas a punta de cachetadas y jalones de pelos, pero no tenía ganas de pelear por un tipo que no podía gobernarse a sí mismo.
Insistieron para que pidiera una cerveza, no quería tomar, odiaba el sabor a cerveza cuando estaba enojada, brindé las primeras rondas de alcohol con un cigarro que Emilia me había dado. La mujer saludaba a los chicos del bar, y en broma le decían ‘la insaciable’, Emilia era una tipa guapa, me agradó más de lo que podría imaginar, y si no tuviera un chaperón traducido en seudonovio, me embriagaba con ella.
Sin advertirlo ella comenzó a platicarme de su noviazgo, tal vez quería hablarme de su pareja, para dejar claro que mi hombre no le interesaba. Lo constaté cuando nuestra charla nos hermanó, cuando nos reconocimos como dos zorras disfrazadas de corderos.
Me lo dijo con seguridad, ‘tu novio es un pendejo’, lo miré, y él estaba escupiendo en el piso; tercera vez en la noche que comenzaba a detestarlo, primero por tirar el chicle en el suelo de cantera, después por tirar el hot dog, y luego por escupir saliva en el piso. Él no necesitaba una pareja, lo que buscaba era una mamá que lo educara, y yo no quería hacer eso.
Demasiadas estupideces cometía esa noche, desde verme con él, escuchar sus reclamos, soportar su insulsa mentira de que ‘no tenía nada en el cuello’, seguirlo en los bares para llevarlo a su casa, discutir y hacer escándalo en el andador, pero de la única cosa que estaba segura que no había sido una estupidez, era haber conocido a Emilia.
-¿Sabes lo qué es un orgasmo?, ¿le has hecho un orgasmo a esta vieja?
Yo reía deliberadamente, mientras Emilia no dejaba de balconearlo y hacerlo comprobar su mala elección de mujer.
- ¡Claro que sé!- Alex mostró la lengua. Nosotras reíamos. No cabía duda, Emilia y yo éramos unas sinvergüenzas congénitas.
Él prefería mil veces que yo al entrar a ese bar, le hubiera roto la cara a Emilia por celos, pero no que me pusiera a platicar con ella, la situación era realmente incómoda, su novia se burlaba de él con otra zorra a la que pretendía ligarse minutos antes.
- Ja, ja, ja, tu cara lo dice, y la risa de ella lo confirma, tú nunca le has hecho un orgasmo.
- ¡claro que sí!, ¿verdad mi´ja? Once seguidos.- No respondí, hubiera sido mejor que se quedara callado, era la cuarta vez que él se convertía en un bicho con el que yo no tenía nada que ver, sólo compartía diez años de bonitos recuerdos, que no dejaron de ser eso, recuerdos alterados a nuestro antojo para que parecieran bonitos.
- ¡eres un presumido!- le decía Emilia, yo sabía que ese adjetivo era un eufemismo que él no entendía, pero yo no me atrevería a traducirle.
- ¡cómo se ve que no sabes!, ¡ésta vieja se ve que es bien caliente!- está vez no pude contenerme la risa, ¿era eufemismo contra mi? O ¿era mi cara de urgencia?
Alex no toleró estar más tiempo en el lugar. En minutos le creció un odio terrible hacia Emilia. Di por hecho que había ganado la guerra. Se iría conmigo, lo llevaría a casa, haría mi santa voluntad porque por fin entendería que debería de hacerme caso todas las veces que yo le dijera basta.
Me despedí de mi congénere descubierta. La besé en la mejilla. Alex se despidió. Dos pasos fuera del bar dijo: ‘¡pinche vieja loca!’. Di vuelta al sur del andado, Alex quería ir a otro lugar hacia el lado norte.
-Sólo regresé por ti, ¡vámonos! Te voy a ir a dejar a tu casa.
- No, vamos al Freebar
Dejé suspendida mi mano, repetí con voz de mamá autoritaria ‘sólo regresé por ti, vámonos’.
- Puedo irme sólo a casa.
No hubo besos, no hubo despedidas, no volvimos la mirada. Cada uno siguió su rumbo. Yo había regresado, él había decidido no irse conmigo. La guerra estaba terminada.

4 comentarios:

La Guera Rodríguez dijo...

Hola MI Geisha...
Tu has sido como la voz de mi conciencia en muchas ocasiones, ahora permitame decirle lo que pienso:
No entiendo la forma suya de perder el tiempo. Que caso tiene hacerla de mamá, tratando de educarlo y cuidandolo, a no ser que los orgasmos provocados valgan tanto la pena ;-)
Desde mi punto de vista, tengo tiempo leyendola y NO creo que sea una zorra.
Por otra parte...ilústreme! en la cara se nota que una mujer es calienteeeee??...jajaja tampoco se lo creo. Algunas mujeres tienen cara de zorras pero no precisamente tienen que ser calientes :P
No puedo creer que en todo OAXACA y puntos circunvecinos no haya alguien mejor que el Quique..!! como estarán los demás...gulp!

Besos Hermosa!

Diana

Geisha dijo...

No hablo de Quique. Jo Un saludo, recuerde, esta temporada es de narrativa. Sólo me faltas 7 post.

Un beso

La Guera Rodríguez dijo...

queeee?

ton`s quien eeeessss?
no manches!
cuentemelo todooo!!...jejeje

Besos curiosos!

Diana

Mar dijo...

Me pregunto si habrá alguna mujer a la que le interese completar la inconclusa labor de una madre desentendida.
¿Habrá alguna que piense: "este tipo es un cavernícola, pero yo me encargaré de convertirlo en un ciudadano ejemplar"? No sé, pienso que la mayoría de nosotras saldríamos corriendo si nuestro acompañante escupe en un piso de cantera -o de cualquier otro material-. Jo.

Excelente escrito. Una manera muy astuta de resultar triunfadora.