Me gusta la diplomacia, detesto los escándalos, pero cuándo los amores tienen que morirse, la historia siempre debe terminar mal para que sea de tajo, sin cenizas encendidas, a madrazos y punto, terminar con un gran escándalo y chubasco amoroso, y no precisamente público, pero si lo suficientemente perturbador, como para decir ‘hasta aquí’.
No he dormido pensando, atando cabos, siendo embargada por el mal de la montaña, donde la paz y el silencio comienzan a ser detonadores de los más profundos recuerdos que creía olvidados.
Nuestra despedida fue un regalo de ‘Santos Reyes’. Él habría de hacer lo que yo quisiera, con tal de que lo dejara pasar a ese lugar escondido y secreto, donde siempre lo habría deshecho en sudor.
Sabía a lo que iba cuando subí a su auto.
Sin preambulos ni rituales, ni palabras previas, me quité la ropa. No teníamos necesidad de diálogos, yo conocía sus puntos débiles y él los míos, pero esta vez yo quería jugar.
Se qutió la ropa, con prisa, con su erección deliciosa, con los temblores propios del que hace mucho no ha tenido placer, del que desea… del hombre que me desea, del hombre que me extraña.
Nuestra pasión no duró un día, sino años.
Escabullía mi cuerpo en la cama, le besaba, le obtruía el paso con mi mano, hasta en medio de su ansiedad, y yo desnuda, él no pudo evitar decir ‘anda estate quieta’.
El juego empezó, y con mi vocesita de niña burlona le dije ‘no te voy a dejar pasar’…
Insitió, insistió, insistió, y yo jugué divertida, negándole la posibilidad de poseerme.
-Dí que me amas. - Por dos segundos se detuvo.
- No, no puedo.
- ¡Cuanto lo siento! has pagado 400 pesos en valde.
Su cuepo insistía, su boca, su labios, su deseo era insoportable, igual que mi única y sencilla petición.
-Di que me amas. ¡Dilo! ¡Dilo! ¡Dilo! - Había algo en mis palabras que desconocía, comenzaba a violentarlo, comenzaba a apretar más una herida ya cangrenada…
-¡Dilo con una chingada! Di que me amas, di que me amas, ¡Dilo!- Lo golpeé en la cara.
-¡Qué te pasa Liliana!
- ¡Dilo! Di que me amas.
- Te amo.
-No te creo, ¡dilo de nuevo!
Volví a abofetearlo y me desconocí aún más, pero invadida por una eufória, por un rencor confundido con amor y deseo, me era absolutamente necesario escucharlo para terminar con él y enterrarlo.
- ¡Mírame! dímelo, anda.- La mostré mis piernas abiertas.
-Te amo…
-te amo... me besó el cuello
-te amo… me penetró.
Estuve a punto de creerle.
Pareciera como si unas simples y mágicas palabras me hubieran quitado toda la fuerza de mi cuerpo, la violencia que segundos atrás guardaba hacia él, había desaparecido, mi cuerpo era un objeto que sin fuerza ni resistencia, aceptaban su sexo.
Sin sensación alguna comence a llorar, como si fuera la escéna más patética, grotesca y trillada de la mujer que pierde la virginidad y rompe en llanto, cuál ínsula de deshonra.
Esa era yo, muchas veces cogida, pero ahora montada por el hombre que me habría tratado como un vil trapo, era lo mismo, perder la virginida, ser violada, o simplemente dejarte hacer y deshacer por un sinverguenza, es lo mismo, sólo que ahora yo decidía perder la dignidad, con un poco de diplomacia.
11 comentarios:
Querida Geisha...
Liliana me ha desconcertado en muchas ocasiones...espero me disculpe ahora, pero no coincido en varios puntos del texto (claro que no esperabas que coincidiera :P) pero, no entiendo como se pudiera perder la dignidad con diplomacia?? a quien se trata de engañar sino a uno misma. Desde mi punto de vista ningún orgasmo vale la pena canjearlo por dignidad.
Servirá de algo obligar a la otra persona a decir Te amo cuando no se siente? lo que si me queda claro es lo manipulable que pueden ser algunos hombres.
Besos!
Hay algo de placentero en ese tipo de momento... De todo lo demás, también pienso que la única forma de acabarlo, es de manera tormentosa, definitiva y de una vez, porque al final, casi nunca existen los "buenos términos" en las cabezas de la gente, aunque pretendamos convencernos que así es.
Saludos desde el DF.
Nunca se termina bien, cuando los amores matan y no se mueren, dijera Sabina.
La Lilis ya saben como es, está media loca y no pretendo darle virtudes que seamos sinceros, no le nace tener.
En lo que se refiere a la diplomacia, estoy absolutamente de acuerdo contigo Diana querida, engañarse no tiene nada que ver con la diplomacia.
No se que pensar, me gustó como se relata el momento, y aunque no coincida del todo con el personaje, lo comprendo, mágicamente esas dos palabras pueden ser lo que necesitamos escuchar.
deberia suponerme asustado...
deberia releer...
la diplomacia es un asunto que se trata de aprenderse .. puede que vaya uno de etiqueta según las reglas... o bien
desnuda
yo siempre soy una cabra (no cabrona) rompo todo sin anestésicos
y luego si me lo permito me arrepiento... mientras en el institno soy politicamente incorrecta
diplomacia igual a ¿resignación?, ¿sumisión?, ¿indiferencia? todas de alguna forma te permiten perder la dignidad.
La dignidad generalmente para las mujeres la dejamos olvidada con tal de estuchar un te amo o un te quiero...la recuperamos?? es cuestion de cada mujer
Y el tonto que titubea en mentir
Mentir es sencillo, y mucho más para un hombre que tiene delante de él el precipicio alucinante y morboso de unas piernas abiertas.
En mi opinión, el pasado que atrás se quede ¡joder!... habría tanto que lamentar si así no lo hiciéramos...
saluos!!
con todo respeto y sinceridad: Ese wey no vale madres... sobre todo para tu insaciable deseo, no lo vale... no regales tu amor a la mierda que se puede manchar y preferible que huela a sudor, cansancio y satisfaccion que a estiercol.
He dicho
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