Abrí el vino, lo serví en una taza, mi madre me vio beberlo, por ridículo que les parezca, el ya no esconder los cigarros y que ella no me sermonee, indica un avance.
Ayer llegué tarde a la casa de Karis, tomé su camioneta (nunca había manejado una camioneta, mucho menos un carro automático), partimos con la banda de escritores a un pueblo, nuestro segundo viaje filosófico juntos, ¿para qué necesito escuela de literatura, si me basta con mis amigos?
Beteta consiguió los conejos para asar, Memo organizó y Pipe consiguió una cabaña en un pueblito adelante de Teotitlán del Valle, Karis llevó los tomates y las tortillas, yo el vino.
Da Jandra cumplió años la semana pasada, hoy reafirmo con toda seguridad que lo respeto mucho más que antes. Nos reunimos para celebrar al Maestro y de paso para que nos diera una santa rastriza emocional. El niño genio fue el flanco perfecto.
Me di cuenta que he gastado muchos años de mi vida leyendo letras innecesarias, textos académicos que ya he olvidado, fechas huecas que no dicen nada; años gastados en escribir cosas de las que ahora me arrepiento, he perdido el tiempo trabajando para medio vivir, haciendo actividades que no me gustan y haciendo muchas más que si me importan pero que son efímeras.
Si no hubiera tenido el compromiso con mi madre de estudiar una carrera, probablemente ya hubiera leído a Berhard, Joyce, Murakami, Sabato, Cervantes… y ya hubiera escrito unas cuantas novelas. En cambio, me decidí a vivir una vida tranquila, siendo niña buena, sin mucho conflicto, complaciendo a la jefa, no contestándole, no hiriéndola con algunas palabras sinceras, haciendo a escondidas lo que ella no querría saber de su hija.
Llegamos a una cabaña y descubrí algo que no hubiera entendido en otro lugar, mi cordón umbilical se está pudriendo, y aún no he encontrado a alguien que me ame tanto como mi madre lo ha hecho.
Ayer fue día del padre, le hablé a tata Luis (mi abuelo), ya había salido al mercado, supongo que se fue al panteón y huyó de su casa pensando que tal vez nadie le hablaría. Felicité a mi madre, tomé mis cosas y me fui a casa de la Karis.
Llegamos tarde, me daba gusto verlos, Perge, el escritor más respetable de todos, Perlita la musa onírica de Fadanelli y su mamá guardiana, el trío gay: Memo, niño genio, Beteta, ladrillero intelectual, y Pipe el aboganster (ja, no son gays, pero siempre están juntos), Fredy, con maravillosos dotes para abrir cabañas y botellas de vino sin sacacorchos, Ale el intelectual ácido-vende libros, yo, no hacen falta descripciones mías.
Kafka tenía un vocabulario de 6 mil palabras, Cervantes de 25 mil, ambos han sido genios en la historia. Da Jandra recitó como un padre nuestro, la necesidad de un método, la diferencia entre genio y voluntad. La búsqueda de métodos personales para ser disciplinados en escribir, en evitar echar mierda a los demás por envidia y someternos a una revisión personal del motivo de ésta.
Cuando se tiene el genio, pero se es un huevón, el genio valió madres. Me sentí con más voluntad que con genio.
Llevo alrededor de 366 páginas en este blog, tengo lectores amables que invierten tiempo aquí, mucha catarsis a la que ya no quiero recurrir porque me ha mermado el genio creativo.
El Maestro nos regaló libros de escritores jóvenes, sabía que el azar me llevaría a un texto estratégico, abrí la portada, la escritora tenía 25 años, había estudiado Comunicación, había sido periodista y AU pair. Curiosidades no tan curiosas en las que me vi reflejada, excepto por dos detalles, ella había salido y ya tenía su primer libro publicado.
He sido buena hija, una mujer discreta, decente, viviendo una medianía aterradoramente cómoda, consciente de las carencias de la casa, con múltiples trabajos que no podré incluir en mi curriculum, con las manos de sirvienta antes que de princesa.
Tomé el vino, comí las sobras de unos canapés.
Mi madre ya tiene mi título pegado en la pared, no sirve de mucho, porque en cualquier otro oficio sin necesidad del papel ganaría lo mismo, ella sabe qué seguirá cuando el cordón umbilical, entre ella y yo, se haya podrido y esté deshecho totalmente.
Conejo asado, puré de papa, salsa (que yo hice), tortillas calientes, café, vino blanco y tinto, el cachito de un puro que el maestro compartió.
6 comentarios:
ahh Benito Juárez es un grandisimo lugar para pasar el fin de semana. Guardo buenos recuerdos de por allá, espero que el viaje haya sido gratificantes... aún nos debemos uno.
La educación universitaria y su productividad es uno de los grandes mitos de la humanidad. Ha generado, entre otras cosas, un ejército de lisiados mentales con muletas de papel a las que llaman "Título".
Concuerdo contigo: de no haber estudiado ya estaríamos haciendo lo que estamos "destinados" a hacer...
...aunque sea no hacer nada.
me gusto mucho ver tu sonrisa en la ultima foto. creo que nunca habia visto esa faceta tuya.
saludos
A que pequeño es el mundo, Alejandro es mi hermano jaja, que bueno que disfrutes los tiempos libres
Hola:
Con todo respeto yo tengo una pregunta: ¿Has sido tu o has sido lo que otros querian que fueras?.
Con respeto El Loco.
Oskar
ASh, ya no te creo nada, nunca tienes tiempo.
Salles
Los genios no necesitan universidad.
Fer
Nunca la habían visto porque nunca he estado tan tranquila.
Froylan no manches!! ja, ja, ja.
Loco
Puesa veces la gratitud es mucha.
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