Hoy es uno de esos días en los que todo me parece trágico comenzando por el trabajo, me muestro fácilmente irritable, mis estados de humor son tan volubles, que puedo pasar de la carcajada más estupida al lloriqueo silencioso.
Todo me parece un fraude, incluso todos esos deseos de comprar una vajilla nueva, mandar al demonio el refrigerador ruidoso, o las sillas descascaradas del comedor. Me decepciono al llegar a la conclusión que llevo casi un año queriendo cambiar estos utensilios de la cocina y es hora en que no termino de hacerlo.
Vale, creo que me comencé a sentir así cuando me di cuenta de que mi memoria de 512 megabites, se quemó, me enojé severamente por su corta vida (año y medio), supongo que se debió a que ahorré casi dos meses para poder comprarla en ese entonces, y lo digo porque hace dos años ganaba 4 veces menos y mi poder adquisitivo era infímo. Al quemarse la bendita memoria se llevó consigo esos dos meses que me costó sangre ahorrar y muchas tantas cosas de mi vida que había guardado ahí.
Supongo que también me puse así por el hecho de haber visto a Emiliano y no haber podido comunicarme con él, estuvimos a punto de pelearnos por nada.
Estos últimos días para buscar soluciones, me he puesto a arreglar mi cuarto, he roto infinidad de hojas de papel, las he tirado a la basura intentado tirar eso que emocionalmente no sirve, pero aún así la papelera de reciclaje de mi animo no siente cambio alguno.
Hasta he pensado en quemar toda esa ropa vieja que conservo desde infante y sigo usando. He de confesarles también, que soy una coleccionista de folletos, carteles y papeles viejos de los eventos a los que asisto, incluso hasta los boletos de autobús y del cine, de esos tampoco puedo deshacerme. Lo único interesante que tenía en mi armario, era una botella de vino agridulce, que hasta ayer me di cuenta que era necesario tirar, y la botella de mezcal corriente que Emiliano se empino ayer.
Pero, que se haya quemado la memoria, que haya tirado a la basura muchos papeles, que haya limpiado mi cuarto, o me me haya deshecho del alcohol, no fue suficiente cuando me enteré que una consulta de veinte pesos de un doctor simi, no me podía curar el cuerpo.
Me derrumbó emocionalmente cuando la única persona en la que confío me dijo que no debía confiar en ella; yo.
Caí en la desestimación total de mis acciones, de mis letras y con ello, de gran parte de mi pasado. Pero ante este mar de atrocidades aparentes, no faltó el destello de luz que llegó con esa llamada que no esperaba.
Detrás de una bocina vieja de teléfono pude escuchar ese ‘estoy cocinando arroz’ diciendo ‘pensé en ti’, ese ‘hace dos meses’ diciendo un ‘te extraño’, ese ‘anoche no pude dormir’ por ‘aún te deseo’.
Creo que encontré por donde tengo que comenzar para renovar los utensilios de mi casa, un teléfono nuevo, para escuchar mejor su voz.
4 comentarios:
woa me gusta, pero a lo mejor se hace predecible, aunque bueno ya ando mamando
besotes
Yo también hago eso de cuando en vez, me desahogo de papeles viejos y sin embargo nunca podremos desecharlos de nuestra memoria.
Esta lindo eso que escribes al final me gusto mucho.
Saludos
José
etapas de la vida donde todo se siente como gris...yo entiendo...pero e bueno eso...de deshacerte de todo aquello que no sirve mas...depues d todo guardar po mucho tiempo los recuerdo los empolva y los corroe.
Nada mejor q la voz que llega de repente y nos despierts "eso"....suerte con el nuevo telefono!!
Todo ira mejor ;-) besos!
Cambiar de toallas ayuda mucho.
...Y si por ahí se te cuela un abrelatas para zurdos, pues me lo mandas. ;)
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