lunes, julio 18, 2011

Mi máscara de Felipe Calderón

'He regresado', les he dicho a mis amigos, pero a nadie le sorprende, un año es como un instante que se va sin tanta trascendencia, cuando aparentemente nada esencial cambió.
Sobreviví y me enorgullece decirlo, aunque a ciencia cierta, pocos saben de lo que hablo cuando un invierno en medio de la nada, comida refrigerada por muchos meses, kilos de ropa y una blancura casi infernal, no tienen nada en común con una tierra tan calurosa, olorosa y colorida como Oaxaca.
Hace unos días, mis amigos teatreros me invitaron a participar en una de sus 'acciones', dicho acto se desarrollaría en la Central de Abasto.
En Oaxaca, y supongo algunos países latinoamericanos, los mercados están al aire libre y regularmente los vendedores viajan desde sus pueblos natales, para ofrecer sus mercancías. La Central de Abasto de Oaxaca, es un lugar abundante en diversidad de personas, desde vendedores que han hecho de sus puestos una mini sala con muchos espejos y aparadores de ropa cara, comedores con manteles de flores en colores chillantes, mendigos que por años gritan en el mismo lugar su cantaleta para pedir caridad, puestos de flores siempre frescas, hasta señoras putonas que tienen más pinta de madres de familia moralistas.
Calles deshechas por la lluvia, pestilencia por las alcantarillas bloqueadas de porquería, olores de comida rica entremezclados con el humo de los autobuses, artesanos, santería, carnes, quesos, semillas, pan... color, diversidad.
Nunca encontré tanto placer para contemplar la Central de Abasto, como ahora la observo, después un de blanco y una plastificación total de los grandes supermercados del primer mundo, tan carentes de calor humano y diferencia, la belleza en el barroco de la fealdad, me resulta riquísima.
Liliana, mi directora de teatro, me invitó a su 'acción', que consistía en caminar por el área seca de la Central de Abasto, con una mascara de un personaje público que representara una imagen de poder, logramos reunirnos cerca de quince teatreros.
Antes de que ellos eligieran a los personajes que representaran una imagen de poder, hicieron una encuesta, los más recurrentes fueron: Felipe Calderón (Presidente de México) Gabino Cué (Gobernador de Oaxaca), Flavio Sosa (ex-líder de la APPO), Barak Obama (Presidente de EE.UU.), Carlos Slim (el hombre más rico de México y el segundo a nivel mundial), El chavo del 8 (cómico mexicano), Ulises Ruíz (anterior Gobernador de Oaxaca), Benito Juárez (uno de los ex-presidentes mexicanos más queridos por la historia) Bob esponja (caricatura gringa), entre otros.
La tarea era sencilla: debíamos ir vestidos de un mismo color, amarrarnos a la cara la foto del personaje que eligiéramos y andar caminando sólo por el área seca del mercado, para ver la reacción de la gente. Como llegué tarde a la hora de la repartición de personajes, debía elegir entre personajes cuyas caras a mi parecer no tenían mucho riesgo, a excepción de uno, que nadie quiso portar: por tanto elegí a Felipe Calderón, allá voy caminado con mis senos bien marcados por mi blusa negra y la jeta de nuestro lustroso, bienintencionado y amado presidente mexicano.
Las reacciones eran típicas de 'te verías más bonita sin esa máscara' hasta las mirada de ¿estás pendeja?; obvio, la gente va a comprar a la Central, y siempre se está alerta de que ningún malandrín te vaya a asaltar o a robar las pocas pertenencias que tienes, los compradores no van a divertirse, ni a encontrarse con teatreros chiflados como nosotros.
Entre las cinco mujeres que llegamos, una se puso la imagen de Gabino Cué, y no faltó el agresivo que dijo, 'si no te la quitas te golpeo y si te la quitas te meto a los baños', los otros compañeros con su respectiva mascara salieron al rescate.
El área seca que consta de tiendas de ropa y zapatos, es una de las zonas menos concurridas, así que pronto me aburrí y me fui a los pasillos exteriores, mucha gente ni siquiera se percató de mi máscara, otras preguntaban 'qué significaba eso'; ¿por qué la gente considera que todo acto creativo o artístico debe tener una razón para entender o querer decir?
A mí, simplemente se me dio la gana decirle a mi directora: sí, sí Liliana, si te voy a ayudar porque hace mucho que no tengo nada interesante o con riesgo que hacer, por lo mismo se me dio la gana hacer un Felipe Calderon amable y contoneado por una mujer, cuyo rostro y risita de Donadie, se escondía tras de un pedazo de papel.
Otros espectadores decían 'Adiós señor Calderón', yo saludaba con el gesto ensayado en los balcones de cualquier mandatario, muchos sin mucho qué pensar, pero supongo sorprendidos por un Señor Presidente con tetas y nalgas escurridas, sólo miraron.
Una de las sensaciones que siempre he disfrutado del teatro y que recordé en la Central, fue el acto de contemplación y admiración, uno se vuelve adicto a llamar la atención y así fuera a riesgo de recibir mentadas de madre, lo hice.
Una de las líderes del mercado dijo: '¡qué bueno muchachos que lo hacen, para que la gente despierte!' aún no estoy segura, ¿despertar de qué? ¿hicimos a la gente despertar de algo?

2 comentarios:

Alexander Strauffon dijo...

Pues el simple hecho de que hayas provocado reacciones variadas en ellos, implica que les indujiste a reflexionar. Sobre Calderon, sobre el pais, sobre el mundo, o quiza sobre su propio sentir al verte portando su rostro. Está bien.

Geisha dijo...

Interesante, no lo había pensado así. Gracias Alex, tú me hiciste reflexionar a mí.