Yo sé que a nadie de ustedes les interesan mis crisis existenciales, lo sé, lo sé... y que si vienen a éste, su humilde espacio, es para mofarse de lo que escribo. Debo confesar que disfruto ridiculizarme, hacer un superlativo de los sucesos cotidianos que me pasan, aunque los momentos en que me ocurren esas tragicomedias (fuera del campo literario), no son tan agradables.
Podría escribir sobre la estrella porno que descubrí hace unos días y que me dejó anonadada, de lo bien que hace su trabajo, y la necesidad tan imperante que me ha nacido para escribir un ensayo acerca de la pornografía... o podría contarles que hace unos días me fui a asolear las carnes a la playa con mis amigos y ni siquiera tomé una gota de alcohol, o darles algunas razones por las que extrañamente (y digo extrañamente porque si es raro), todo este año me he cogido a un solo hombre, lo que me parece un acto biológica y cruelmente innato en las mujeres: ser perramente fieles (y no por gusto, sino por comodidad y seguridad).
Podría contarles acerca de las reuniones con los intelectuales de la pluma, a las que he asistido sin ser invitada, y también como mis amiguitos menores que yo (Guille, Marisol y Víctor) han sido invitados a lecturas públicas de sus escritos, mientras que yo, ni lector y escritor que me fume (si, ¡les tengo mucha envidia! ¡ah malditos!) ja, ja, ja, realmente, no, me gusta mi clandestinidad, lo que me condena a ser un personaje engorrosamente molesto, porque he descubierto que no me gusta socializar con intelectuales.
También que acepté un trabajo muy parecido al de prostituirme, con la diferencia que no implicó un acto sexual, sino vestirme de fichera, actuar como borracha e ir dando vueltas y gritando en un carro de los 30’s, por todo el centro histórico promocionando el aniversario de un bar, así que si vieron a una tipa media putona saludándolos e invitándoles a la cantinita, era yo.
También puedo platicarles de la obra de teatro que montó mi maestro, y que es toda una golosina de genialidad.
Me encantaría escribir sobre todas estas banalidades, de las que hasta hace un mes hubiera podido escribir con toda naturalidad, pero ocurrió ‘algo’ que me trae como animal salvaje en una jaula de zoológico. Ese algo, que me ha envenenado con un coraje mezclado con orgullo, humillación y un bloqueo letrado, reflejado en este bló.
Todo comenzó con la feria del libro, entré a un curso de novela, (ya no diré nombres porque luego me va mal), el primer día del curso, tuve el primer golpe de la crisis: ‘soy una escritora de clichés, soy una escritora de clichés, soy una escritora de clichés...’ el maestro lo dijo claramente: ‘ustedes mujeres, no están escribiendo nada nuevo, todas son escritoras de clichés, escribir sobre abrir las piernas, no es nada nuevo’ (lagrimitas en mis ojos).
El escribir una novela también requiere de una transformación en el autor, un cambio, al que por comodidad no nos arriesgamos. El mundo se me cayó encima, porque antes de iniciar el taller, tuvimos que enviar nuestros escritos y me avergoncé vehementemente de mis letras.
El segundo día, después de hacer muchos esfuerzos en el trabajo para salirme y llegar por lo menos a una hora del curso, el maestro me corrió. Obedecí como animalito dócil que soy, e intenté justificar, que su determinación era correcta, ya era muy, muy, muy tarde para que entrara a interrumpir, ja, ya lo había hecho ...
La decisión estaba tomada, había pedido de favor a una de mis amigas, para que me supliera los días siguientes, y yo pudiera asistir al curso, regresé a la tercera sesión y volví a llegar tarde (¡no tengo madre! pero ¿qué? ¡estaba trabajando!), esta vez tampoco me salvé porque ocurrió ese ‘algo’. El escritor me dijo: ‘usted compañera que siempre llega tarde ¿cómo se llama?’ Sutanita de Tal, al final de la sesión quiero hablar con usted, porque leí unas cosas en su blog que me faltaban al respeto, y yo a usted no le he faltado’.... ¡Zaaaazzzz! ¡me cago de la vergüenza! pues ¿qué dije?, ya no me acuerdo...
La preciosa clandestinidad en la que había permanecido, lo gris de mi persona en el círculo intelectual, mi inexistencia en el curso había relucido en su máximo esplendor, por una gran pendejada.
Entonces recordé ¡aaah!, fue esa palabrita que dije, y representaban una falta de respeto para el maestro.
Creía y creo aún, exagerado el numerito en clase, insisto en que no le falté al respeto, ¿Cuál fue la palabra? No la diré en este post.
Al final de la clase, me presenté de nuevo, escuché al sensei, al que sin conocer antes le había guardado un respeto tan amplio por considerarlo un mounstro intelectual, hasta que me recordó su condición de mortal al sentirse ofendido, porque ¡YO, Yo, yo, yO!, y digo eso, porque estoy consciente de la insoportable levedad de mi ser, lo había nombrado con un adjetivo ‘no respetable’ en alguno de mis post.
Si la solución era ofrecer disculpas, entonces las dí, y el sensei remató con ese ‘algo de atroz’ que me dejó mal, mal, mal... ‘sal de Oaxaca, conoce otros círculos... leí tus escritos y tienes serios problemas, ¡no dejes que otros escritores te traten así!’... (lagrimitas, snif, snif).
Ese día fue nefasto, salí regañada, tuve que ir a misa, y de paso al panteón. La sangre había corrido. Regresé a la siguiente clase, hicimos un escrito cuyo requisito era plagarlo de clichés, para eso soy buena, escribí sobre la visita al panteón.
Intercambiamos papeles, para reescribirlos y limpiarlos de lo innecesario. El último comentario de los compañeros en la clase, fue el de Perla, que tenía mi papel, dijo que había leído el relato y en efecto era malísimo, infestado de figuras trilladas y nostalgias comunes, agregó que leerlo le había hecho sentir lo suficientemente mal, como para encontrar por donde reescribirlo. No pude obtener mejor halago. Ese día salí con una sonrisa, en los tres días no pronuncié palabra, pero tenía decido algo, no regresaría a la última sesión, porque tomaría mis maletas para irme al mar, no tomé gota de alcohol y me hundí en la ebriedad de mi humillación, tenía una hemorragía abierta, que aún supura.
9 comentarios:
Hola:
Dicen que de los errores se aprende, creo yo que no es tan facil.
Lo que si te puedo decir es que no dejes que la humillaciòn te gane, es mejor ganarle a ella. No siempre es facil, pero es mejor intentarlo a dejar todo lo que hacemos y nos gusta por el simple hecho de que a otros no les guste.
No seriamos libres, seriamos esclavos de la sociedad que nos dice que debemos o no hacer.
Atte. El Loco.
Mi Geisha:
Sabe...siempre la he admirado...
por muchas cosas, y una de ellas es porque dice lo que piense y siente. ( eso creo yo)
Por lo que no entiendo del todo porque un "regaño" de parte de ese intelectual le afectó tanto, creo que debe de ser un tipo con un ego tan enorme que no soporta que la gente diga lo que piensa.
Besos!
Diana
ese escritor me recordo a los maestros de la academia tan nefastos.
por eso a mi los intelectuales me dan hueva, se hacen los solemnes a cada rato, recuerdo cuando tome un mini diplomado con el Master Umberto Eco y es super alivianado, no se porque los intelectuales de por estos rumbos se les sube la calabaza al cerebro.
Eso de tu trabajo de ebria (que estaría bien chido ver en vivo y a todo color) explica el post anterior de Cine de Ficheras. Te envidio mucho (no es por el trabajo de ebria, lo juro), no sabes como me gustaría estar en talleres de escritura, aunque fuera escribiendo clichés, pero por otra parte, a escribir (como en cualquier arte) no se aprende yendo a la escuela o a un taller, se aprende viviendo y escribiendo, intercambiando con gente que te pueda decir cosas de lo escrito, y sobre todo, embriagándote. Vamos, qué buen escritor no ha sido un ebrio en el fondo?
Ah, por cierto, ya estás linkeada, realmente lo mereces.
Me encantan, me encantan, creo que si no es por ustedes que me leen, ya hubiera dejado de escribir hace mucho tiempo. Lo que más gusto me da, es que todos ustedes cada día me sorprenden más.
Hola
Desde que descubrí este blog lo checo de vez en cuando para ver que hay de nuevo. Ahora al leer lo que escribiste con fecha dos de diciembre me ha llegado una impresión (a colores) de que no eres lo que escribes. Impresión que ya tuve la primera vez que entre. Pero eso si, escribes muy bien. Yo no sé mucho de estilos literarios y cosas por el estilo, sin embargo creo que si un escritor puede "mover" a una persona con lo que escribió, es mas que suficiente. El día de hoy me sentí "tocado" al leer lo que escribiste.
(Las palabras en comillas son para expresar de una manera lo que no se como decir. Aclalo esto para que no se confunda con un texto porno, ja).
Adios
Me caes bien...
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