Ese día ambas salimos de la casa con chiquifaldas y tacones ventajosos que mañosamente hicieran que las miradas masculinas voltearan a vernos, quedamos en el acuerdo que debían hacernos unos muros a nuestra vanidad, caminábamos en plena calle como las últimas dos cocacolas del mundo, o mejor dicho como los últimos vasos de agua de horchata con tuna y nuez, de Oaxaca. En cada ¡mamacita! Un punto se agregaba a mi lista de nivel de ego, y más de uno pudo sostenerme la mirada que con todo el placer del mundo me di el gusto de cortar.
Sisi y yo nos conocemos desde morritas en la primaria, cuando me fui a vivir lejos de puerto istmeño nos comunicábamos con cartas que tenían un mes de atraso, en ellas hicimos duradero ese lazo de amistad que ha más de diez años, perdura con todas las madrizas que se ha encargado de ponernos la vida.
Ambas podemos decir que los putazos están bien escondidos en nuestros cuerpos, putazos que muchas veces hemos guardado en nuestro sexo diáfano, pero de oscuridad.
Ella se quedó eternamente enamorada de ese novio de secundaria, yo me encargué de olvidar aquel niño por el que hice mis primeras cartas de amor e inicié mis fantasías inocentes, que no pasaban de ser fajecitos contenidos por un beso en la boca que nunca me dio… ¡ah (suspiro) aquellos tiempos los de mi infancia!
Más de una vez dormimos juntas, y esta vez que se quedó en mi cama noté que su cuerpo chiquito, era fiel a la protección que necesitaba cuando la abrace al despertar de la mañana.
Esta última vez que me vio desnuda, no pudo evitar un comentario que en definitiva me hizo incomodar sobre mis senos ‘pues ¿cómo le hiciste para tenerlos así?’, ella, sólo necesita el sostén para aumentarlos yo busco el que pueda hacerlos más discretos.
No hablamos mucho, no fueron necesarias las palabras y las lágrimas que conocíamos de sobra por metro cúbico. No fue necesario reprochar nada a nadie de nuestras desgracias, sabemos que si estamos así, es porque nos lo buscamos y no hubo más responsables que nosotras por generarnos broncas de a gratis, supongo que es parte de la vida que en algún momento empecemos a ser un poco más sensatas con nuestros actos.
Fue un fin de semana esplendoroso con la Sisi, fuimos a ver a Filipa, comimos clayudas con atole de maíz, dormimos juntas y al inicio del día siguiente me vio hacer mis esporádicas rutinas de yoga cuando me duele la espalda viendo ‘Singin in the rain’, no fuimos al canta bar, pero pusimos un disco de karaoke de José Alfredo, para que por medio de nuestro clásico orgullo femenino, o mejor dicho ardor despechado termináramos gritando ‘¡qué quisiste tanto, qué quisiste tanto y qué quieres tanto!’
Sisi, se fue ayer en la mañana, la despedí con el abrazo eterno de sus senos como botones infantiles, encima de los míos, dos globitos de agua sin salida.
Sisi y yo nos conocemos desde morritas en la primaria, cuando me fui a vivir lejos de puerto istmeño nos comunicábamos con cartas que tenían un mes de atraso, en ellas hicimos duradero ese lazo de amistad que ha más de diez años, perdura con todas las madrizas que se ha encargado de ponernos la vida.
Ambas podemos decir que los putazos están bien escondidos en nuestros cuerpos, putazos que muchas veces hemos guardado en nuestro sexo diáfano, pero de oscuridad.
Ella se quedó eternamente enamorada de ese novio de secundaria, yo me encargué de olvidar aquel niño por el que hice mis primeras cartas de amor e inicié mis fantasías inocentes, que no pasaban de ser fajecitos contenidos por un beso en la boca que nunca me dio… ¡ah (suspiro) aquellos tiempos los de mi infancia!
Más de una vez dormimos juntas, y esta vez que se quedó en mi cama noté que su cuerpo chiquito, era fiel a la protección que necesitaba cuando la abrace al despertar de la mañana.
Esta última vez que me vio desnuda, no pudo evitar un comentario que en definitiva me hizo incomodar sobre mis senos ‘pues ¿cómo le hiciste para tenerlos así?’, ella, sólo necesita el sostén para aumentarlos yo busco el que pueda hacerlos más discretos.
No hablamos mucho, no fueron necesarias las palabras y las lágrimas que conocíamos de sobra por metro cúbico. No fue necesario reprochar nada a nadie de nuestras desgracias, sabemos que si estamos así, es porque nos lo buscamos y no hubo más responsables que nosotras por generarnos broncas de a gratis, supongo que es parte de la vida que en algún momento empecemos a ser un poco más sensatas con nuestros actos.
Fue un fin de semana esplendoroso con la Sisi, fuimos a ver a Filipa, comimos clayudas con atole de maíz, dormimos juntas y al inicio del día siguiente me vio hacer mis esporádicas rutinas de yoga cuando me duele la espalda viendo ‘Singin in the rain’, no fuimos al canta bar, pero pusimos un disco de karaoke de José Alfredo, para que por medio de nuestro clásico orgullo femenino, o mejor dicho ardor despechado termináramos gritando ‘¡qué quisiste tanto, qué quisiste tanto y qué quieres tanto!’
Sisi, se fue ayer en la mañana, la despedí con el abrazo eterno de sus senos como botones infantiles, encima de los míos, dos globitos de agua sin salida.
5 comentarios:
Es bueno pasar tiempo con las amistades de antaño, de esas que tienen mucho tiempo, con las que puedes recordas situaciones y momentos de tu vida, tristes o alegres pero momentos en que tuviste al lado a esa persona.....ah y mil gracias por dos posteos consecutivos enseñando pierna eh! jejeje..... mmmm cuales son tus piernas???? segun yo son las de la derecha.........pero ambas tienes unas piernas espectaculares eh!!
¡Pero amor! ¡Sabes que el niño es llorón y lo pellizcas! En fin, bien lo has dicho, obtienes resultados inmediatos y enarbolas el ego… Cuando se sabe lo que se tiene, se porta y muestra con orgullo.
Siempre hay que procurar a nuestras amistades de antaño, son parte de nosotros.
Mis respetos linda…
Saludos!
Hace mucho que no leia por estos lares, creo que te gustan tus piernas... a mi tambien :), como sea veo que la vida bien que mal te a sonrreido, luego le leeo con detaye, cuidese.
me pregunto que pensará una feminista cuando lea que su ego se inflama con los piropos nadando hacia sus costas. se me antojaron las tlayudas, caray, como extraño comer en el mercadito de tehuantepec. cocina surrealista.
le dejo aquí mi nostalgia. luego paso por ella.
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