viernes, julio 30, 2010

Diplomacia

Me gusta la diplomacia, detesto los escándalos, pero cuándo los amores tienen que morirse, la historia siempre debe terminar mal para que sea de tajo, sin cenizas encendidas, a madrazos y punto, terminar con un gran escándalo y chubasco amoroso, y no precisamente público, pero si lo suficientemente perturbador, como para decir ‘hasta aquí’.
No he dormido pensando, atando cabos, siendo embargada por el mal de la montaña, donde la paz y el silencio comienzan a ser detonadores de los más profundos recuerdos que creía olvidados.
Nuestra despedida fue un regalo de ‘Santos Reyes’. Él habría de hacer lo que yo quisiera, con tal de que lo dejara pasar a ese lugar escondido y secreto, donde siempre lo habría deshecho en sudor.
Sabía a lo que iba cuando subí a su auto.
Sin preambulos ni rituales, ni palabras previas, me quité la ropa. No teníamos necesidad de diálogos, yo conocía sus puntos débiles y él los míos, pero esta vez yo quería jugar.
Se qutió la ropa, con prisa, con su erección deliciosa, con los temblores propios del que hace mucho no ha tenido placer, del que desea… del hombre que me desea, del hombre que me extraña.
Nuestra pasión no duró un día, sino años.
Escabullía mi cuerpo en la cama, le besaba, le obtruía el paso con mi mano, hasta en medio de su ansiedad, y yo desnuda, él no pudo evitar decir ‘anda estate quieta’.
El juego empezó, y con mi vocesita de niña burlona le dije ‘no te voy a dejar pasar’…
Insitió, insistió, insistió, y yo jugué divertida, negándole la posibilidad de poseerme.
-Dí que me amas. - Por dos segundos se detuvo.
- No, no puedo.
- ¡Cuanto lo siento! has pagado 400 pesos en valde.
Su cuepo insistía, su boca, su labios, su deseo era insoportable, igual que mi única y sencilla petición.
-Di que me amas. ¡Dilo! ¡Dilo! ¡Dilo! - Había algo en mis palabras que desconocía, comenzaba a violentarlo, comenzaba a apretar más una herida ya cangrenada…
-¡Dilo con una chingada! Di que me amas, di que me amas, ¡Dilo!- Lo golpeé en la cara.
-¡Qué te pasa Liliana!
- ¡Dilo! Di que me amas.

- Te amo.

-No te creo, ¡dilo de nuevo!
Volví a abofetearlo y me desconocí aún más, pero invadida por una eufória, por un rencor confundido con amor y deseo, me era absolutamente necesario escucharlo para terminar con él y enterrarlo.
- ¡Mírame! dímelo, anda.- La mostré mis piernas abiertas.

-Te amo…
-te amo... me besó el cuello
-te amo… me penetró.

Estuve a punto de creerle.

Pareciera como si unas simples y mágicas palabras me hubieran quitado toda la fuerza de mi cuerpo, la violencia que segundos atrás guardaba hacia él, había desaparecido, mi cuerpo era un objeto que sin fuerza ni resistencia, aceptaban su sexo.
Sin sensación alguna comence a llorar, como si fuera la escéna más patética, grotesca y trillada de la mujer que pierde la virginidad y rompe en llanto, cuál ínsula de deshonra.
Esa era yo, muchas veces cogida, pero ahora montada por el hombre que me habría tratado como un vil trapo, era lo mismo, perder la virginida, ser violada, o simplemente dejarte hacer y deshacer por un sinverguenza, es lo mismo, sólo que ahora yo decidía perder la dignidad, con un poco de diplomacia.

martes, julio 27, 2010

Una cajetilla de malboro blanco por 9 dólares!!!

Está bien dejaré de fumar, aunque el tabaco suelto es otra opción... 4 dólares.

martes, julio 20, 2010

Escote

Algunas veces hago cosas estúpidas, que traen consecuencias no muy agradables. Por ejemplo, la primera vez que caminé por el Puente de Brooklyn hacía un calor de la chingada, y dado que me encuentro en un país donde todos son libres de mostrar sus carnes sin algún complejo (he descubierto que me encantan las mujeres americanas, porque aún teniendo celulitis, les vale madres y se ponen shorcitos hasta la nalga), pues bien se me ocurrió quitarme los zapatos y andar descalza cuál libelula libre. No lo hubiera hecho, soy delicada hasta más no poder, horas después fui corriendo a la farmacia, por un lotrimin.
Creía ilusamente que aquí, en verdad no tengo nivel alguno para competir con estas mujeres rubias, de ojos claros y cuerpos atléticos, hasta que un día, estando hospedada en un hostal, se me ocurrió hacer mi segunda estupidéz: bajar al desayuno con una blusa pegadita y sin brasier. ¡Mi hermoso 36B debe ser declarado patrimonio cultural de la humanidad!
En verdad, fue sin intención alguna, de verdad, lo juro, si las demás mujeres enseñan sus nalgas en la calle, ¿Por qué yo no he de poder salir sin brasier al desayuno?
Me atreví a hablarle a un chico, que estaba enfrente de mí y constantemente veía para mi lado, no, no veía para mi lado... digo, soy una mujer latina, con calor en la sangre, sociable, totalmente risueña y amigable, me enteré que el tipo era alemán, hablamos con nuestro horrendo acento de extranjeros, éste a su vez me presentó a otro alemán que recientemente había estado en México, no tardé mucho para iniciar una nueva conversación, él dijo: eres la primer mujer mexicana que conozco viajando, nuestra conversación era amable y educada, hasta que se le ocurrió preguntar cuál era mi palabra favorita en español, le dije que no había pensado en ello, y él sin necesidad de preguntar dijo la suya, ¡cojooness! No pude aguantar la risotada, y mi cabeza inmediatamente voló.
Esa palabra es incorrecta, es cojelones o cojelonas, pero no cojones. Es una palabra que no se usa en México, pero en España si, afirmé.
Entre mi medio inglés y su medio español dijo ¡huevos! Nuevamente reí y advertí que mi imaginación me había delatado, al confundir la palabra con sujetos.
Esa noche terminé hablando de pornografía con él, mientras yo hablaba, Philip sin el menor cuidado bajaba de vez en cuando su ojos a mi escote, mientras yo afirmaba doctamente con mi vocesita pedante, que el cuerpo masculino no es tan estético como el de una mujer, y que mi actor porno favorito (del que no sé siquiera su nombre, pero no me canso de ver su video en youporn) me gusta por todo lo que le hace a la chica, no por lo guapo o el gran pene que le cuelga, pero ¡cómo dura y dura y duraaa!
Philip tomó su cámara , y sin que me dijera, supe a qué parte de mi cuerpo estaba dirigido su lente. Soy experta en crear escotes lindos y espontáneos.
Fue uno de esos momentos en los que no supe cómo actuar, hacerme la enojada o decirle simplemente go to fucking now!

¿Qué hice? Por supuesto es algo que ya no les contaré, pero lo que sí puedo decir es que después comprobé que en efecto, mi escote estaba en su archivo de fotografías.

martes, julio 13, 2010

Chinatown

Chinatown. Busco dónde hospedarme. Entro a un hotel, hay un empleado chino.

jao mach per nayt?

Lo digo con el tono normal de una mujer latina, él mira mi escote.

Mi inglés es terrible.

El chino, hace gesto de intentar entenderme.

No, no, no.

????

Sólo le estoy preguntando cuánto cuesta una habitación.

Minutos después entiendo.

Me confundió con una puta.

¿Es qué esta naturaleza tan mía y tan contradictoria es tan evidente?

domingo, julio 04, 2010

Anhelo

Se ha encantado porque tu boca no tiene límites para contradecirle, para sacudir incluso lo que piensa, mientras él puede re-escribirte sin decirte nada, pero lo sabes, te describe cuando sus fantasías están agotadas.
Es una mala combinación enamorarse de una escritora.